“Entonces vinieron a él los discípulos de Juan,
diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus
discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas
tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando
el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie pone remiendo de paño
nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor
la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se
rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino
nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente”.
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Mateo
9:14-17
Introducción
Después del llamamiento de Mateo y antes de iniciar la
última sección de tres milagros que se han estado presentando en este
evangelio, llegamos a este grupo de versículos que nos muestran la autoridad de
Jesús para interpretar, criticar, modificar o aun anular costumbres religiosas
que no revelan la verdadera esencia de la palabra de Dios. Una vez más la
autoridad del divino Maestro es puesta a prueba por otro grupo religioso
llamados los discípulos de Juan, pero como siempre esto provocara una gran
enseñanza acerca de la verdadera interpretación de las leyes divinas del reino
de los cielos.
El Evangelio versus las tradiciones religiosas |
La pregunta de los discípulos de Juan el Bautista
“Entonces vinieron a él los discípulos de Juan,
diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus
discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas
tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando
el esposo les será quitado, y entonces ayunarán”.
Mateo
9:14-15
El texto presenta a los discípulos de Juan el Bautista
haciéndole una pregunta a nuestro Señor Jesucristo. Al parecer, a pesar que su
maestro Juan había sido encarcelado y posteriormente ejecutado, algunas
personas de este grupo persevero manteniéndose unido en fidelidad al Bautista.
Sin embargo, este nunca fue el anhelo de Juan. Durante el poco tiempo que duro
su ministerio, Juan se enfocó en preparar a la gente para que se convirtieran
en los discípulos de Jesús, su objetivo era dar testimonio del Verbo de vida y
no de él mismo. Lo vemos incluso permitiendo que sus discípulos lo dejaran para
seguir al Mesías: “El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y
mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le
oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y
viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que
traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron
donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima”. (Juan 1:35-39). No obstante, algunos de los
discípulos de Juan el Bautista sintieron celos del ministerio de Jesús: “Y
vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado
del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él”, (Juan 3:26), y al parecer llegaron a formar
un grupo religioso que sobrevivió varios años, tal y como nos sugiere el libro
de Hechos de los Apósteles: “Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones
superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo:
¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni
siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues,
fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan”, (Hechos 19:1-3). Ahora los vemos en este
pasaje preguntándole a Jesús: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas
veces, y tus discípulos no ayunan?
Las palabras muchas veces
nos sugieren que el ayuno era una práctica muy frecuente entre ellos junto con
la oración y la limosna, sin embargo, el Antiguo Testamento establecía un día
como obligatorio para ayunar: el día de la expiación (Levítico 23:27), y según la enseñanza de Isaías 58:6, 7 y Zacarías
7:1–10 lo que Dios pide no es un ayuno literal, sino un amor cuyo alcance sea tanto para el Señor como
para los hombres.
Ante su pregunta, Jesús
responde: ¿Acaso
pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con
ellos? Aquí Jesús utiliza otra figura literaria que
corresponde a sus costumbres judías y que ellos entendían perfectamente. Cuando
una pareja judía se casaba había una gran alegría. Por una semana completa
había una verdadera fiesta donde las puertas de la casa se mantenían abiertas
recibiendo a sus amigos más íntimos los cuales compartían la felicidad del
nuevo matrimonio. Cuando Jesús hace referencia a los que están de bodas,
literalmente dice: juíos jo numfón (υἱός ὁ νυμφών), que se puede traducir como los hijos de las cámaras nupciales, los
cuales eran los amigos de confianza de la pareja que los acompañaban en su gozo
y celebración durante toda la semana. Ahora bien, cómo podrían estos estar de
luto mientras la pareja estaba de fiestas. De igual forma cómo podían estar de
luto los discípulos mientras su Maestro
estuviera con ellos. Algo parecido ocurre con los cristianos. Cuando somos
perdonados por nuestros pecados y nos hacemos herederos de la vida eterna y todas
sus promesas, un gozo indescriptible invade toda nuestra alma y la tristeza y
desesperanza abandonan nuestra vida. Sin embargo, Jesús aclara que no siempre
será todo fiesta, sino que vendrán días de angustia donde será necesario
ayunar: Pero
vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Igual es en nuestra vida cristiana, así
como hay momentos de victoria y gran gozo, también vienen días difíciles, donde
nuestra alma se viste de cilicio y el ayuno es necesario; pero no por siempre
porque al final de toda tormenta nos espera el sol de Justicia.
Nuevas ideas que contradicen la tradición religiosa
“Nadie
pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del
vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra
manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero
echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan
juntamente”.
Mateo 9:16-17
Jesús
tuvo que lidiar con el problema de querer introducir nuevas ideas en la mente
de personas arraigadas a sus antiguas tradiciones religiosas. Obviamente la
tradición enseñaba que un verdadero religioso se media por la cantidad de
ayunos, oraciones y limosnas que daba. De hecho podemos ver que algunos de ellos
acostumbraban ayunar hasta dos veces por semana (Lucas 18:11); pero ahora viene
Jesús y en lugar de hacer todo esto, mantiene un ambiente de gozo entre todos
sus discípulos, algo completamente contrario a la tradición judía. Sin embargo,
Jesús aclaro que es muy difícil querer mezclar las verdades reveladoras del
evangelio de Dios con las creencias y tradiciones humanas. El gran Maestro
utiliza dos figuras literarias para ilustrar esta divina verdad. En primer
lugar dice que es imposible querer remendar la rotura de un vestido viejo con
un paño nuevo. Todos sabemos que después de muchas lavadas los vestidos tienden
a encogerse y si alguien le pone a la rotura un paño nuevo, cuando este sea
lavado el paño nuevo se encogerá y tirara de todo el vestido y la rotura será
aun peor. En segundo lugar está el ejemplo del vino nuevo en odres viejos. El
odre era un recipiente hecho de cuero de animal. Prácticamente al animal muerto
se le quitaba su piel, se cocía desde el cuello hasta el abdomen formando una
especie de ovalo, se sellaba de las patas y se dejaba una pequeña abertura de
la parte del cuello, lo cual servía como salida del líquido. Cuando el odre era
nuevo la piel tendía a estirarse lo cual era apropiado con el vino nuevo el
cual en sus primeros días por la fermentación los químicos tienden a aumentar
la presión al interior del recipiente lo que provocaba que el recipiente se
estirara. Ahora bien, si el recipiente era viejo, la piel ya había perdido sus
características de elasticidad y este terminaba rompiéndose y el vino
derramándose. Por eso era lógico echar el vino nuevo en un odre nuevo y no en
un viejo.
De manera similar, es imposible
querer conciliar las verdades del evangelio con las creencias y tradiciones de
la religión. Ambas se oponen entre sí. Incluso hoy en día el cristianismo tiene
que estar abierto para no caer en este error negándose a aceptar posibilidades de
nuevas formas de hacer las cosas, siempre y cuando no contradigan la palabra de
Dios. Podemos recordar el testimonio de David Yonggi Cho, cuando inicio el
movimiento de reuniones familiares en las casas de los creyentes. Prácticamente
el modelo consistía en establecer a un hombre que fungía como el líder del
grupo familiar el cual era encargado de predicar el mensaje del evangelio a todos
los invitados; pero el modelo presento un problema: no habían hombres con
tiempo disponible para dedicarse a esta labor, sus trabajos no se los
permitían. Pidiendo dirección de Dios el pastor Cho encontró en la Biblia
pasajes donde le mostraba que había mujeres que se dedicaron al trabajo en la
obra del Señor, lo que le dio la idea de instalar mujeres para esta tarea. La
nueva idea choco tremendamente en una sociedad oriental que no aceptaba que la
mujer ejerciera un privilegio de autoridad, sin embargo, a pesar de la
oposición, Cho las invistió de esa autoridad para que predicaran la palabra de
Dios bajo la sombra de su ministerio. Ahora podemos ver que esta idea se
esparció en todo el mundo y hoy ha impactado tremendamente. Podemos también
recordar la historia de John Bunyan, el cual escribió una novela cristiana que
relataba el peregrinar de los cristianos en esta tierra, desde su conversión
hasta el cielo; pero lo hizo en un estilo literario que nadie había usado:
alegorías. La nueva idea fue rechazada por los ministros de aquel entonces,
pero eso no lo detuvo y escribió el Progreso del Peregrino, el libro más leído
a nivel cristiano después de la Biblia. Finalmente podemos retroceder hasta la
época de las grandes misiones en Inglaterra, cuando los misioneros no habían
podido impactar la China con el mensaje del evangelio. Hubo un hombre llamado Hudson
Taylor que fue averiguar porque las misiones inglesas habían fallado y se dio cuenta
que el problema era que cuando un chino creía en Jesús lo querían obligar a
abandonar su vestuario, manera de hablar y aspectos culturales. La solución fue
fácil. Aprendió el chino, se dejó crecer el cabello hasta formarse una gran
trenza como ellos, se puso un quimono y vivió entre ellos de acuerdo a sus
aspectos culturales. El resultado fue que el evangelio entro al interior de la
China. Por tanto, debemos estar conscientes que las verdades divinas del
evangelio jamás armonizaran con las creencias y tradiciones de la religión
humana, pero en ocasiones se pueden presentar nuevas formas de hacer las cosas
contrarias a como se han hecho, que no contradicen la palabra y
que pueden impactar enormemente en esta tierra para salvación de las almas
perdidas.
Muy entendible, que el señor siga bendiciendo su ministerio bendiciones 😇
ResponderBorrarQue bendición, aprender de una manera tan clara y sencilla.El Señor los bendiga grandemente
ResponderBorrarDe grande bendición, muchas gracias, Dios con ustedes.
ResponderBorrarGracias hermano, bendiciones
ResponderBorrarSaludos y bendiciones. Este texto es bien orientador, ya que pone a uno en el contexto del relato y uno queda claro con los términos utilizados. Gracias desde Rep. Dom.
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