Mateo 9:27-31
Introducción
Llegamos
al penúltimo milagro que Mateo registra en esta maratón que ha venido
presentando desde el capítulo 8 como una muestra indudable de la autoridad de
Jesús como Mesías. Esta sección relata el milagro realizado por nuestro Señor a
dos ciegos. En los evangelios encontramos otros relatos asociados con ciegos,
quizás el más conocido es el del ciego Bartimeo (Marcos 10:46-52), y aquí éstos
reciben el toque divino del Maestro. La ceguera en el medio oriente era muy
común, posiblemente por las condiciones del desierto, la presencia de polvo en
el aire que los rodeaba y algunas infecciones provocadas por bacterias que
atacaban directamente los ojos. No sabemos si estos dos hombres eran ciegos de
nacimiento, o por algún motivo habían quedado ciegos en cierto momento de su
vida, sin embargo, queda en evidencia que tuvieron una oportunidad entre diez
mil: ¡El Mesías pasaba por allí!
El toque de Jesús |
Una oportunidad única
“Pasando
Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten
misericordia de nosotros, Hijo de David!”.
Mateo 9:27
Las
palabras: Pasando
Jesús de allí, nos dan la idea que el Señor no tenía nada planeado
al pasar por ese lugar y en su mente no existía el propósito de sanar a estos
dos ciegos; aunque todos sabemos que en la realidad todo está debidamente
planeado por nuestro Dios. No obstante, esto nos da grandes enseñanzas una vez
más en cuanto a la fe y la operación de milagros. Habrán momentos en nuestras
vidas donde la oportunidad de ver el mover de la mano de Dios se presentara sin
anuncio a nuestras vidas y es allí cuando nosotros, como estos ciegos, debemos
aprovechar la oportunidad. De alguna manera, estos dos ciegos se dieron cuenta
que Jesús pasaba por donde ellos estaban, y al darse cuenta de ellos clamaron: ¡Ten misericordia de
nosotros, Hijo de David! En primer lugar, clamaron por misericordia
reconociendo su bajeza y gran necesidad de aquel que les podía devolver la
vista. Si queremos ver el obrar milagroso de Dios en nuestras vidas debemos
tomar una actitud de humillación delante de su presencia. Jamás alcanzaremos ni
un favor divino si no reconocemos nuestra impotencia y necesidad de Él. En
segundo lugar, reconocieron su superioridad divina al llamarlo con el título: Hijo de David.
Este nombramiento era comúnmente asociado por los judíos al Mesías aunque no
aparece directamente en las Escrituras del Antiguo Testamento, pero sí en otra
literatura deutero-canónica conocida como los Salmos de Salomón: “Míralo, señor,
y suscítales un rey, un hijo de David, en el momento que tu elijas, oh Dios,
para que reine en Israel tu siervo”, (Salmo de Salomón 17:21). Por
tanto, al llamarlo de esta forma, lo estaban declarando como el Mesías de
Israel. Cada uno de nosotros debe estar consiente que solamente Jesús tiene el
poder para cambiar cualquier aspecto difícil en nuestra vida. Habrán momentos
en la vida cuando Dios se manifestara de una manera inusual y cuando menos lo
esperemos, sin embargo, cuando esto pase debemos correr a su pies en busca de
ese milagro que tanto anhelamos en nuestro corazón. Cuantas personas han estado
esperando una respuesta de Dios, perseverando en oración, asistiendo a la
iglesia, haciendo ayunos, etc.; pero cuando el Señor estaba a punto de
responderlos, estos se rindieron y dejaron de insistir en aquello que tanto
querían. Perdieron su oportunidad. Estos ciegos habían escuchado posiblemente
de Jesús y sabían que podía darles la vista, pero no había forma de que
pudieran buscarlo por su discapacidad; pero cuando oyeron que era Él el que
pasaba por donde ellos estaban, no desaprovecharon la oportunidad, sabían que
era única y que a lo mejor jamás volverían a tenerla por lo que clamaron a gran
voz: ¡Ten
misericordia de nosotros, Hijo de David! Quiera Dios que nosotros
jamás desistamos de buscar su favor divino y seamos capaces de reconocer una
oportunidad única de presenciar su gran poder.
El toque divino
" Y
llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que
puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos,
diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron
abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.
Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra”.
Mateo 9:27-31
Aquí Jesús
nos muestra la importancia de creer en Él: ¿Creéis que puedo hacer esto? Obviamente la fe en
Dios es indispensable para recibir un milagro, pero nuestro Señor nos dice que
creer en Dios es igual que creer en Él. Estos dos ciegos no vacilaron en
responderle expresando su fe: Sí, Señor. Al ver su fe, Jesús toco sus ojos y
recobraron su vista: Y los ojos de ellos fueron abiertos. Esta
expresión nos recuerda a una profecía de Isaías que anunciaba el glorioso
futuro de Sion: “Decid
a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene
con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará. Entonces los ojos
de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el
cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán
cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad”, (Isaías 35:4-6).
A lo mejor Mateo tenía en mente esta profecía para asociar a nuestro Señor una
vez más con el glorioso Mesías. Si creemos en Él su toque será más que
necesario para hacerlo todo posible conforme a nuestra fe. En aquel día la fe
de los dos ciegos fue honrada. Antes de despedirlos, Mateo dice que nuestro
Señor les prohibió con gran insistencia que no le dijesen a nadie: Y Jesús les encargó
rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa. Posiblemente no
quería despertar los ánimos de las grandes multitudes en aquella aldea a tal
punto que le impidiera moverse libremente y desempeñar su ministerio al igual
que no quería llamar la atención de los líderes religiosos que comenzaban a
oponérsele. Lamentablemente los dos hombres que habían recibido su vista no
pudieron callar en aquel día: Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella
tierra. Si pudiéramos aprender algo mas de este pasaje es la
importancia de la obediencia. Debemos ser obedientes a Dios en todo aquello que
se nos manda por medio de su palabra, no podemos decir que somos sus hijos y
agradecerle todo lo que ha hecho en nuestras vidas si no estamos dispuestos a
serle fiel aun en los detalles más pequeños.
Dios los bendiga por tan hermosa obra para gloria de Su Nombre.
ResponderBorrarMuy buena enseñanza. Toda la Gloria para Dios.
ResponderBorrarMuy buena enseñanza...Dios les siga bendiciendo siempre
ResponderBorrarMuy buena exposición
ResponderBorrarME GUSTO MUCHO SOLO QUE CORROBORE EL SALMOS 17:21 Y NO SE ENCUENTRA LLEGA HASTA EL 15.
ResponderBorrarMuchas gracias amado estudiante por estudiar la Biblia en nuestro Blog.
BorrarFíjese que ese Salmo, no es el Salmo de la Biblia, sino es la referencia a una literatura que los judíos usaban y que no es inspirada por Dios que ellos llamaban los Salmos de Salomón, un libro no inspirado por Dios que ellos leían y en este, específicamente en el 17:21 hablaba acerca de que el Mesías seria llamado Hijo de David.
Excelente estudio. MUCHAS BENDICIONES POR TAN GRANDE REGALO
ResponderBorrarque genero literario es este pasaje. gracias
ResponderBorrarGracias hermanos. Sigan siendo de bendición y enseñando la palabra de vida
ResponderBorrarBendiciones.. hay algo que me gustaria que me ayudaran a entender. ¿Por que Jesús no quería que los ciegos cuenten de su milagro? Debe haber sido terrible guardar tanta alegría . Aparte de que todos se darian cuenta del milagro.. bendiciones
ResponderBorrarQue buen estudio me gusto gracias y muchas bendiciones
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