2 Corintios 5:9-10
(RV95)
En su segunda carta a los corintios el apóstol
Pablo toca un tema de suma importancia para todos los creyentes: El tribunal de
Cristo. Aquí las palabras tribunal de Cristo, se traducen directamente del griego bema Jristós (βῆμα Χριστός), donde particularmente bema describe un salón donde son juzgadas las obras de una persona
para recompensarla según lo que haya hecho. Por ello Pablo decía: procuramos
también, o ausentes o presentes, serle agradables, porque es necesario que
todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea
malo.
La palabra que el apóstol utiliza para compadecer es faneróo (φανερόω), la cual puede también traducirse como “hacerse
visible” o “dar a conocer”, lo cual nos sugiere que durante este tribunal
serán sacadas a la luz todo lo que se haya hecho en vida, como cuando se
transmite una película que muestra todos los detalles a la vista pública. Todo
esto ocurrirá y será exclusivo únicamente para los cristianos. Esta verdad debería cambiar dramáticamente
nuestra manera de vivir, puesto que nuestras acciones serán evaluadas por
nuestro Señor en el Tribunal de Cristo: “... Porque todos
compareceremos ante el tribunal de Cristo..... De manera que cada uno de
nosotros dará a Dios cuenta de sí.”, (Romanos 14:10-12, RV60).
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El Tribunal de Cristo |
Es importante no confundir este Tribunal con
el Juicio del Gran Trono Blanco. En ambos juicios Cristo será el juez, solo que
en el primero serán los creyentes que serán evaluados sin posibilidad de perder
la vida eterna, mientras que en el segundo los impíos serán juzgados según sus
obras y lanzados al lago de fuego por toda la eternidad.
“Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de cuya
presencia huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar fue hallado para ellos.
Vi también a los
muertos, grandes y pequeños, que estaban de pie delante del
trono, y los libros fueron abiertos. Y otro libro fue abierto, que es el libro
de la vida. Y los muertos fueron juzgados a base de las
cosas escritas en los libros, de acuerdo a sus obras... Y el que no fue hallado
en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.
Apocalipsis 20:11-12,15(RVA)
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Juicio del Gran Trono Blanco |
Para el creyente, el tribunal de Cristo
tiene un carácter totalmente distinto. Es para manifestación y recompensa. Es
la manifestación de lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, para poder valorizar
la calidad de obra realizada en esta tierra, bien para pérdida o bien para
recompensa. Compareceremos ante Aquel que llevó el juicio de nuestros pecados
en la cruz del Calvario. Por ende, queda claro que los cristianos no seremos
juzgados por nuestros pecados en este Tribunal, pero nunca sabremos, hasta entonces
cuán grande era la deuda de nuestro pecado. A menudo tenemos un concepto muy
pequeño de la grande carga de pecados que Jesús llevó por nosotros y de la nueva vida que nos ha
otorgado. No logramos ver en su justa dimensión lo que significa pecar estando
ya en esta vida de libertad que se nos ha concedido, o lo que realmente implica
ser irresponsable en su obra o tener un mal testimonio; pero aquel día quedara claro.
Todo tiene que salir a la luz, como lo dijo nuestro Señor Jesús: “Porque no hay nada
oculto que no haya de ser manifestado, ni nada escondido que no haya de ser
conocido y salir en claro”, (Lucas 8:17, RVA). Antes de conocer a Cristo
y ser salvos estábamos alejados de Dios por causa de nuestros pecados “Los que viven según
la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:8, RV60), pero cuando Dios nos salvó nos dio una vida nueva
a través de Cristo. A partir de este momento hemos pasado de muerte a vida y ya
no hay condenación para los que creen en Cristo Jesús, sin embargo, somos
diseñados para buenas obras y se nos otorgan diferentes dones y habilidades
para gloria de su nombre y provecho de los demás las cuales serán evaluadas por
nuestro Señor: “Hagan
lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para
nadie en
este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la
herencia...”, (Colosenses
3:23- 24, NVI). Sin embargo, desde que nos convertimos ha habido fracaso y pecado en
nuestras vidas, y aunque todo ello fue llevado por el Señor Jesús en el
Calvario, tiene que ser manifestado el día del Tribunal de Cristo, recibiendo
recompensa aquello que se hizo para Él en obediencia a su palabra; el resto
será todo de pérdida. En el contexto de 1 Corintios 3 Pablo se representa a sí mismo y a Apolos
como los ministros mediante los cuales los corintios habían creído y
sobreedificados. "Yo
planté, Apolos regó pero Dios ha dado el crecimiento" (1
Corintios 3: 6, RV60). Resalta el hecho de que ellos son servidores que
trabajan para edificar sus vidas delante de Dios: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y
vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios” (1 Corintios 3:9, RV60).
Aquí el apóstol haciendo uso de su ingenio literario introduce dos metáforas
para comparar sus ministerios. En primer lugar dice que los cristianos son labranza de Dios a tal punto que los ministros son los responsables
que cuidar la tierra donde han sido sembrados, comparándose así con
agricultores. En segundo lugar compara a los creyentes con un edificio de Dios,
palabras que se traducen del termino griego oikodomé
(οἰκοδομή), palabra compuesta por oikos, que significa hogar, y demo, que significa construir. Siendo
así, los ministros son responsables que cuidar y saber edificar la casa de
Dios, donde la casa de Dios es la misma iglesia. Este pensamiento Pablo lo
desarrolla mejor en los siguientes versículos: “Conforme a la gracia de Dios
que me ha sido dada, como perito arquitecto he puesto el fundamento, y otro
está edificando encima. Pero cada uno mire cómo edifica encima, porque nadie
puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Si
alguien edifica sobre este fundamento con oro, plata, piedras preciosas,
madera, heno u hojarascas, la obra de cada uno será evidente, pues el día la
dejará manifiesta. Porque por el fuego será revelada; y a la obra de cada uno,
sea la que sea, el fuego la probará. Si permanece la obra que alguien ha
edificado sobre el fundamento, él recibirá recompensa. Si la obra de alguien es
quemada, el sufrirá pérdida; aunque él mismo será salvo, pero apenas, como por
fuego”, (1 Corintios 3:10-15, RVA). Sobre el fundamento de
Jesucristo, los ministros, como colaboradores de Dios, están ocupados en erigir la casa de
Dios, pero cada uno debe cuidar la forma de cómo edifica. Algunos pueden ser
irresponsables en cuanto a la predicación de la palabra de Dios, el testimonio
que den y en general la forma de como desempeñen su ministerio, así su
fundamento no estará erigido sobre materiales sólidos y duraderos como el oro,
plata y piedras; y no ser la casa digna de la morada del Espíritu Santo: “justamente
edificados, para morada de Dios en Espíritu” (Efesios 2:22, RVA). Pablo sabia lo importante que era esto y por
tal motivo en esta misma carta amonesto a los corintios para que se alejaran de
celos, disensiones (1 Corintios 3:3), orgullo (1 Corintios 4:18); a no conservar
en la iglesia fornicarios no arrepentidos (1 Corintios 5:1‑2); a no consentir
pleitos entre los hermanos (1 Corintios 6:1), a no permitir que gente ebria se
acerque a la cena del Señor (1 Corintios 11: 21) y en general a cuidar la sana
doctrina (1 Corintios 15:12). Cuando un ministro tolera todas estas cosas está
edificando en madera, heno u hojarascas. Ante esta realidad, debemos cuidar la forma de
cómo nos desempeñamos en nuestro ministerio ya que un día daremos cuenta de
ello: Porque por el fuego será revelada; y a la obra de cada uno, sea la
que sea, el fuego la probará. Para los fieles aquel día será de gran júbilo y
recompensa: Si permanece la obra que alguien ha edificado sobre el fundamento,
él recibirá recompensa; pero para otros será de gran lamentación: Si
la obra de alguien es quemada, el sufrirá pérdida; aunque él mismo será salvo,
pero apenas, como por fuego. Esto significa que un creyente que
no administro sabiamente sus dones y habilidades “sufrirá pérdida” (1 Corintios 3:15 RVA), es
decir, el tiempo, la energía, la
capacidad y las posesiones fueron desaprovechadas en gran manera y tendrá consecuencias
eternas de carácter negativo. En otras partes de las Escrituras se nos pide que
seamos responsables en cuanto a la forma de como cumplimos nuestro ministerio: “Y también el que
lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente” (2 Timoteo
2:5, RV60). El autor a los hebreos
añade: “Porque si
el mensaje anunciado por los ángeles tuvo validez, y toda transgresión y
desobediencia recibió su justo castigo, ¿cómo escaparemos nosotros si
descuidamos una salvación tan grande?”, (Hebreos 2:2-3, NVI).
No
sabemos exactamente como será sufrir esa perdida, lo cierto es que nuestra
salvación no estará en juego: el sufrirá pérdida; aunque él mismo será salvo, pero apenas,
como por fuego. Sin embargo, será un momento vergonzoso en nuestra
eternidad que debemos evitar: “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se
manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él
avergonzados”, (1 Juan 2:28, RV60). Qué triste será solo recibir
grandes aplausos de la multitud aquí en esta tierra, hacer riquezas terrenales
y no invertir nada para el reino de los cielos. Siendo así no se tendrá mucha
recompensa en el cielo. Jesucristo nos muestra que lo realmente importante son
las intenciones con que hacemos las cosas y no en sí cuanto hacemos: “Jesús se
detuvo a observar y vio a los ricos que echaban sus ofrendas en las alcancías
del templo. También vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas de cobre.
–Les aseguro- dijo- que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás.
Todos ellos dieron sus ofrendas de lo que les sobraba; pero ella, de su
pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento”, (Lucas 21:1-4, NVI). Aquí Cristo
nos enseña como Dios mide las cosas. El mide nuestro motivo en la obra que
hacemos. Si es algo para agradar al Señor, o solo para ser visto de la gente. Por
ello es importante no hacer las cosas para buscar la gloria de los hombres sino
para ayudar a nuestro prójimo y honrar verdaderamente a nuestro Señor: “Por eso,
cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de la trompeta, como lo
hacen los hipócritas en las sinagogas y
en las calles para que la gente les rinda homenaje. Les aseguro que ellos ya
han recibido toda su recompensa. Más bien, cuando des a los necesitados, que no
se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha, para que tu limosna sea
en secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará”, (Mateo 6:2-4, NVI).
Las
recompensas que recibirán los creyentes son mencionadas en la Biblia, por
ejemplo la Escritura habla de la “corona de gloria” (1 Pedro 5:4), de la “corona de vida”
(Santiago 1:12; Apocalipsis 2:10), de la “corona de justicia” (2 Timoteo 4:8) y de la “corona de gozo” (1 Tesalonicenses
2:19). Habla también de nuestra posición
en el reino según la fidelidad manifestada: “Tendrás autoridad sobre diez ciudades...tendrás autoridad
sobre cinco ciudades” (Lucas 19:17-19). A las 7 iglesias de Asia
Menor les prometa galardones si llegan a vencer: A la iglesia de Éfeso le dice:
“Al que venciere,
le daré a comer del árbol de la vida, el
cual está en medio del paraíso de Dios”. A Esmirna: “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte”.
A Pérgamo: “Al
que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca,
y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel
que lo recibe”. A Tiatira: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le
daré autoridad sobre las naciones”. A Sardis: “El que venciere será vestido de vestiduras
blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre
delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. A Filadelfia: “Al que venciere,
yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y
escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios,
la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre
nuevo”. A Laodicea: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono,
así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Y
también: “Si
sufrimos, también reinaremos con él” (2 Timoteo 2:12). ¡Lo que ha
sido hecho para el Señor Jesús nunca perderá su gran valor delante de sus ojos!
Por tanto, debemos esforzarnos sabiendo
que hasta el más mínimo detalle será honrado por Dios aquel día: “Y cualquiera que dé
a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es
discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”, (Mateo
10:42, RV60). Que el hecho de compadecer ante el Tribunal de Cristo hable ahora a nuestros corazones y
conciencias, para que nosotros tratemos de hacer como el apóstol Pablo, que
lleno del gozo del amor de Cristo, trataba de vivir su vida en vista de aquel
día.
“Y
si invocáis como Padre a aquel que juzga según la obra de cada uno sin hacer
distinción de personas, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra
peregrinación”.
1 Pedro 1:17 (RVA)
Todos debemos vijilar nuestra vida ya que estaremos en el tribunal de Cristo
ResponderBorrarhermosa reflexion bendito sea dios quien me trajo a leer hoy esta meditacion...en ella hallo respuesta a preguntas q me hacia hoy y motivacion para seguir...
ResponderBorrarluchar con fe y oracion para que nuestras obras no sean reprobadasñ
ResponderBorrarExlelente muy instructivo,me ha sido de valiosa ayuda. Continuen adelante.
ResponderBorrarQue es lo que se va a recibir por lo malo que hicieron? Si es solo para recompensar? Dice que reciban recompensa de lo que hayan hecho, sea bueno o sea malo?
ResponderBorrarRECOMPENSA MENOR RECIBIRAS
BorrarEl hecho que uno haga cosas malas no ameritará ser castigado, sin embargo lo malo que hagamos puede hacer a que perdamos la recompensa y solo seamos salvos (1 Cor. 3:14).
BorrarEs decir recibiría recompensa menor (1 Cor 3:12)
Saludos desde Guatemala, espero no haberte confundido!
Por esa razón hay muchas religiones y todas serán salva, ya que la gran mayoría dicen ser de Cristo. Recuerde que eso es solo una explicación de hombre, de la salvación sabe Dios y usted que sabe cómo está.
BorrarBueno, Dlb, creo que lo que se va es a dejar de recibir todo lo bueno. por lo malo, que se hace, es por eso que debemos tener conciencia de obrar bien en todo lo que hacemos como hijos de Dios.
BorrarGracias por lo ilustrativo, y sencillo para abordar un tema tan importante y trascendente; "un gran aporte"
ResponderBorrarDios bendiga sus vidas, son de grande bendición.
ResponderBorrarLindo mensaje lo insta a cuidarse así mismo da temor porque muchos hemos tenidos caídas y aveces hemos caídos muy bajos cristo tenga misericordia Dios te bendija mi Hno x esa gran enseñanza
ResponderBorrarCómo es posible que nuestra malas obras estén presentes en el cielo
ResponderBorrarEs importante saber que Dios esta con nosotros todo el tiempo y mira todo lo que hacemos si bien un día seremos juzgados lo importante es el hoy que tengamos ese pensamiento de ser le agradable cada día bendiciones
ResponderBorrarPregunta,cada vez que un cristiano muere va al tribunal de Cristo?
ResponderBorrarLiteralmente, el cristiano que muere en Cristo pasa a estar en el juicio particular, que algo así como un juicio individual pero, a diferencia del perdido o impío, este aún así será salvo por la fe en lo que Jesús hizo en la Cruz por él siendo un pecador y si lo aceptó como su verdadero Dios.
BorrarEl tribunal de Cristo será después del arrebatamiento
ResponderBorrarCreo en la importancia de seguir haciendo la voluntad de Dios y seguir caminando con fe hacia la vida eterna con Cristo. Vamos Iglesia no desmayes que falta poco para llegar al tribunal de Cristo recibiremos la recompensa de la vida eterna.
ResponderBorrarEs una bendición poder en contrar algo que nos alluda aconoser más de la biblia
ResponderBorrar