“Y entrando él en la barca, sus discípulos le
siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que
las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le
despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué
teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y
al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo:
¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? ”.
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Mateo 8:23-27
Introducción
Jesús calma la tempestad |
El Mar de Galilea |
La terrible tempestad
“Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí
que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la
barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor,
sálvanos, que perecemos!”.
Mateo 8:23-25
Jesús calma cualquier tempestad |
En el griego original
la palabra que se usa para describir la tempestad es seismós (σεισμός) de la cual proviene la palabra
sismo, cuando nos referimos a un terremoto. También encontramos que la palabra
grande, para referirse a las olas, proviene del adjetivo griego mégas (μέγας), lo cual sugiere algo
agrandado un millón de veces. Por tanto,
podemos entender la magnitud de aquella tormenta, la cual de manera súbita se
había presentado con fuertes vientos estrepitosos y hacían que se levantaran
olas gigantescas que parecía que la barca se iba a hundir. Por ello Mateo
señala que las olas cubrían la barca, mientras que Marcos y Lucas agregan que parecía que
la barca iba a ser hundida: “Pero se levantó una gran tempestad de viento, y
echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba”, (Marcos 4:37). En el libro del
profeta Jonás encontramos otra historia de marineros que se vieron atrapados
por una terrible tormenta:
“Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar
una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. Y los marineros
tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que
había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al
interior de la nave, y se había echado a dormir… Y aquellos hombres trabajaron
para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba
embraveciendo más y más contra ellos.”,
(Jonás 1:4-5, 13). Posiblemente, los discípulos como los marineros de la
historia de Jonás lucharon por estabilizar la nave, no olvidemos que la mayoría
de ellos eran pescadores experimentados criados en el mar, pero tan grande era
la tormenta que sus esfuerzos fracasaron. Curiosamente podríamos encontrar un
paralelo con la historia de Job, donde los marineros al verse afligidos
lucharon por que la nave no se hundía mientras que Jonás dormía. Igualmente la
escritura dice que Jesús dormía: pero él dormía.
Entonces los discípulos entraron en gran pánico. En Mateo dice que los
discípulos clamaron: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!
Marcos dice que ellos gritaban: “Maestro, ¿no tienes cuidado
que perecemos?”,
(Marcos 4:38), mientras que Lucas dice que ellos diciendo: “¡Maestro, Maestro, que
perecemos!”, (Lucas 8:24). Sea como sea, debió haber un sinfín de gritos clamando
ayuda a Jesús, a tal punto que lo interrumpieron de su sueño.
Jesús calma la tempestad
“Él les dijo: ¿Por
qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos
y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo:
¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? ”.
Mateo
8:23-27
Curiosamente, mientras
ocurría esta gran caos donde los discípulos pensaban que el fin había llegado,
nuestro Señor Jesús estaba dormido en la popa de la barca, tal y como lo aclara
el evangelista Marcos: “Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal”, (Marcos 4:38). El tiempo usado en
el original describe a Jesús pacíficamente dormido. Esto nos ofrece un lindo
cuadro que contrasta con la escena de los abatidos discípulos. Había trabajado
arduamente y estaba muy cansado, ya que no olvidemos de que Él es hombre
perfecto. Además, no le era difícil quedarse profundamente dormido, porque su confianza
en el Padre celestial no vacilaba. Ni el rugido del viento ni la embestida de
las olas y ni siquiera el balanceo brusco y continuo del barco pudo
despertarlo. Esto es un verdadero ejemplo de que cuando tenemos fe la paz nos
acompaña aun en medio de las peores situaciones. En la historia de Jonás los
marineros despiertan a Jonás y al echar suertes se dan cuenta que la tormenta
se debía a la presencia del profeta en su barco y fue allí donde les declaro
que huía del Señor y ellos le preguntaron que podían hacer para remediar la situación:
“Y le
dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se
iba embraveciendo más y más. Él les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el
mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran
tempestad sobre vosotros”, (Jonás 1:11-12). Sin embargo, esta opción no les pareció bien a los
marineros por lo que decidieron seguir combatiendo con sus propias fuerzas: “Y aquellos
hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque
el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos”, (Jonás 1:13). Muchas personas
son como estos marineros, a los cuales cuando se les ofrece el camino de salvación
deciden seguir esforzándose por resolver sus problemas por sus propias fuerzas,
aun en las peores situaciones de su vida. Finalmente los marineros se dieron
cuenta que no tenían otra opción que obedecer la palabra del profeta y así
hicieron: “Entonces
clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos
nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre
inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido. Y tomaron a Jonás, y
lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor”, (Jonás 1:14-15). Podemos ver
como el sacrificio de un hombre salvo la vida de todos los marineros. Así el
sacrificio de Cristo salva las nuestras y nos da la victoria sobre todos
nuestros problemas.
Volviendo
a nuestra historia original vemos que Jesús es despertado de su sueño, y
entonces los reprendió por su falta de fe: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Anteriormente sus discípulos había presenciado las sanidades que Jesús había
realizado, pero el temor se apodero de ellos. El temor los hizo entrar en
pánico y perdieron la calma. También no podemos decir que perdieron su fe
totalmente ya que al buscar a Jesús y despertarlo para que los salvara
expresaban su confianza en que realmente los podría ayudar, y por ello Jesús
les dice hombres de poca fe. Las palabras poca fe, en el griego original
provienen de una sola expresión, oligópistos
(ὀλιγόπιστος) y denotan una falta de confianza. La palabra temer
se traduce del adjetivo deilós (δειλός), que
también puede traducirse como cobarde. Esto nos muestra que la fe requiere
valentía, confiar en Dios implica no dejarse aterrorizar por las dificultades o
pruebas de la vida y nuestra firme confianza en la providencia de Dios traerá
sobre nosotros la paz de Dios aun en medio de las peores situaciones. Como
cristianos todos vamos a atravesar terribles tormentas en la vida las cuales
amenazaran destruirnos, pero es importante no dejarnos intimidar por ellas.
Nuestra confianza debe ser firme, nuestra fe debe prevalecer creyendo que Dios
realizara el milagro a favor de nuestra vida.
La vida es como una
barca, en la vida enfrentaremos muchas tormentas, pero también al final de cada
tormenta nos espera un nuevo amanecer, lo importante es asegurarnos de que
Jesús esté en nuestra barca.
“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si
por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la
llama arderá en ti”.
Isaías
43:2
En el momento de que Jesús
reprendió a los vientos y al mar, hubo una gran bonanza a tal punto que los
discípulos se maravillaron diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le
obedecen? Este que estaba en
la barca una vez más demostró su autoridad mostrando que no solo tenía poder
sobre las enfermedades y demonios, sino también sobre la naturaleza misma, lo
cual comprobaba que definitivamente era el Mesías tan esperado. En la Biblia
encontramos hombres que gozaron el respaldo de Dios, sus obras testificaba eso,
y algunos tuvieron autoridad sobre los elementos de la naturaleza. Por ejemplo
tenemos a Moisés que dividió las aguas del Mar Rojo para que Israel pasara en
seco, tenemos a Josué que cuando Israel paso a Canaán, el rio Jordán se
dividió, o el terremoto que derribo las murallas de Jericó o cuando él ordeno
que el sol y la luna se detuvieran. También podemos ver que tanto Elías como
Eliseo dividieron las aguas del rio Jordán. Estas obras milagrosas sobre la
naturaleza era un testimonio de aprobación de Dios a estos hombres y ahora
vemos a un hombre llamado Jesús que goza del mismo respaldo.
Jesús calma cualquier tempestad |
“¿Quién es este hombre? El sueño y su humanidad
demostraba que era hombre, pero el mar y la tranquilidad manifestaban que era
Dios”.
San Juan Crisóstomo
que buena explicación Jehová le bendiga
ResponderBorrarexcelente y sencilla. muy entendible!!
ResponderBorrarbendiciones
Muy buena explicación Dios continúe bendiciendo su vida
ResponderBorrarExcelente Dios te bemdiga mi hermano
ResponderBorrarExcelente y muchas gracias. Doo le continúe dando sabiduría y entendimiento. Si me puede enviar al correo otras enseñanzas le agradezco mucho.
ResponderBorrarMuchas gracias Dios le continúe bendiciendo. Si me puedes enviar otras enseñanzas al correo le agradezco mucho.
ResponderBorrarDios la bendiga.
BorrarGracias por estudiar la palabra de Dios y visitar nuestro Blog.
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Bendiciones
Dios le bendiga ...Y que cada día lo llene de su sabiduría
ResponderBorrargaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderBorrarHermoso, gracias por tan bella enseñanza.
ResponderBorrarAmen exelente explicación .
ResponderBorrarLa Palabra Del Señor
Bendiciones hermosa enselanza
ResponderBorrarMuy linda enseñanza..aprendí mucho.. bendiciones
ResponderBorrarDios te siga bendiciendo en gran manera
ResponderBorrarBendiciones hermano
ResponderBorrarExcelente, Jesús está en la barca.. tu tranquilo 🫶
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