El Bautismo con el Espíritu Santo



“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
Hechos 1:8 (RV60)

                 Una de las mayores necesidades que todos los creyentes tenemos en la vida para ser mejores testigos de su gracia y desempeñar eficazmente nuestro ministerio es recibir el bautismo con el Espíritu Santo. Llámese Bautismo con el Espíritu Santo a la acción sobrenatural del Espíritu Santo por medio de la cual se derrama su poder en cada cristiano con el fin de capacitarlo para ser un mejor testigo de su obra y vencer al Satanás, al mundo y la carne. Como creyentes necesitamos este poder sobrenatural operando en nosotros ya que es el que nos ayuda para desempeñar de manera más efectiva el trabajo en la obra de Dios. Es importante no confundir el bautismo con el Espíritu Santo con la morada del Espíritu Santo. Recibimos la morada del Espíritu Santo desde el momento en que creímos en Cristo para salvación y uno lo puede ver en la Biblia cuando Jesús antes de irse de este mundo soplo en sus discípulos para que lo recibiesen: “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”, (Juan 20:22, RV60). A partir de este momento todo cristiano pasa a ser templo y morada del Espíritu Santo: “¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?”, (1 Corintios 3:16, NVI). No obstante, después de eso y antes de ascender al cielo les dio órdenes específicas a sus discípulos que esperaran en Jerusalén el bautismo con el Espíritu Santo ya que este les daría el poder para ser testigos eficaces de su gracia y fue así como en el día de pentecostés lo recibieron: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”, (Hechos 2:1-4, NVI). Como podemos ver una de las primeras evidencias de haberlo recibido es el hablar en lenguas: Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas. Esto lo vemos también cuando Cornelio, su familia y amigos creyeron en Cristo, y los discípulos reconocieron que habían sido bautizados por el Espíritu Santo porque los oyeron hablar en otras lenguas: “Los defensores de la circuncisión que habían llegado con Pedro se quedaron asombrados de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los gentiles, pues los oían hablar en lenguas y alabar a Dios”, (Hechos 10:45-46, NVI). Ahora bien, esta acción sobrenatural de Dios más que hacer hablar en lenguas  provee al cristiano un poder o capacitación especial que le ayuda a luchar con el mundo espiritual de maldad y a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Veamos como este bautismo le ayuda al creyente.

bautismo-Espíritu-Santo
El Bautismo con el Espíritu Santo

Provee poder para vencer los deseos de la carne.


“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”.
Romanos 8:1 (RV60)

El recibir el Bautismo con el Espíritu Santo es clave para el cristiano porque en le ayuda a no vivir en la carne, sino en el Espíritu: “Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: « ¡*Abba! ¡Padre!»”, (Romanos 8:13-15, NVI). Por nuestras propias fuerzas seremos incapaces de vencer los deseos de la carne, pero el Bautismo Espíritu Santo nos dará el poder que necesitamos para no ceder ante sus insinuaciones y tener una vida que verdaderamente agrade a Dios con toda la manifestación del fruto del Espíritu que solamente los creyentes espirituales pueden producir: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas”, (Gálatas 5:22-23, NVI).

Abre la puerta para recibir los dones del Espíritu Santo.


“Entonces Pedro, con los once, se puso de pie y dijo a voz en cuello: «Compatriotas judíos y todos ustedes que están en Jerusalén, déjenme explicarles lo que sucede; presten atención a lo que les voy a decir. Éstos no están borrachos, como suponen ustedes. ¡Apenas son las nueve de la mañana! En realidad lo que pasa es lo que anunció el profeta Joel:» Sucederá que en los últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán visiones los jóvenes y sueños los ancianos. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos y mis siervas, y profetizarán. Arriba en el cielo y abajo en la tierra mostraré prodigios: sangre, fuego y nubes de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que llegue el día del Señor, día grande y esplendoroso. Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”.
Hechos 2:14-21 (NVI)

Fue en el día de Pentecostés que el Espíritu Santo bautizo a los primeros cristianos y en su discurso inicial el apóstol Pedro les explico a todo el mundo allí congregado que lo que estaban viendo no era más que el cumplimiento de la profecía de Joel donde Dios prometía derramar de su Espíritu para despertar en su pueblo toda clase de dones espirituales como el de profetizar o ver visiones. Por tanto, el bautismo del Espíritu Santo es importante porque nos abre la puerta para recibir los diferentes dones espirituales que necesitamos para la edificación de nuestra persona y de la iglesia en general. En 1 Corintios Pablos nos enseña que hay diversidad de dones y todos los da el Espíritu de Dios: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”, (1 Corintios 12:7-11, RV60). Esto constituye un privilegio enorme que la iglesia tiene y el bautismo con el Espíritu Santo es el comienzo de ello y todos los cristianos tenemos derecho a ellos, según sea la voluntad de Dios al momento de repartirlos: “Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina… Ustedes, por su parte, ambicionen  los mejores dones”, (1 Corintios 12:11, 31, NVI). 

Da una capacitación sobrenatural para vencer al Reino de las Tinieblas.


“Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
Zacarías 4:6 (RV60)

El bautismo con el Espíritu Santo es importante porque nos provee una capacitación sobrenatural para vencer a Satanás y sus demonios. No debemos olvidar que nuestros enemigos no son hombres de carne y hueso, así como las armas que se usan contra nosotros no son terrenales, sino espirituales. Satanás nos atacara tomando ventaja de nuestra naturaleza pecaminosa, a través de otras personas y de los poderes espirituales, y por esto mismo Pablo nos exhorta a estar firmes ante el mundo espiritual de maldad: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”, (Efesios 6:10-12, RV60). Ante este enemigo espiritual la ayuda del Espíritu de Dios para luchar y vencer se hace necesaria y por ello Zacarías decía que la victoria no estaba en ninguna arma terrenal sino en el Espíritu Santo: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. El bautismo con el Espíritu Santo es un poder que nos capacita a defendernos espiritualmente de los ataques del enemigo y por ello la Biblia habla acerca de vestirnos con toda la armadura del cristiano y usar los medios de defensa que tenemos, la espada del Espíritu que es la palabra de Dios y a orar en todo momento: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”, (Efesios 6:13-18, RV60). El mismo Pablo habla del poder espiritual que mora en nosotros gracias al respaldo del Espíritu Santo: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”, (2 Corintios 10:4-5, RV60). Por tanto, busquemos el bautismo con el Espíritu Santo para experimentar este poder y así resistir mejor los ataques del diablo.

En general, nos ayuda a ser mejores testigos de su gracia.


“Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.  Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;  que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo había antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”.
Hechos 4:23-31(RV60)
                En general el bautismo con el Espíritu Santo nos ayuda a ser mejores testigo de su gracia, especialmente porque el diablo se opondrá por todos los medios posibles a eso. Si hay algo a lo cual todos los cristianos hemos sido llamados es a ser fieles testigos de su gracia, es decir, a testificarle al mundo el mensaje del evangelio. En este pasaje de Hechos 4:23-31 podemos ver como los primeros discípulos fueron echados a la cárcel y después los soltaron recibiendo fuertes amenazas de parte de los sacerdotes y fariseos de Jerusalén para no seguir testificando del nombre de Jesús: “Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho”, (Hechos 4:21, RV60). Es lógico pensar que también nosotros recibiremos oposición y en ocasiones amenazas hacia nuestra propia integridad; pero la pregunta es ¿cómo responder ante tal situación? Muchos toman una actitud equivocada, quejándose de las dificultades que enfrentan desde el momento que decidieron servirle al Señor y por ello deciden renunciar a sus cargos, pero aquí vemos la actitud correcta que los primeros discípulos tomaron: En primer lugar lo que tenemos que hacer ante las dificultades de ser testigos eficaces de su gracia es ORAR: “Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;  que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo había antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús”. Si nos damos cuenta esta oración presenta las siguientes características que deberían estar presentes en nuestras oraciones personales:

1)       Esta oración reconoce la soberanía de Dios y su poder sobre toda potestad.
2)       Esta oración reconoce las dificultades que los siervos de Dios tendrán.
3)       Esta oración pide el respaldo para que sus siervos sigan predicando su palabra y se realicen señales y prodigios aun en medio de las dificultades.


Si nos damos cuenta como resultado de su oración el Señor respondió dándoles poder para realizar su tarea llenándolos del Espíritu Santo para que predicasen la palabra de Dios con toda valentía y autoridad: Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de DiosLa llenura del Espíritu Santo constituye en el creyente un elemento crucial para hacerle frente a todas las dificultades de la vida cristianas y ser un proclamador poderoso de la palabra. A lo largo de la Biblia, incluyendo el Antiguo Testamento podemos ver como esta acción sobrenatural del Espíritu Santo sobre los hombres los capacito para ser mejores siervos de Dios. Por ejemplo, Saúl se llenó de coraje y la autoridad para dirigir a Israel a la batalla cuando el Espíritu Santo vino sobre él: “Y he aquí Saúl que venía del campo, tras los bueyes; y dijo Saúl: ¿Qué tiene el pueblo, que llora? Y le contaron las palabras de los hombres de Jabes. Al oír Saúl estas palabras, el Espíritu de Dios vino sobre él con poder; y él se encendió en ira en gran manera. Y tomando un par de bueyes, los cortó en trozos y los envió por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: Así se hará con los bueyes del que no saliere en pos de Saúl y en pos de Samuel. Y cayó temor de Jehová sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre”, (1 Samuel 11:5-7, RV60). También vemos como Bezaleel y de Aholiab fueron llenos de sabiduría y destreza en toda arte a través del poder del Espíritu Santo: “Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor. Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado”, (Éxodo 31:1-6, RV60). Muchos de los jueces de Israel fueron eficaces en su servicio a Dios debido a que el Espíritu Santo vino sobre ellos, así lo vemos en Otoniel: “Entonces clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró; esto es, a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb. Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a Cusan-risataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra Cusan-risataim”, (Jueces 3:9-10, RV60). En Jefté: “Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté…”, (Jueces 11:29, RV60). En Gedeón: “Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón…”, (Jueces 6:34, Rv60). En Sansón: “Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón...”, (Jueces 14:6, RV60). Además vemos que el David fue ungido por el Espíritu de Dios antes de ser rey: “Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David”, (1 Samuel 16:13, RV60). También el Espíritu Santo vino sobre los profetas para hablar conforme la voluntad de Dios, así lo vemos en Ezequiel: “Y vino sobre mí el Espíritu de Jehová, y me dijo: Di: Así ha dicho Jehová…”, (Ezequiel 11:5, RV60). En Miqueas: “Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado”, (Miqueas 3:8, RV60). Y por deducción todos sus profetas fueron respaldados por el Espíritu Santo: “y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”, (Zacarías 7:12, RV60). El mismo Señor Jesucristo antes de iniciar su ministerio recibió el poder del Espíritu Santo justo después de su bautismo en agua: “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él”, (Mateo 3:16, RV60). Este fue el cumplimiento de una profecía de Isaías 61:1-2 donde afirmaba que el Mesías seria ungido por el poder del Espíritu de Dios para realizar su obra redentora: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”, (Lucas 4:18-19, RV60).

Por tanto, todos necesitamos recibir el bautismo con el Espíritu Santo, y luego velar nuestra vida espiritual para asegurarnos que nos encontramos llenos de su presencia porque solo así seremos fieles testigos de su gracia. Dios espera que todos nosotros seamos fieles testigos de su gracia, que todo el mundo reconozca a través de nuestra vida restaurada, de nuestra predicación y las señales que nos acompañen que somos un pueblo diferente y que Cristo es el único Señor y Dios y para esto el bautismo con el Espíritu Santo es necesario: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”, (Marcos 16:15-18, RV60).

Cómo recibir el Bautismo con el Espíritu Santo.


“Mientras Pedro estaba todavía hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban el mensaje. Los defensores de la circuncisión que habían llegado con Pedro se quedaron asombrados de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los gentiles, pues los oían hablar en lenguas y alabar a Dios”.
Hechos 10:44-46 (NVI)

El bautismo con el Espíritu Santo es un don que Dios ofrece gratuitamente para todos los cristianos. En este sentido, el bautismo con el Espíritu Santo no es algo que se debe ganar a través de muchos ayunos, oraciones o sacrificios personales, ya que representa un regalo que le hace a su iglesia por medio de su gracia. Sin embargo, si revisamos las páginas de la Biblia en hechos de los apóstoles podemos encontrar bajo que circunstancia el Espíritu de Dios bautizo a los creyentes. Cuando Pedro testifico acerca del camino de salvación a través de Cristo a Cornelio y sus invitados el Espíritu Santo vino sobre ellos mientras alababan y glorificaban el nombre de Dios: pues los oían hablar en lenguas y alabar a Dios.  En el día de Pentecostés los cristianos recibieron el bautismo con el Espíritu Santo en el aposento alto, un lugar donde se habían retirado a orar y esperar el cumplimiento de la promesa del Espíritu Santo: “Todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración, junto con las mujeres y con los hermanos de Jesús y su madre María… Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego”,  (Hechos 1:14; 2:1-3, NVI). Por tanto, la oración y adoración juegan un papel muy importante para buscar la conexión de nuestro espíritu con el de Dios y esperar de Él el derramamiento de su poder en nosotros.  También, en ocasiones el bautismo del Espíritu Santo se obtiene cuando un ministro de Dios ora por nosotros por esta petición en específico, tal y como lo hicieron con los samaritanos: “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se enteraron de que los samaritanos habían aceptado la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Éstos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, porque el Espíritu aún no había descendido sobre ninguno de ellos; solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y ellos recibieron el Espíritu Santo”, (Hechos 8:14-17, NVI). En sí, todos debemos buscar nuestra propia experiencia y pedirle a Dios que se cumpla en nosotros esta gloriosa promesa.


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