Mateo 8:5-13
Introducción
Llegamos hoy a unos de
los milagros que presenta a un personaje del cual podemos aprender mucho en
cuanto al poder y alcance que tiene la genuina fe. Nos referimos al centurión
que pidió la sanidad para su siervo. En la antigüedad Roma había organizado sus
legiones alrededor de mundo dividiéndolas en centurias. Una centuria no era más
que una división que constaba de cien soldados los cuales estaban a cargo de un
oficial conocido como el centurión. Generalmente, estos centuriones procedían
de una familia romana pudiente y educada. En la Biblia encontramos a varios de
estos centuriones a parte de éste. Tenemos al centurión que reconoció a Jesús
en la Cruz como el Hijo de Dios (Mateo 27:54); tenemos a Cornelio, el primer
convertido gentil que fue admitido en la Iglesia Cristiana (Hechos 10:22);
tenemos al centurión que descubrió repentinamente que Pablo era ciudadano
romano, y que le rescató de la furia del populacho (Hechos 22:26); tenemos al
centurión que fue informado de que los judíos habían hecho un complot para
asesinar a Pablo entre Jerusalén y Cesárea, y que dio pasos para hacer fracasar
su plan (Hechos 23:17); tenemos al centurión al que Félix mandó que cuidara de
Pablo; tenemos al centurión que acompañó a Pablo en su último viaje a Roma, que
le trató con toda cortesía y le aceptó como líder cuando la tormenta hizo
embarrancar el navío (Hechos 27:43 ).
Jesús y el Centurión |
La petición del centurión
“Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión,
rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico,
gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el
centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di
la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y
tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y
viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace”.
Mateo
8:5-9
Pareciera existir una
gran diferencia entre el relato del mismo hecho realizado tanto en Mateo 8:5-6
y Lucas 7:1-10. En Mateo se nos dice el centurión en persona fue a Jesús a
rogarle por su criado; mientras que Lucas dice que fueron unos judíos los que
él envió a rogarle por el milagro, y posteriormente envió a otros amigos a
decirle que no era digno de entrar a su casa y que solo tenía que decir la
palabra para que el milagro se realizará. Esta supuesta contradicción se puede
solucionar fácilmente como otros donde se relata el hecho como si uno hiciera
algo, cuando en realidad lo hace por medio de otros. Por ejemplo, en el
evangelio según Marcos (Marcos 10:35), Santiago y Juan pidieron a Jesús los
lugares de privilegio en su reino; pero Mateo (Mateo 20:20) aclara que fue la
madre de estos hermanos quien se presentó ante Jesús en nombre de sus hijos.
Otro caso, a modo de ejemplo, es cuando Juan (Juan 3:22) afirma que Jesús
bautizaba, pero luego el mismo autor aclara que eran los discípulos, en nombre
de Jesús, los que realizaban el acto (Juan 4:1, 2). Cuando Mateo 27:26 nos informa
que Pilato azotó a Jesús, esto no significa que el gobernador tomó el azote en
sus propias manos. Aun hoy día hacemos uso frecuente de la dicción abreviada.
Finalmente, San Agustín procuró armonizar esta aparente discrepancia con el
principio: “El que hace algo por medio de otro lo hace también por sí mismo”. El relato inicia diciendo que el centurión se
acercó a Jesús rogándole por su criado que estaba gravemente enfermo: Señor, mi criado
está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. La palabra que en Mateo se
traduce como criado es país (παῖς), termino usado para
describir a un joven. En Lucas se utiliza la palabra siervo que proviene del
griego doúlos (δοῦλος) que literalmente
significa esclavo. Por tanto, se trataba de un joven esclavo del centurión que
estaba postrado en su casa víctima de una terrible parálisis que le causaba
posiblemente graves dolores articulares. En la antigüedad los esclavos eran
vistos como objetos que le pertenecían a sus amos los cuales se podían
maltratar y hasta matar sin recibir ningún castigo por parte del gobierno. Sin
embargo, aquí vemos a un hombre que expresaba su preocupación por su siervo,
montándonos su gran compasión. También podemos ver lo recto de su carácter en
el evangelio según Lucas, donde se nos dice que hasta una sinagoga les había
construido a los judíos. Por tanto, se trataba de una persona piadosa y
generosa hacia los demás. A diferencia del leproso, el centurión estaba seguro
que Jesús realizaría el milagro que le pedía. Cuando Jesús escucho su petición,
accedió inmediatamente a partir a su casa para sanar al siervo del centurión: Y Jesús le dijo:
Yo iré y le sanaré. Sin embargo, el
centurión le dice que no se considera digno que entre en su hogar: Respondió el
centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Posiblemente el centurión
conocía la tradición judía que les prohibía entrar en la casa de un gentil, ya
que de hacerlo se les consideraba ceremonialmente impuros. Lo que el centurión
declara a continuación es una asombrosa enseñanza de fe que nos muestra el
verdadero alcance que ésta tiene. Él le dijo: solamente di la palabra, y mi criado sanará.
Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados;
y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo
hace.
Jesús y el Centurión |
En
primer lugar, el centurión estaba diciendo que tanto era el poder que Jesús
tenia, y tanto era su fe en Él, que Jesús no necesitaba ir hasta su casa y
tocar al enfermo para que este sanara. En segundo lugar, el reconoció el
señorío que Jesús tenía sobre este mundo. El centurión teniendo autoridad sobre
cien soldados conocía el poder de solamente ordenar y que los demás hagan. De
igual forma reconoció que Jesús tenía la autoridad sobre este universo, y
cualquier orden que Él dijese, se cumpliría ya que no hay otra autoridad mayor
que la suya. Finalmente, en sus palabras vemos el gran alcance de su fe. El
centurión no estaba pidiendo un favor para sí mismo. La fe no estaba en el
siervo que estaba paralitico, la fe estaba en el centurión que creía que esta
era suficiente para que Jesús sanase al criado. Ciertamente la fe de una
persona puede ser tan grande que a través de ella otras personas pueden recibir
la misericordia de Dios, tal y como se muestra en este relato bíblico.
La Admiración de Jesús
“Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe”.
Mateo
8:10
Este relato contiene
una fantástica expresión que denota el asombro del mismo Dios: Al oírlo Jesús, se
maravilló. La palabra griega
de donde se traduce dicha expresión es zaumádso
(θαυμάζω), la cual denota un
increíble asombro ante algo que no se esperaba y que es difícil de
experimentar. Esta declaración fue tan maravillosa que el mismo Hijo de Dios
quedo completamente maravillado de encontrar una fe tan grande que ni siquiera
en Israel la había hallado: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado
tanta fe. Este grado de fe no
lo había visto entre el pueblo judío. Más adelante encontramos que se maravilló
también de otro gentil, la mujer cananea (Mateo 15:22); pero nunca se maravilló
de la fe de un judío; pero sí, se asombró de la falta de fe de los judíos en
Nazaret (Marcos 6:6). La fe siempre ha sido un factor determinante para llamar
la atención de Dios, solamente necesitamos creer, y cualquier cosa que pidamos,
el Señor la hará conforme a su divina voluntad.
“Considera qué y cuánto es lo que admira el Unigénito
de Dios. El oro, las riquezas, los reinos, los principados, son en su presencia
como una sombra o una flor que se cae. Ninguna de estas cosas es admirable en
la presencia de Dios, como grande o preciosa, sino solamente la fe. A ésta la
admira honrándola, a ésta la estima digna de su agrado”.
Pseudo-Orígenes, hom. in liv. 5
Los que se sentaran en la mesa
“Y os digo que vendrán muchos del oriente y del
occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos;
más los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el
lloro y el crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como
creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora”.
Mateo
8:5-13
Estas palabras fueron
un golpe duro al orgullo racial y nacional del pueblo judío. En sus escritos y
tradiciones, enseñaban que un día cuando Dios establecería su reino en esta
tierra habría un gran banquete donde ellos se sentarían en la gran mesa a
disfrutar de la inauguración del reino, donde behemot y leviatán serán el plato
principal: “Y behemot será revelado desde su lugar, y leviatán ascenderá del mar,
los dos grandes monstruos que Yo creé el quinto día de la creación, y que habré
guardado para ese día; y serán el menú de todos los que queden”, (2 Baruc 29:4). Los judíos
creían que solo por ser descendientes de Abraham tenían asegurada la entrada al
reino de Dios, y que los gentiles estaban completamente excluidos de este
privilegio. No obstante, Jesús les dice que no es así. El pasaporte al reino de
Dios es la fe, y no la nacionalidad. Así
aquel día muchos judíos quedarían excluidos de este gran privilegio porque
pusieron su esperanza en su religión y linaje de Abraham. Lo cierto es que
Abraham se ganó su entrada al glorioso reino del Mesías, pero lo hizo por la
fe, así también sus descendiente tienen que acceder a estas gloriosas promesas
por medio de la fe, y no poner su esperanza en lo que otros ya lograron en el
pasado. No cabe duda que la fe de este centurión maravillo en gran manera a
nuestro Señor Jesús, a tal punto que le concedió su petición: Jesús dijo al
centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella
misma hora. Esto es
definitivamente un ejemplo que todos debemos imitar.
Es un mensaje muy hermoso y una reflexión de parte del señor Jesucristo así sus hijos
ResponderBorrarExcelente
ResponderBorrarHermosa reflexion
ResponderBorrarExelente reflexión Dios lo bendiga.
ResponderBorrarCreer y Dios lo hará ,conforme a su buena voluntad agradable y perfecta.
ResponderBorrarHermosa reflexión, debemos tener esa humilde confianza del centurion puesta en el Señor. Fe del gran poder poder de Dios.
ResponderBorrarLa fe💙
ResponderBorrarHolay
BorrarHermoso... (\_/)
ResponderBorrar(•.•)
/>💜
Ja
ResponderBorrarLa fe, esa que puede mover montañas 🤍🙌🏼
ResponderBorrarEsta buena
ResponderBorrarEste es un versiculo con mucho Poder y Sabiduria, pidamos con FE que Dios nos de esa clase de confianza a El.=GRACIAS=
ResponderBorrarPoderoso mensaje
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