“y libertados del
pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia”.
Romanos 6:18
INTRODUCCIÓN
La esclavitud tiene sus orígenes desde los
primeros inicios de la humanidad. Generalmente era observada como algo natural,
parte del comercio nacional. Una persona
llegaba a ser esclavo cuando era conquistado por otra nación o por cuestiones
de deudas. Ahora bien, un esclavo no tenia ningún derecho como humano y su amo
podía hacer con él lo que quisiera, incluso matarlo.
Aunque en la actualidad la esclavitud esta abolida, existe un
tipo de esclavitud de la cual el hombre no ha podido escapar, y en esta vida
podemos ser esclavos del pecado o esclavos de Cristo.
Esclavos de la justicia |
I. LOS ESCLAVOS DEL PECADO
“Dijo
entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis
en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y
la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás
hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les
respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado,
esclavo es del pecado. Y el esclavo no
queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el
Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”.
Juan 8:31-36
En estos versículos Jesús nos
muestra una realidad: el hombre sin Dios es un esclavo del pecado. Cuando Adán
pecó en el Huerto del Edén, tanto él como todos sus descendientes quedamos
presos del imperio de Satanás y el pecado. Cuando Jesús dijo estas palabra los
lideres religiosos de los judíos se ofendieron ya que ellos se decían ser
libres y del linaje de Abraham; pero Jesús les refuto diciéndoles que no se
refería a una esclavitud terrenal, sino a la espiritual: Jesús les respondió: De cierto, de cierto os
digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.
Para que un esclavo fuera liberado
tenía que pagarse un precio, y de igual manera Cristo lo hizo por nosotros a
través de su sacrificio: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará
libres.
Ahora bien, en cuanto a la nueva
vida en Cristo hay una doble verdad, por un lado nos ofrece una libertad del yugo del pecado,
pero por otra nos dice que somos esclavos de Cristo (o siervos de justicia como
lo dice Pablo): “y
libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia”. (Romanos 6:18). Veamos en que
consiste ser esclavo de la justicia.
II. LOS ESCLAVOS DE LA JUSTICIA
En
la Biblia podemos encontrar muchas veces la palabra siervo la cual es utilizada
por los obreros del Señor: “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo…”
(Tito 1:1), “Santiago,
siervo de Dios y del Señor Jesucristo…” (Santiago 1:1), “Judas, siervo de Jesucristo…”
(Judas 1:1) y esta misma aparece en Romanos 6:18 cuando dice: vinisteis a ser
siervos de la justicia. Esta palabra siervo viene del griego “doulos” que literalmente significa
esclavo, por lo que Pablo nos llama “esclavos
de justicia”.
Como todos los esclavos de la
antigüedad, el esclavo de Cristo solo busca agradar a su Señor.
“¿Quién
de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del
campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa?
¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que
haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que
se le había mandado? Pienso que no. Así
también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid:
Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos”.
Lucas 17:7-10
Un
esclavo vive para agradar a su Señor sin esperar nada a cambio. Muchas veces se
cree que Dios está obligado a cumplir todas nuestras peticiones y muchas cosas
que se hacen para Él se realizan con la condición de esperar algo a cambio. Pero
la verdad es que Él no está obligado a hacerlo. Nunca nada de lo que hagamos
nos hará merecedores de sus bendiciones, éstas las recibimos por misericordia. Nuestra
vida como esclavos de Cristo es para agradarle a Dios sin esperar un tipo de
pago, sin embargo, recordemos que su infinita misericordia es grande y el
bendice a los que le son fieles. Veamos que se espera de nosotros los
cristianos como esclavos de la justicia.
a) El esclavo obedece y cumple sus tareas.
Como
esclavos de justicia nuestra tarea consiste en obedecer y cumplir con nuestras
responsabilidades como creyentes sin discutirlas. Nuestra tarea consiste en
vivir para Dios y para eso las Escrituras nos muestran cómo:
“Digo,
pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”.
Efesios 5:16
Ser
esclavo de la justicia implicar obedecer al Espíritu Santo y no a los deseos de
nuestra carne. Lamentablemente cuando decidimos obedecer a los deseos de
nuestra carne estamos desobedeciendo a Dios y nuestro cuerpo es usado para el
mal. Es importante reconocer el hecho de la lucha interna que batalla en
nosotros pero nuestra responsabilidad es negarnos a nosotros mismo y seguir a Cristo.
“Y
llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos
de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”.
Marcos 8:34
Para
ello debemos buscar todo aquello que contribuya a fortalecer mi vida espiritual
y que provoque que la naturaleza pecaminosa muera.
“Si,
pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está
Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no
en las de la tierra… Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación,
impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría”.
Colosenses 3:1-2, 5
Nuestra
actitud tiene que ser la de un esclavo, una persona que ya no es dueña de si
misma y que se sujeta a obedecer a su Señor, solo así cumplirá sus propósitos y
su vida será agradable delante de aquel que lo tomo para sí mismo.
b) El esclavo debe producir resultados para su Amo.
“Dijo
también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino
a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y
dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta
higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? El entonces, respondiendo, le dijo: Señor,
déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si
diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”.
Marcos 13:6-9
Todo
esclavo era asignado en la antigüedad para diferentes propósitos, unos para la
guerra, otros para la agricultura y ganadería o para oficios domésticos. Cada
uno de ellos debía trabajar para producir los resultados para los cuales fueron
comprados como esclavos. Como esclavos de Jesucristo debemos esforzarnos por
producir los frutos que el Señor desea, así lo declara la parábola de la
higuera estéril. Lamentablemente muchos cristianos pueden vivir sin producir
los mas mínimos resultados para el Señor. Nuestros frutos deberían ser al menos
en las siguientes áreas:
Moldear
nuestro carácter al de un verdadero hijo de Dios: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas
no hay ley”, (Gálatas 5:22-23)
Crecer
tanto en el ejercicio de dones que Dios nos ha otorgado como en el conocimiento
de las Escrituras: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo”, (2 Pedro 3:18).
Crecer
en su bendita obra: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes,
creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el
Señor no es en vano”, (1 Corintios 15:58).
CONCLUSIÓN
Como
creyentes Cristo nos ha liberado del yugo del pecado, sin embargo, también las
Escrituras nos enseñan que nos ha llamado a ser esclavos de la justicia. Como esclavos de Él debemos comprender que
nada de lo que hagamos puede pagar sus diferentes favores en nuestras vidas y
que nuestro deber es obedecerle y producir los frutos deseados.
Walter buenos días y cordial saludo, muy buen estudio bíblico, tu enfoque se basó en el concepto de siervo, que para mi cambió de considerarse esclavo que para la época era algo normal, al concepto de servicio, el primero de todos será el que sirva a todos (ya no los llamaré siervos sino amigos), y no es un concepto de obligación, sino de actitud, pues el Señor nos da libre albedrío, nuestra actitud se basa en la relación que creamos con Cristo, pues el Espíritu Santo está entre nosotros, y nuestra relación con Dios nos lleva a amarlo, y respetarlo, y adorarlo por su santidad, poder y autoridad. Puede hacerse comentario también del concepto de justicia. Saludos cordiales Carlos Ariel Buriticá desde Cali, Colombia.
ResponderBorrarFelicidades, buena reflexion, Dios hablo a mi vida
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