Nuestro hoy determina nuestro mañana (Salmo 39:4)


“Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy.”.
Salmo 39:4

INTRODUCCIÓN


            Se cuenta que cruzando el desierto un viajero vio a un nómada árabe sentado debajo de una palmera y que a corta distancia descansaban sus caballos pesadamente cargados con objetos de valor. El viajero se le acercó y le pregunto, - ¿puedo ayudarlo en algo? Me parece verlo muy preocupado, -Tiene razón- respondió el árabe- estoy muy preocupado porque he perdido la más preciosa de las joyas. Extrañado el viajero pregunto – ¿y qué joya era esa?Era -dijo el nómada una joya como no volverá a hacerse otra. Estaba tallada en un pedazo de piedra de la vida, y había sido hecha en el taller del tiempo, la adornaban 24 brillantes, alrededor de los cuales se agrupaban 60 joyas más pequeñas, joya igual no podrá producirse jamás. –su joya debió haber sido preciosa -dijo el viajero, pero no cree que con suficiente dinero se puede hacer otra igual.-Imposible -dijo el árabe, porque la joya perdida era un día, y un día con sus 24 horas y cada hora con sus 60 minutos no pueden recuperarse jamás.

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Nuestro hoy determina nuestro mañana 


            Hay tres tiempos en la vida del ser humano, el ayer, hoy y mañana. Con el ayer no podemos hacer nada, el mañana le pertenece a Dios, pero el hoy nos pertenece y depende de nosotros lo que sembremos hoy para tener un mejor mañana, ya que también es un hecho de que nuestra vida es frágil y temporal. El salmista declaraba su interés en conocer la medida de sus días, en estar consiente que esta vida es temporal y sumamente frágil. La Biblia está llena de metáforas que enseñan lo breve, temporal y transitoria que es la vida, por tanto debemos ser sabios en la forma de cómo vamos a vivir nuestros días, ya que son pocos y por ello es importante las decisiones que tomemos Hoy. La forma de cómo vivamos nuestro hoy determina nuestro mañana y para asegurar un buen futuro debemos tener en cuenta dos verdades importantes:

1.      La vida comparada con la eternidad es extremadamente breve.
2.      Solo hay dos lugares para pasar la eternidad.

Veamos en que consiste cada punto.

I.  LA VIDA COMPARADA CON LA ETERNIDAD ES EXTREMADAMENTE BREVE.


 “Pues nosotros somos de ayer, y nada sabemos, siendo nuestros días sobre la tierra como sombra”.
Job 8:9

Esta vida solo es un preámbulo de la venidera. Dios nos ha creado para ser eternos y un día a través de la muerte pasaremos a la eternidad, por tal motivo el Señor está interesado en que estemos listos para ese momento. La primera verdad que debemos comprender es que esta vida comparada con la venidera es extremadamente corta por lo que todo lo que planeemos, nuestras prioridades y actos deben estar de acuerdo a este principio. Pero, ¿cómo debemos establecer nuestras prioridades? ¿Qué aspectos debemos tomar en cuenta para aprovechar esta vida corta? Salomón nos dice que lo importante es acordarse de Dios desde la misma juventud:

“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas”
Eclesiastés 12:1-3

Salomón hace ver que un día perderemos toda nuestra potencia y habilidad porque envejeceremos. Por ello es importante acordarse de Dios antes que los días malo lleguen: Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos. La primera prioridad en la vida del hombre debe ser: Reconocer a Dios en todos sus caminos. Lamentablemente no ocurre así en muchos casos ya que el pecado y este mundo roban la atención del ser humano. El ser humano pierde sus días ocupándose en las cosas que este mundo le ofrece, sin embargo, la Biblia nos dice que debemos huir de él y no amar esas cosas pasajeras que solo conducen a la condenación eterna: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”, (1 Juan 2:15-17). Lo que este mundo ofrece es temporal, inútil y no asegura nuestro bienestar eterno; pero ocuparse en hacer la voluntad de Dios tiene recompensa eterna. ¿Cuántos estamos reconociendo a Dios en nuestros caminos? O ¿estamos viviendo para nuestros deseos que son en contra de la voluntad de Dios? Realmente es en vano afanarse en este mundo y cualquier logro que alcancemos es vano si Cristo no esta en nuestra vida porque al final todos nuestros logros quedaran aquí pero nuestra alma se perderá:

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”.
Mateo 16:26

El deseo de Dios es darnos una vida con propósito y bendecida; pero este mundo nos quiere desviar y hacer que perdamos nuestros días en cosas vanas las cuales cuando muramos no las vamos a poder llevar, solamente lo que hagamos para el Señor trascenderá en la eternidad y esto nos lleva al segundo punto:

II.            SOLO HAY DOS LUGARES PARA PASAR LA ETERNIDAD.


“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán…. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.
Juan 5:24-25, 28-29

            Jesús deja claro que solo hay dos destinos en la eternidad para la humanidad: heredar la vida eterna o la condenación eterna. En aquel día los que nunca reconocieron a Jesús en sus vidas harán gran lamentación pero será muy tarde para arrepentirse, porque dejaron pasar todos los días de sus vidas y nunca lo reconocieron. No obstante, el Señor Jesús ofrece la vida eterna y escapar de la condenación y nos dice: De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. Debemos elegir bien cómo viviremos el resto de nuestros días antes que sea demasiado tarde.

          CONCLUSIÓN


Nuestro hoy determinara nuestro mañana. Nuestros días en esta tierra son cortos y no debemos olvidar que nuestras almas son eternas por lo que debemos vivir sabiamente, reconociendo a Dios en nuestros caminos, abandonar el pecado y lo que este mundo ofrece ya que:

1.      La vida comparada con la eternidad es extremadamente breve.
2.      Solo hay dos lugares para pasar la eternidad: El paraíso y el Infierno.

Para ello es necesario hacer a Jesús el Señor de nuestras vidas hoy mismo para construir un mejor mañana.

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