Turbados por el pecado (Josué 7:25)



“Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos”.
Josué 7:25

INTRODUCCIÓN


“Quien mal anda mal acaba”, este es un refrán popular que en pocas palabras nos encierra una verdad bíblica la cual es que todo aquel que practique el pecado será turbado por él y la historia de Acán  nos ofrece un buen ejemplo de ello. Para esta época Israel iniciaba su conquista en Canaán y recientemente habían destruido la ciudad de Jericó de la cual Dios les había prohibido recoger cualquier tipo de botín ya que era anatema; sin embargo, Acán desobedeció la orden y esto provocó el enojo de Dios a tal punto que cuando intentaron conquistar la ciudad de Hai fueron derrotados.  Veamos más en detalle como este pecado turbo la vida de todos los Israelitas.   

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El Pecado de Acan

I.                      EL PECADO DE ACÁN.


“Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras. Y Acán respondió a Josué diciendo: Verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho. Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello”.
Josué 7:19-22

            Las palabras de Acán nos enseñan muy bien la forma de como el pecado entra en nuestras vidas. Sus palabras nos muestran el proceso: Verdaderamente yo he pecado… Pues vi… lo cual codicié… y tomé. Muchos creen que gran parte de las tentaciones entran por nuestros ojos, los cuales viendo llegan a capturar nuestra atención provocando pensamientos que nos tientan a desear el mal hasta que se convierte en una codicia en nuestro corazón lo cual termina con la consumación. Por ejemplo, esto mismo le ocurrió a David cuando se dejó seducir por la hermosura de una mujer hasta llegar a codiciarla y cometer así el pecado a adulterio y asesinato: “Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa”, (2 Samuel 11:2). También lo vemos con Eva donde nos dice que parte de la tentación consistía en que el fruto era agradable a los ojos (Génesis 3:6).  Y el apóstol Juan nos exhorta a no satisfacer los deseos de los ojos: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo, (1 Juan 2:16).

            Acán permitió que el deseo por el manto babilónico los siclos de plata y el lingote de oro lo sedujeran a tal punto que consumió su pecado al tomarlo y esconderlo en su tiendo.

II.                TURBADOS POR EL PECADO.


El apóstol Santiago nos habla de cómo este proceso nos lleva a consumir el pecado y posteriormente la muerte.

“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.
Santiago 1:13-15

            Nadie que practique el pecado saldrá bien librado, sino por el contrario, será turbado. Veamos a través del ejemplo de Acán como es que el pecado turba a las personas.

1.      El pecado nos turba porque no nos permite disfrutar plenamente de las cosas de la vida.


“…y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello”.
Josué 2:21

            No hay una mayor mentira en este mundo que el pecado. Muchos creen que el llevar una vida de pecado es la mejor opción para disfrutar el mundo, pero se equivocan. El pobre Acán peco al tomar del anatema, pero no podía disfrutar de esas riquezas y esto lo obligaba a tenerlas oculto bajo su tienda. Muchas personas son como Acán, llevando una doble vida de pecado, ocultándose no disfrutan la vida que tiene preparado para ellos. Y esto nos lleva al siguiente punto.

2.      El pecado nos turba porque nos roba la bendición que Dios tiene para nosotros en el futuro.


“Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; sólo que sus despojos y sus bestias tomaréis para vosotros. Pondrás, pues, emboscadas a la ciudad detrás de ella”.
Josue 8:2

            Después que Acán fue muerto por su rebelión, Dios permitió que Israel conquistara Hai y se quedara con todo su botín. Sin tan solo hubiese obedecido la voz de Dios para no tomar ningún botín de Jericó y esperar un par de semanas más, Acán hubiese disfrutado del botín que el Señor les tenía preparado más adelante. Cuantas personas han perdido la bendición de Dios por apresurarse y ceder a la tentación, siendo así turbadas por el pecado.

3.      El pecado turba a otros a nuestro alrededor.


El pecado no solo nos turba a nosotros, sino también a otras personas. El pecado de Acán turbo a Israel ya que por él Dios no les ayudo en la batalla provocando la derrota de la nación:

“Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros”.
Josué 7:12
            Además provoco que toda su familia sufriera la pena de muerte por el pecado que había cometido:
“Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor”.
Josué 7:24

            Muchas personas hoy sufren por el pecado de otros y de esta marera vienen a ser turbados por el pecado.

4.      El pecado nos turba porque nos arrastra a la destrucción.


“Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos”.
Josué 7:25

            Finalmente, el pecado nos turba porque nos conduce a la destrucción y condenación eterna. La palabra de Dios es clara al advertirnos de sus terribles consecuencias. El pobre de Acán termino siendo apedreado junto con su familia por cosas que ni siquiera pudo disfrutar. Muchas personas serán condenadas por pecados que los destruyen poco a poco.

III.             HUIR DEL PECADO.


“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”.
Deuteronomio 30:19

            Por esta razón Dios les advirtió a los Israelitas antes de entrar a la tierra prometida que habían dos caminos que ellos podían escoger, si elegían el malo morirían, pero vivirían si escogían el camino bueno. De igual forma, hoy existe un camino ancho y espacioso en gran manera que es fácil de transitar pero que conduce a la condenación eterna:

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;  porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
Mateo 7:13-14

            Nuestro Señor Jesucristo nos invita hoy a no dejarnos seducir por el pecado y abandonar el camino espacioso que conduce a la perdición. Todos debemos huir de la condenación eterna, pero para ello debemos atender el llamado de Jesús para nuestras vidas y así jamás seremos turbados por el pecado.

CONCLUSIÓN


            El pecado nos tuba porque:

1.      El pecado nos turba porque no nos permite disfrutar plenamente de las cosas de la vida.
2.      El pecado nos turba porque nos roba la bendición que Dios tiene para nosotros en el futuro.
3.      El pecado turba a otros a nuestro alrededor.
4.      El pecado nos turba porque nos arrastra a la destrucción.

Solamente Cristo puede ayudarnos a evitar los terribles efectos y por ello es necesario rendirse a su señorío.



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