“Decid
a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor”.
Colosenses
4:17 (RV60)
Todos
los creyentes somos responsables de descubrir y poner en práctica nuestros
dones, así como el ministerio o área de servicio en la cual podamos
desempeñarnos dentro de la iglesia. Antes de finalizar su carta a los Colosenses
el apóstol Pablo exhorta a un tal Arquipo a cumplir el ministerio que había
recibido del Señor. La exhortación parece sencilla pero encierra una gran
enseñanza en cuanto a la responsabilidad que todos los cristianos tenemos de
cumplir el ministerio que Dios nos ha dado. La palabra ministerio viene del
griego diakonía (διακονία)
que literalmente significa servicio.
Todos los cristianos hemos sido llamados a imitar los pasos de nuestro Maestro
y Señor Jesucristo y por lo tanto debemos esforzarnos por cumplir el ministerio
o área de servicio a donde hemos sido llamados servir, ya sea como diáconos,
pastores, maestros, escuela bíblica, grupo de alabanza o cualquier otro.
Debemos buscar con responsabilidad nuestra verdadera vocación en el ministerio,
y vivir de acuerdo a la altura de nuestro llamamiento, así lo dice Pablo: “Yo pues, preso en
el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis
llamados”, (Efesios 4:1, RV60). Aquí aparecen dos palabras
interesantes que debemos considerar, y la primera es vocación, la cual proviene
del griego klesis (κλῆσις)
y hace referencia a una profesión u oficio al cual una persona es llamada. La
otra palabra es llamado o llamamiento, la cual proviene del griego káleo (καλέω)
y hace referencia a un llamado personal que se realiza. En este sentido Dios ha
realizado un llamamiento de carácter personal a cada cristiano para servir en
un ministerio o área dentro de la iglesia, pero ¿cómo encontrar nuestra
verdadera vocación al ministerio? Veamos en detalle cómo hacerlo.
Buscando nuestra verdadera vocación en el ministerio |
La búsqueda de nuestra verdadera vocación.
“Pero
cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó
por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los
gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los
que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a
Damasco”.
Gálatas
1:16-17 (RV60)
El primer paso para descubrir el
ministerio o área de servicio dentro de la iglesia es iniciar la búsqueda de
nuestra verdadera vocación. Como Pablo todos hemos sido apartados desde el
vientre de nuestra madre para servirle: Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de
mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le
predicase entre los gentiles. Estas palabras nos recuerdan al llamamiento
que el profeta Jeremías recibió donde Dios le afirmo que desde antes que
naciera había sido reservado para el ministerio profético: “La palabra del SEÑOR vino a mí: «Antes de
formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había
apartado; te había nombrado profeta para las naciones.»”, (Jeremías
1:1-5, NVI). Esto nos enseña que todos hemos sido creados con un propósito
determinado el cual fue elegido por Dios desde antes de que naciéramos en esta
tierra, pero, la pregunta es, ¿cómo descubrir mi verdadera vocación al
ministerio? ¿Cuál es el primer paso que tenemos que hacer para descubrirlo? El
primer paso consiste en iniciar nuestra búsqueda en Dios: no consulté en
seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes
que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Si nos
damos cuenta antes de consultar con cualquier hombre de esta tierra, lo primero
que Pablo hizo para descubrir el ministerio al cual Dios lo estaba llamado fue
subir a Arabia para estar a solas con el Señor y buscar en la dirección divina
las respuestas. El apartarnos para Dios en oración y ayuno, lectura de su palabra y
meditación es el primer paso que tenemos que hacer porque es en la soledad
donde Dios habla a nuestras vidas y nos confirma su voluntad. Muchos de
los grandes ministerios que vemos en la Biblia vieron después de un periodo de
soledad y búsqueda en el Señor. Por ejemplo, Moisés paso 40 años en el desierto
ante de recibir el llamamiento de Dios a su ministerio: “Pasados cuarenta años, se le apareció un ángel
en el desierto cercano al monte Sinaí, en las llamas de una zarza que ardía.
Moisés se asombró de lo que veía. Al acercarse para observar, oyó la voz del
Señor: Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de
Jacob”, (Hechos 7:30-32, NVI). El profeta Elías vivió en cuevas y
desiertos, completamente solitario, oyendo la voz de Dios: “Entonces la palabra del SEÑOR vino a Elías y
le dio este mensaje: «Sal de aquí hacia el oriente, y escóndete en el arroyo de
Querit, al este del Jordán. Beberás agua del arroyo, y yo les ordenaré a los
cuervos que te den de comer Allí”, (1 Reyes 17:2-4, NVI). Nehemías
entro en un periodo de ayuno y oración para recibir la dirección de Dios en
cuanto a lo que tenía que hacer por su pueblo: “Al escuchar esto, me senté a llorar; hice
duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo…”, (Nehemías
1:4, NVI). Juan el bautista recibió la revelación de la palabra de Dios estando
solo en un desierto: “…vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el
desierto”, (Lucas 3:2, RV60). El mismo Señor Jesús se retiró 40 días
a ayunar al desierto para estar a solas con Dios y ser tentado antes de iniciar
su ministerio: “Jesús,
lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al
desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en
aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre”, (Lucas 4:1-2). Y en
general, si queremos descubrir nuestra verdadera vocación debemos apartarnos para
Dios, buscarlo en oración y ayuno, consultarle constantemente hasta recibir de Él
la dirección que necesitamos.
Reconocer nuestros dones y habilidades.
“No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los
dones espirituales”.
1 Corintios 12:1 (RV60)
El segundo
paso para descubrir nuestra verdadera vocación al ministerio es descubrir
nuestros dones y habilidades con el fin de identificar en que área de la
iglesia encajan. Pablo les decía a los corintios que no quería que
ninguno de ellos desconociera la existencia de los dones del Espíritu Santo,
para que cada uno pudiese identificarlos
y buscar el área de servicio dentro de la iglesia: “¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas?
¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones para sanar enfermos?
¿Hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos? Ustedes, por su parte,
ambicionen los mejores dones”, (1 Corintios 13:29-31, NVI). Como
creyentes debemos anhelar los mejores dones con el fin de ejercerlos para la
edificación del Cuerpo de Cristo, eso nos acercara a descubrir el área de
ministerio donde encajemos y seamos de gran utilidad.
Esperar el tiempo de Dios para nuestro llamamiento.
“Había
entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé,
Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado
junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando,
dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he
llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los
despidieron”.
Hechos
13:1-3 (RV60)
Finalmente, debemos saber esperar el tiempo
de Dios para no apresurarnos en sus planes. Pablo supo esperar el
tiempo de su llamamiento, no se adelantó para ir a los gentiles aunque sabía
que ya Dios lo había escogido para eso, sino que busco la dirección divina y
espero el tiempo necesario hasta que el mismo Espíritu Santo lo llamo
definitivamente. Cuando queremos adelantarnos a sus designios podemos echarlo a
perder, tal y como le sucedió a Moisés cuando quiso ayudar a los israelitas en
sus propias fuerzas antes del tiempo de Dios: “Cuando cumplió cuarenta años, Moisés tuvo el
deseo de allegarse a sus hermanos israelitas. Al ver que un egipcio maltrataba
a uno de ellos, acudió en su defensa y lo vengó matando al egipcio. Moisés
suponía que sus hermanos reconocerían que Dios iba a liberarlos por medio de
él, pero ellos no lo comprendieron así. Al día siguiente, Moisés sorprendió a
dos israelitas que estaban peleando. Trató de reconciliarlos, diciéndoles:
“Señores, ustedes son hermanos; ¿por qué quieren hacerse daño?” »Pero el que
estaba maltratando al otro empujó a Moisés y le dijo: “¿Y quién te nombró a ti
gobernante y juez sobre nosotros? ¿Acaso quieres matarme a mí, como mataste
ayer al egipcio?” Al oír esto, Moisés huyó a Madián; allí vivió como extranjero
y tuvo dos hijos”, (Hechos 7:23-29,
NVI). Aún faltaban 40 años para que esto sucediera y durante este tiempo Dios
moldeo su carácter hasta el día que finalmente le hizo el llamamiento al
ministerio que le había preparado: “Un día en que Moisés estaba cuidando el rebaño de Jetro, su
suegro, que era sacerdote de Madián, llevó las ovejas hasta el otro extremo del
desierto y llegó a Horeb, la montaña de Dios. Estando allí, el ángel del SEÑOR
se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza
estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía, así que pensó: « ¡Qué
increíble! Voy a ver por qué no se consume la zarza.» Cuando el SEÑOR vio que
Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: — ¡Moisés, Moisés! —Aquí
me tienes —respondió”, (Éxodo 3:1-4, NVI). Por ende, debemos
comprender la importancia que tiene el saber esperar el tiempo de Dios,
mientras tanto, podemos invertir nuestros días aprendiendo más de su palabra,
buscándolo en oración, descubriendo nuestros dones y habilidades, e
involucrándonos en un área de servicio dentro de nuestra iglesia, eso nos
conducirá a descubrir la verdadera vocación que tenemos y con el tiempo Dios
nos lo ratificara. Como Pablo debemos esperar que sea el Espíritu Santo que nos
confirme, porque entonces nuestro camino será prosperado.
santo tremenda enseñanza Dios le bendiga
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