“Luego, hablando él aún, vino Judas, que era uno de
los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales
sacerdotes y de los escribas y de los ancianos. Y el que le entregaba les había
dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle, y llevadle con
seguridad. Y cuando vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y
le besó. Entonces ellos le echaron mano, y le prendieron”.
Marcos 14:43-46
INTRODUCCIÓN
Judas
es uno de los doce apóstoles más conocidos no porque haya hecho algo bueno sino
todo lo contrario. Muchos puede concordar que Judas cometió un pecado terrible
que nadie pensaría en cometer, pero la verdad es que sin Cristo en el corazón
todos somos capaces de cometer las peores barbaridades en nuestra vida.
Judas vende a Jesús por 30 monedas de plata |
I.
SIN
CRISTO TODOS SOMOS CAPACES DE COMETER LAS PEORES COSAS.
“Eliseo se fue luego a Damasco; y Ben-adad rey de
Siria estaba enfermo, al cual dieron aviso, diciendo: El varón de Dios ha
venido aquí. Y el rey dijo a Hazael: Toma en tu mano un presente, y vé a
recibir al varón de Dios, y consulta por él a Jehová, diciendo: ¿Sanaré de esta
enfermedad? Tomó, pues, Hazael en su mano un presente de entre los bienes de
Damasco, cuarenta camellos cargados, y fue a su encuentro, y llegando se puso
delante de él, y dijo: Tu hijo Ben-adad rey de Siria me ha enviado a ti,
diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad? Y Eliseo le dijo: Vé, dile: Seguramente
sanarás. Sin embargo, Jehová me ha mostrado que él morirá ciertamente. Y el
varón de Dios le miró fijamente, y estuvo así hasta hacerlo ruborizarse; luego
lloró el varón de Dios. Entonces le dijo Hazael: ¿Por qué llora mi señor? Y él
respondió: Porque sé el mal que harás a los hijos de Israel; a sus fortalezas
pegarás fuego, a sus jóvenes matarás a espada, y estrellarás a sus niños, y
abrirás el vientre a sus mujeres que estén encintas. Y Hazael dijo: Pues, ¿qué
es tu siervo, este perro, para que haga tan grandes cosas? Y respondió Eliseo:
Jehová me ha mostrado que tú serás rey de Siria. Y Hazael se fue, y vino a su
señor, el cual le dijo: ¿Qué te ha dicho Eliseo? Y él respondió: Me dijo que
seguramente sanarás. El día siguiente, tomó un paño y lo metió en agua, y lo
puso sobre el rostro de Ben-adad, y murió; y reinó Hazael en su lugar”.
2 Reyes 8:7-15
Esta
historia bíblica nos muestra como el hombre puede ser capaz de cometer las
peores barbaridades en su vida si Dios no gobierna su corazón. Hazael nunca
pensó que llegaría a cometer todas estas barbaridades contra Israel, pero, ¿Qué
es lo que lo impulso a eso? ¿Por qué escuchamos en las noticias tantos crimines
horrendos que los hombres cometen? ¿Qué impulsa a los seres humanos a
convertirse en esta clase de criminales? La repuesta es porque el corazón del
ser humano es malo.
¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al
vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón
sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos
pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos,
los falsos testimonios, las blasfemias”.
Mateo 15:17-19
Jesús
lo enfatizo diciendo que el corazón del hombre es malo por naturaleza y solo
Dios puede cambiarlo; pero cuando no es así, el pecado puede arrastrarlo a
cometer las peores barbaridades en la vida.
II.
UN PECADO
QUE COMENZÓ PEQUEÑO PERO QUE LLEVO A JUDAS A LA PERDICIÓN.
La
historia de Judas es muy conocida y muchos pueden criticar y pensar cómo Judas
se atrevió a cometer semejante pecado: el entregar al Hijo de Dios por 30
monedas de plata. Pero la verdad es que sin Cristo, todos estamos expuestos a
cometer los peores pecados. Muchos piensan que al principio la intensión de
Judas era sincera al seguir a Jesús. La Biblia lo identifica como uno de los 12
más cercanos a Jesús, también lo vemos como uno de los hombres que Jesús
utilizo para predicar su palabra y hacer milagros en su nombre. En una ocasión envío
a los doce, de dos en dos, a predicar y hacer sanidades, luego en otra ocasión
los envió en parejas a un grupo de 70, y entre ellos estaba Judas. Por tanto,
Judas experimento el poder de Dios al predicar su palabra y hacer sanidades.
Al
regreso los discípulos (incluyendo Judas) se gozaban porque aun hasta los
demonios se les sujetaban en el nombre de Jesús; pero Jesús les dijo que no se
regocijaran tanto por eso, sino porque sus nombres estén inscritos en el libro
de la vida.
“Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun
los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer
del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y
escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os
regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros
nombres están escritos en los cielos”.
Lucas 10:17-20
Aparte de
esto Judas tuvo la oportunidad de escucha la palabra de Dios del mismo Jesús,
pero aun así se perdió. ¿Por qué? Porque su corazón no fue recto delante de Él
y se dejó cautivar por el pecado de la codicia. El pecado que llevo a Judas a
la condenación fue la codicia. Su deseo por hacer ganancias lo llevo a ser
deshonesto a tal punto que comenzó hurtando pequeñas cantidades de dinero del
fondo de los discípulos ya que él era el tesorero hasta que poco a poco su
codicia creció.
“Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres,
sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en
ella”.
Juan 12:6
Su
codicia llego a crecer tanto que en este afán un día planeo vender al Hijo de
Dios por 30 monedas de plata. Muchos creen que en el interior Judas pensaba que
si Jesús se veía acorralado por las tropas romana y sentía en su cuello la espada,
Él reaccionaria utilizando sus poderes para liberarse y así Jesús se
establecería como el Mesías y vencería a Roma. Por tanto, pensó que ganaría
dinero y ayudaría a Jesús a establecer su reino colocándole en una situación
que provocaría su defensa ante sus enemigos. Pero al final no fue así.
III.
EL FINAL
DE JUDAS.
El pecado
de la codicia que comenzó robando pequeñas cantidades de dinero del tesoro de
los discípulos lo llevo a vender a su Maestro. Judas jamás permitió que la
palabra de Dios lo transformara, pensó que podía vivir con su pecado y servir a
Dios, pero se equivocó y cuando se arrepintió fue demasiado tarde.
“Entonces
Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió
arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los
ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron:
¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el
templo, salió, y fue y se ahorcó”.
Mateo 27:3-5
Al final,
el pecado codujo a Judas al Infierno. Cuantas personas creen que pueden salir
bien librados del pecado pensando que son ellos los que lo manejan sin darse
cuenta que éste se apodera poco a poco de su vida hasta que los destruye.
Cuantas personas han terminado en adulterio, homicidios, envueltos en frades y
otros pecados pensando que ellos podían manejar la situación y hoy están pagado
como Judas las consecuencia de su vida.
La
Biblia nos ordena a alejarnos del pecado y nos advierte la gravedad del mismo: “El alma que pecare,
esa morirá…” (Ezequiel 18:20), “Porque la paga del
pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro”, (Romanos 6:23).
El
único remedio para el pecado es Jesucristo, solo Él puede transformar nuestro
corazón y darnos vida eterna.
CONCLUSIÓN.
1.
El pecado es capaz de apoderarse de nuestra vida y
llevaros a cometer los peores pecados hasta condenarnos.
2.
Solo Cristo puede cambiar nuestro corazón y liberarnos
del castigo del pecado.
Si es un poderoso mensaje que nos mueve a cambiar delante de Dios.
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