“Cuando, pues, el Señor
entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), salió de
Judea, y se fue otra vez a Galilea. Y le era necesario pasar por Samaria. Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada
Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo
de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo:
Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber,
que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí”.
Juan
4:1-9
INTRODUCCIÓN
El
apóstol Juan inicia un nuevo capítulo donde nos presenta una historia muy
conocida por la iglesia del Señor: El encuentro de Jesús con la samaritana. En
los tiempos de Jesús la región de Palestina estaba claramente dividida en tres
zonas geográficas. En el sur se encontraba la parte de Judea donde se ubicaba
el Templo que Herodes el Grande había reconstruido en Jerusalén. La parte norte
estaba constituida por Galilea y en medio de ambas se encontraba Samaria. Ahora
nuestro Señor Jesucristo abandona Judea y se dirige a Galilea pero antes le es
necesario pasar por Samaria donde se dará a conocer en una mujer muy
despreciable en sus tiempos.
Jesús y la samaritana |
JESÚS SE DIRIGE A GALILEA
“Cuando, pues, el Señor
entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), salió de
Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Juan
4:1-3
Los
primeros tres versículos del capítulo cuatro nos conectan con los
acontecimientos relatados al final del capítulo 3 del mismo evangelio. Si
recordamos hubo una discusión entre los discípulos de Juan y los judíos
referente a la purificación: “Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos
acerca de la purificación”, (Juan 3:25). Aparentemente eran más las
personas que se bautizaba siguiendo a Jesús que los seguidores de Juan el
Bautista. El texto es claro al decir que no era Jesús el que bautizaba, sino
sus discípulos en su nombre. Todo esto debió traer la envidia de los fariseos
los cuales se oponían abiertamente al ministerio de Jesús y al ver que el número
de sus discípulos crecía su enojo se alimentó aún más. Obviamente los fariseos
no se opusieron tanto al ministerio de Juan el Bautista, ya que él mismo
aseguro no ser el Mesías cuando le preguntaron acerca de él. Pero con Jesús era
diferente ya que sus obras y testimonio declaraban su carácter mesiánico, algo
que a ellos no les gustaba. Por esa razón el texto dice que Jesús salió de Judea, y se
fue otra vez a Galilea ya que su hora aún no había llegado.
LA NECESIDAD DE PASAR POR SAMARIA
“Y le era necesario
pasar por Samaria. Vino, pues, a una
ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo
José. Y estaba allí el pozo de Jacob”.
Juan
4:4-5
El
apóstol resalta unas palabras que no podemos pasar por alto: Y le era necesario
pasar por Samaria. Después de la muerte de Salomón surgieron dos
divisiones principales entre los hebreos, la del sur designada por Judá cuya
capital llego a ser Jerusalén e Israel en la parte Norte del cual Samaria llego
a convertirse en su capital. En el año 722 a.C. el reino del norte, Israel,
cayó ante el poderío de los asirios y la mayoría de ellos fueron deportados a
Asiria: “En el
año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, y llevó a Israel cautivo a
Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de
los medos”, (2 Reyes 17:6). Los pocos israelitas que quedaron con el
tiempo se mezclaron con otras naciones que el rey de Asiria llevo a Samaria
perdiéndose así la pureza de la raza israelita y resulto una nueva raza mixta: “Y trajo el rey de
Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso
en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a
Samaria, y habitaron en sus ciudades”, (2 Reyes 17:24). Esta mezcla
de razas disgusto tanto a los habitantes de la parte sur que a pesar de la
deportación se esforzaron en no contaminarse con otras razas como lo habían
hecho sus hermanos en la región del norte. A partir de aquí comienza una
diferencia racial que los llevo a odiarse unos a otros. Después del cautiverio,
Judá y Benjamín regresaron a su tierra y comenzaron a reconstruir el Templo en
Jerusalén a lo cual se les quiso unir los samaritanos pero Zorobabel se los
impidió (Esdras 4:3). También vemos en el libro de Nehemías como los
samaritanos junto con otros pueblos se les opusieron en la reconstrucción de
los muros en Jerusalén (Nehemías 4:1-2). Desde entonces judíos y samaritanos no
se llevaban entre sí a tal punto que los samaritanos decidieron edificar su
propio Templo para adorar a Dios en el monte Gerizim. De acuerdo al historiador
judío Josefo, fue Sanbalat el que dirigió la construcción del Templo samaritano
entre los siglos V y IV a.C., en tiempos de Alejandro Magno. Con el tiempo los samaritanos
llegaron a establecer su religión basándose en la ley de Moisés pero negaban la
autoridad divina de los profetas. La diferencia entre los judíos y los samaritanos
se agudizó en tiempos de Antíoco IV Epífanes. Mientras los judíos resistieron
sus intentos de helenizarlos, sufrieron grandes persecuciones de los sirios (2
Macabeos 6), los samaritanos decidieron adorar a Zeus en su templo del monte
Gerizim por considerarlo el defensor de los extranjeros (2 Macabeos 6:2). Posteriormente
cuando los judíos recuperaron el control de Palestina durante el reinado de los
Macabeos, se pusieran en contra de los samaritanos, y Juan Hircano (135-105/104
a.C.) destruyo el templo del monte Gerizim en el 128 a.C. Sin embargo, los samaritanos
continuaron celebrando servicios religiosos en la cumbre, junto al lugar donde
había estado su santuario, por considerar que ése era el verdadero lugar de
culto (Juan 4:20, 21). Al conocer el contexto histórico de ambas razas podemos
comprender porque judíos y samaritanos no se llevaban entre sí en los tiempos
de Jesús.
Cuando un judío quería ir de
Jerusalén a Galilea tenía dos opciones. La primera era pasar por Samaria lo
cual implicaba un viaje de 3 días aproximadamente. También estaba otra ruta
alrededor del rio Jordán que era más larga y que consumía una semana el llegar
a su destino. Obviamente los judíos preferían el viaje largo ya que para ellos
era completamente detestable el pasar por Samaria por su enemista racial e histórica;
sin embargo, a Jesús le era necesario pasar por Samaria. Nuestro Señor sabía
que allí había una mujer despreciada hasta por su propio pueblo la cual
necesitaba el don de la vida eterna que solo Él podía darle. También sabía que
esta mujer se convertiría en un poderoso instrumento para llevar el mensaje del
evangelio a sus compatriotas. El texto nos dice que Jesús vino a una de las
ciudades de Samaria llamada Sicar. Hay dos teorías populares en cuanto a Sicar.
Basándose en lo que dice Juan: Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la
heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob,
muchos opinan que se refiere a Askar, una ciudad ubicada cerca de Siquem la
cual Jacob compro (Génesis 33:18-19). Esta misma tierra fue dada a José en
heredad (Génesis 48:21-22) y más tarde José pidió que cuando los hijos de
Israel volvieran a la tierra que Dios les había prometido lo sepultaran allí
(Génesis 50:25; Josué 24:32). Otros sugieren que Sicar sería la misma ciudad de
Siquem, siendo una corrupción idiomática irónica de ésta, pues Sicar quiere decir
“una ciudad borracha” o “una ciudad mentirosa”. Es en esta
ciudad donde estaba el famoso pozo de Jacob el cual tenía más de 30 metros de
profundidad donde el agua llegaba filtrándose por las tierras de alrededor formando
un depósito, y fue allí donde Jesús decidió hacer su escala.
JESÚS ROMPE LAS BARRERAS ENTRE PERSONAS
“Entonces Jesús,
cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino
una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus
discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le
dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?
Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí”.
Juan
4:6-9
Juan
nos dice que después del viaje Jesús quedo cansado del camino, se sentó así junto al pozo,
mostrándonos que a pesar de su divinidad, también fue un hombre perfecto
sometido a todas las limitaciones del cuerpo humano. Los versículos también nos
dicen que era como la hora sexta, la cual corresponde a las 12:00 PM y fue allí
donde llego una mujer de Samaria a sacar agua del pozo. Uno podría preguntarse
por qué una mujer iba a esta hora a sacar agua del pozo cuando la costumbre era
que las mujeres del pueblo solían ir a las primeras horas del día o en la tarde
a hacer esta labor y así evitar el calor del medio día: “E hizo arrodillar los camellos fuera de la
ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora de la tarde, la hora en que salen las
doncellas por agua”, (Génesis 24:11). La respuesta es fácil, evitaba
el encontrarse con las mujeres del pueblo debido a que era discriminada por su
conducta impropia. Como veremos más adelante, Jesús le declara lo vergonzosa
que era su vida al estar unida a un hombre que no eran su marido, lo cual
provocaba el desprecio de su sociedad: “… porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no
es tu marido”, (Juan 4:18). Esto la obligaba a evitar el contacto
con los demás ya que seguramente era mal vista y despreciada por lo que hacía.
Por tanto, era de esperarse que las personas la rechazaran, especialmente los
rabinos. Sin embargo, Jesús no considero estas barreras, sino que le dirige la
palabra pidiéndole agua con el objetivo de iniciar una conversación: y Jesús le dijo:
Dame de beber.
Al considerar esta parte podemos
ver como el Señor derribo varias barreras que en ocasiones separan al hombre de
Dios. En Primer lugar podemos ver derribada la barrera de la religión la cual
le prohibía a un judío y en especial a los rabinos a acercarse a una mujer
pecadora como esta. En segundo lugar vemos derribada la barrera del odio
racial. Aquella mujer se sorprendió que Jesús le hablara: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber,
que soy mujer samaritana? Ningún judío se hubiera atrevido a
hablarle a un samaritano por las razones antes vistas, no obstante, para el
Señor la raza no tenía mayor importancia mostrándonos que verdaderamente las
barreras raciales no existen con Él. Finalmente vemos como Jesús rompe la
barrera de la diferencia de sexo ya que decidió hablarle a la mujer estando a
solas con ella. El texto nos dice que sus discípulos se habían retirado a
comprar a la ciudad algo que comer, por lo que el Señor se encontraba solo y en
sus tiempos era mal visto que un hombre le hablara a una mujer en la calle,
razón por la cual sus discípulos al regresar se maravillaron de encontrarlo
hablando con ella: “En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que
hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué
hablas con ella?”, (Juan 4:27). Los rabinos estrictos tenían
prohibido hablar con una mujer fuera de casa. Un rabino no podía hablar en
público ni siquiera con su mujer, hermana o hija, hasta llegaban al absurdo que
cerraban los ojos cuando iban por la calle para no ver a las mujeres y se
chocaban con las paredes y las esquinas. Para un rabino, el que le vieran
hablando con una mujer en público era el fin de su buena reputación; pero ahora
vemos aquí a Jesús hablando a pleno día con ella. Todo esto nos enseña que
verdaderamente Jesús no hace acepciones de personas. Al hablarle a la mujer
estaba derribando las barreras de la nacionalidad, el sexo y la religión, las
cuales les hubiera prohíbo a un rabino juntarse con esta clase de mujeres. No
cabe duda que a Dios no le importa la nacionalidad, clase social, sexo o
cualquier otra cosa, pudiera tratarse de la persona más inmoral de este mundo,
pero si en su corazón existe una necesidad de Dios y está dispuesto a correr a
Cristo, puede estar seguro que no será rechazado.
Excelente explicación. Gracias
ResponderBorrarimpresionante ! Jesús rompe cualquier barrera para que conozcamos a Dios , gracias el análisis que hacen de las escrituras . bendiciones
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