“Más
os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo que el Padre me da,
vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del
cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es
la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda
yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado:
Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le
resucitaré en el día postrero”.
Juan 6:36-40
INTRODUCCIÓN
Llegamos
a más de la mitad del capítulo 7 de este evangelio donde ya Jesús se presentó
como el pan de vida, una declaración contundente acerca de su divinidad y no
solo eso, sino que también promete ser el verdadero sustentador de la vida. Así
como el pan y el agua son elementos indispensables para la vida física, así
Cristo lo es no solo para la vida espiritual. Muchos le dan un gran énfasis a
la vida material y luchan por estar bien descuidando la más importante, la
espiritual, sin saber que esta es la más importante, y que si esta está bien la
material o física también lo estará, y no al revés. No debemos olvidar que la
vida en este cuerpo humano es temporal, un día moriremos, pero el alma que está
dentro de nuestro cuerpo es eterna y esta es la que dará cuentas en la
eternidad por todos nuestros pecados, pero Cristo nos ofrece el alimento que da
vida eterna, una promesa gloriosa de la cual podemos estar seguros y en estos
versículos nuestro Señor nos lo deja muy claro.
La Seguridad que nos ofrece Jesús |
LA
IMPORTANCIA DE CREER
“Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis...”
Juan 6:36
Lo
que se hubiera esperado de los judíos es que toda la nación entera creyera en
Jesús, pero lamentablemente no fue así. Aquellos judíos habían seguido a Jesús
porque esperaban que les siguiera alimentando, como lo hizo cuando multiplico
los cinco panes y dos peces para los cinco mil, estos solo buscaban el sustento
material, pero Jesús estaba allí para algo más importante que el bienestar del
cuerpo humano, había llegado para sustentar el alma humana y darle la vida
eterna. Jesús es ese pan que descendió del cielo y promete saciar todas
nuestras necesidades, pero lo único que nos pide es creer en Él, pero aquellos
judíos no lo habían hecho: Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.
Lo único que Dios nos pide para heredar la vida eterna y escapar de la
condenación en el infierno es creer en su Hijo Jesucristo y esta es nuestra
mayor gloria en la cual está fundamentada toda nuestra esperanza: “De cierto, de
cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”,
(Juan 5:24). Nuestra mayor garantía de nuestra salvación son las palabras de
Jesús mismo y en estos versículos sus palabras nos lo vuelven a recalcar. Hay
ciertas cosas de las cuales podemos estar seguros de la salvación que nos
ofrece, veamos cuales son.
LA SEGURIDAD QUE NO NOS ECHA FUERA
“Todo
lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera”.
Juan 6:37
En
primer lugar podemos estar seguros de la salvación que Jesús nos ofrece porque
Él no nos echa fuera. Antes de Cristo el concepto de igualdad entre razas no
existía, de hecho los judíos mantuvieron por siglos un odio racial y aunque
existían algunos gentiles prosélitos que se convertían a su Dios, nunca se les
permitía entrar en su templo, solamente podían tener acceso al patio de los
gentiles. Todos los imperios que llegaron a reinar sobre el mundo, como los
Babilonios, luego los Medos y Persas, después los griegos, y para este tiempo
los romanos se consideraban superiores a todas las naciones; y ni siquiera
entre sus mismas religiones la igualdad era algo que se practicaba ya que las
mujeres, niños y esclavos eran vistos como inferiores en todas las culturas. Pero
desde que Jesús vino a este mundo tenía como fin la salvación no solo de los
judíos, sino de toda la humanidad: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los
gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada
circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo,
alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin
esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en
otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared
intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los
mandamientos expresados en ordenanzas,
para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la
paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando
en ella las enemistades”, (Efesios 2:11-16). La primera cosa de la
que podemos estar seguros en esta vida es que todo aquel que viene a Él no le
echa fuera, sea cual sea nuestra nacionalidad, sexo o condición, Cristo nos
acepta y nos trata sin favoritismos siempre y cuando creamos en su persona,
porque en El no hay acepción de personas: “porque no hay acepción de personas para con Dios”,
(Romanos 2:11).
LA SEGURIDAD DE QUE VIENE DEL PADRE
“Porque
he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me
envió”.
Juan 6:38
La
segunda cosa de la que podemos estar seguros de la salvación que Cristo nos
ofrece es que viene directamente de Dios, y no de un hombre de esta tierra.
Todas las religiones de este mundo y formas de alcanzar el paraíso o estado
superior según lo conciben sus mentes provienen de hombres de esta tierra. Por
ejemplo, el budismo proviene de Buda, el Islam de Mahoma, los miles de dioses hinduistas
proviene de hombres sin dirección divina, de los Dalai lamas, o de los monjes
del Tíbet, el mormonismo proviene de Joseph Smit, los Testigos de Jehová vienen de Charles Rusell, el Adventismos del Séptimo día viene de Elena de White, el
catolicismo y todas sus tradiciones idolátricas provienen de hombres y papas
que torcieron la Escritura y así cualquier religión que ofrece este mundo
proviene de un hombre mortal, pero el Evangelio y Cristo mismo proviene del
cielo, del trono del mismo Dios, y esto nos da un motivo más para estar seguros
de la salvación que Él nos ofrece: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual
nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban
delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y
con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación
pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”,
(Apocalipsis 7:9-10).
LA SEGURIDAD QUE EN CRISTO JAMÁS NOS PERDEREMOS
“Y esta
es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no
pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.
Juan 6:39
En
tercer lugar, podemos estar seguros de la salvación que Dios nos ha dado porque
en Cristo Jesús jamás nos perderemos. Jesús es bien enfático al decir: Que de todo lo que
me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Si hay alguien que estaba muy seguro de su salvación y del poder de Dios para
guardar su alma era Pablo: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”, (Romanos 8:38-39). Es
por todo esto que podemos estar sumamente seguros que si estamos en las manos
de Cristo, nadie nos arrebatara y preservara nuestra alma hasta el día de
nuestra resurrección.
LA SEGURIDAD QUE SOLAMENTE NECESITAMOS CREER
“Y
esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y
cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Juan 6:40
Lo
más maravilloso de todo esto y de lo cual podemos estar seguros es que
solamente necesitamos mirar a Jesús y creer en Él. Cuando el hombre reconoce su
pecado y vuelve a ver al sacrificio de Cristo para creer en Él, puede tener la
seguridad que es salvo, sin obras, sin religión, sin nada más, solamente creer
que Jesús hizo todo lo necesario para salvarlo, entonces nuestra seguridad
crece porque nuestra misma salvación no depende de lo que podemos hacer, que es
muy poco o nada, sino depende de lo que ya Cristo hizo. El mismo apóstol Pablo
lo declaro con estas palabras: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque
con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado”, (Romanos 10:9-11). En el evangelio todo se resume en
creer y nuestra fe en Cristo Jesús es el fundamento en el cual se apoya la
seguridad de nuestra salvación. Por tanto, en Cristo Jesús puede descansar
nuestra alma sabiendo que estamos seguros en sus brazos.
Es interesante comparar Sal 30:5 con Jn 6:38, en el sentido que "El favor de Dios dura toda la vida", sin duda la conducción por el pasaje de Rom 8:38-39, es una confirmación de que si seguimos a Cristo la salvación no se pierde. Jn 6:39.
ResponderBorrarMuchas gracias
Usted lo ha dicho si seguimos sus pisadas, muchos se agarran de la gracia de Dios para hacerse los graciositos llevando una vida de pecado escudándose en la gracia de Dios.
ResponderBorrarQue estudio más edifican te sobre Jesucristo, en el que permite ver claramente 2 momentos, cuando lo quieren hacer rey por sus favores y lo otro cuando no están de acuerdo que es el Pan de la vida...
ResponderBorrarLes diré algo Hermanos y amigos en Cristo. Tenéis ante vosotros el texto evangelístico por excelencia. y lo veis cuando comprendéis, que Juan 6:36-40 tiene toda la Thorá en si,tiene la maravillosa trinidad divina,contiene el plan de Dios, la divinidad del hijo del Padre, nos da certeza, además de promesas que son fundamentales de su evangelio y plan de salvación para todo aquel que tenga que? FE, es decir confianza, certeza, seguridad en Jesús el hijo del Dios viviente.
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