Jesús y el ayuno (Mateo 6:16-18)



“Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.  Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.
Mateo 6:16-18

Introducción


                   Junto con las limosnas y la oración, el ayuno ocupaba un ejercicio de piedad muy apreciado entre los judíos. De hecho, en la actualidad aún es practicado entre los judíos y musulmanes. En el Antiguo Testamento, los judíos consideraban que el ayuno era obligatorio una vez al año durante el día de la Expiación, tomando de referencia el siguiente texto: “Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo”, (Levítico 16:29-31). Aunque el pasaje no menciona la palabra ayuno, la tradición asociaba las palabras afligiréis vuestras almas con no comer, beber, bañarse, ungirse, llevar sandalias, y hacer uso del matrimonio, y este duraba desde la salida del sol hasta la puesta del sol.

ayuno
Jesús y el ayuno

                Por tanto, el ayuno era visto por los judíos como una señal de duelo y dolor por el pecado de sus almas, así como una señal de arrepentimiento delante de Dios. Podemos ver en la Biblia algunos ejemplos de ellos.

                Tenemos el caso de los habitantes de Nínive, que al enterarse por medio del profeta Jonás que iban a ser consumidos por la ira de Dios por causa de sus pecados, ellos ayunaron en señal de verdadero arrepentimiento y esto alejo el juicio de Dios sobre ellos:

“Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo”.
Jonás 3:5-10
                También conocemos el caso del rey David, el cual ayuno durante siete días delante de Dios cuando se enteró que su hijo moriría por causa de su pecado con Betsabé, mostrando así su arrepentimiento; sin embargo, el niño murió:

“Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra. Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan. Y al séptimo día murió el niño; y temían los siervos de David hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto?”.
2 Samuel 12:16-18
                Otros ejemplos los podemos encontrar en Nehemías, el cual entro en ayuno y oración cuando se enteró que su pueblo estaba en gran afrenta por causa de su pecado: “Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”, (Nehemías 1:4); o en el caso del profeta Daniel, el cual busco a su Dios en ayuno y oración para pedir misericordia cuando Israel estaba en el cautiverio por causa de sus transgresiones: “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza”, (Daniel 9:3), o el caso del sacerdote Esdras que oro y ayuno para pedir la protección divina durante su viaje de Babilonia a Jerusalén: “Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes. Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan”, (Esdras 8:21-22). También podemos ver el caso de Ester que convoco a ayuno a los judíos por tres días para que su misión delante del rey Asuero tuviera éxito y así detener la amenaza de exterminio que Aman había declarado en contra de su raza: “Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca”, (Ester 4:16). En la mayoría de los casos el ayuno va acompañado d un tiempo de oración y se hace con el propósito de humillarse delante de Dios para confesar nuestros pecados y pedir su respaldo divino.

En los tiempos de Jesús el ayuno era igualmente practicado, lo vemos cuando le hacen la pregunta de por qué sus discípulos no ayunaban como los fariseos y los discípulos de Juan: “Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?”, (Mateo 9:14). También hay pasajes que nos dicen que los fariseos ayunaban hasta dos veces a la semana: “ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano”, (Lucas 18:12).  Sin embargo, ahora Jesús está a punto de enseñarnos la manera correcta de ayunar.

La manera incorrecta de ayunar


“Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”.
Mateo 6:16


               En este versículo Jesús deja claro la forma incorrecta de ayunar. Él dice que cuando se ayune, no se debe ser austeros, es decir poner un semblante triste que haga notorio a todos los hombres lo que estamos haciendo. Los fariseos son acusados de hipocresía, ya que ellos amaban que las personas los adularan por su aparente piedad y demudaban el aspecto de sus rostros de tal manera que todos se daban cuenta que estaban ayunando. Ya no era cuestión de afligir su alma y humillarse delante de Dios, sino más bien lo hacían para alardear de su gran piedad, por ello Jesús les dijo: de cierto os digo que ya tienen su recompensa.

                Al parecer desde los días del profeta Isaías se había perdido el verdadero significado del ayuno: humillarse y buscar el rostro de Dios, por ello el antiguo profeta dice: “¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores”, (Isaías 58:3). Definitivamente el ayuno debe traer un cambio en nuestra manera de ser, ya que la humillación conduce al arrepentimiento y este a un cambio en nuestra manera de pensar, sentir y actitudes, no es para nuestro propio gusto, o para querer ser vistos por los hombres y estos nos alaben por nuestra aparente piedad, porque si es así esa será nuestra recompensa.

La manera correcta de ayunar


“Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.
Mateo 6:17-18

               Una vez más el Señor hace hincapié en la importancia de no dar a conocer a los hombres lo que hacemos delante de Dios. La verdadera justicia se practica con un corazón sincero, necesitado de Dios y para Dios. Nunca busca que los hombres se enteren de lo que hace para recibir su aplauso. Con el ayuno es lo mismo, Jesús les dice que deben ungir sus cabezas y lavar su rostro, para que nadie se entere de lo que están haciendo, y así lo que se hace en secreto para nuestro Padre, Él lo recompensará en público.

                Podemos ver como el ayuno se convirtió en una parte muy importante en la vida de la iglesia primitiva. Solían hacer reuniones de oración y ayuno para buscar la presencia y dirección de Dios:

“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”.
Hechos 13:1-3

                También Pablo y Bernabé ayunaban y oraban cuando constituían a los nuevos obispos o ancianos en las iglesias que constituían.

“Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído”.
Hechos 14:23

                En otra ocasión, la Biblia nos narra la conversión de Saulo de Tarso, el cual habiendo quedado ciego de su encuentro con el Señor, fue a Damasco a esperar indicaciones de lo que haría, y mientras esperaba “estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió”, (Hechos 9:9), y más tarde Dios le revelo a Ananías un discípulo que tenía que orar por él diciéndole: “Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista”, (Hechos 9:11-12). Por tanto, el ayuno y oración era una práctica muy común en la iglesia primitiva que les ayudaba no solo a estar en comunión con Dios, ni no también a buscar su respaldo.

                Finalmente, podemos decir, que el ayuno personal es una forma de humillarnos delante de Dios y acompañado de la oración nos ayuda a fortalecer nuestra parte espiritual para hacer frente a las tentaciones y luchas que se tienen en el evangelio, también es una poderosa arma para buscar el respaldo de Dios en la realización de su bendita obra en esta tierra y nuestra lucha con Satanás, como bien lo dijo nuestro Señor Jesucristo: “Pero este género no sale sino con oración y ayuno”, (Mateo 17:21).

19 comentarios:

  1. Muchas gracias por la reseña en verdad que me ha ayudado mucho a entender este aspecto del ayuno.BENDICIONES!

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  2. Muy productivo y clara la interpretación. Aclara mejor nuestra mente a la luz de la palabra. Gracias. Que Dios los bendiga

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  3. Gracias por la interpretación del ayuno, ahora esta mas claro pars mi y mas comprensible. Bendiciones

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  4. Que dios lo bendiga mui claramente la enseñanza fue de gozo y bendicion

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  5. Muy agradecido. Saludos y bendiciones de nuestro buen Dios.

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  6. Excelente primera vez que ayuno y no sabía cómo hacerlo
    Gracias

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  7. Muy claro. Dios los bendiga. Me ha sido de gran ayuda

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  8. muchas gracias por sus estudios,,,,ya e podido estudiar 2 de ellos Jesus y la oracion y este del ayuno...han sido de gran bendicion. muy entendible y con referencia biblica....

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  9. Esta claro el proposito de la oracion y el ayuno me ayudo muchas gracias

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  10. En nuestra manos están las armas más poderosas para estar firmes....ante tentaciones,problemas...!!!😔

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  11. Gracias a Dios por usar su vida para traer este gran mensaje a nuestras vidas.Dios siga bendiciendo su ministerio

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  12. Que bonito es la palabra sobre el ayuno
    gracis que Dios bendiga a todos los que leeron estás estudio

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  13. Amen; muy bonita la interpretación sobre el ayuno me da mucha paz.Dios les bendiga.

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  14. Muchas gracias Dios les bendiga.

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  15. Muchas gracias por compartir esta enseñanza, es una grande bendición estudiar con sus recursos ¡¡¡ que DIOS les bendiga

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