Jesús y la oración (Mateo 6:5-15)



“Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.  Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria,  por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensa”.
Mateo 6:5-15

Introducción

                 La oración era considerada como otra práctica digna de los justos y muy practicada entre los judíos a tal punto que llegaron a crear diferentes tipos de oraciones para todo tipo de evento, como por ejemplo oraciones antes y después de comer, ver la luna nueva, la lluvia, el salir o entrar en la ciudad, etc. Si bien es cierto, todos estos tipos de oraciones tenían como objetivo crear en el judío la admiración y gratitud hacia Dios por sus infinitas misericordias, llegaron a convertirse en vanas repeticiones y en un puro legalismo lo cual es condenado por Jesús. La oración entre el pueblo judío era tan importante que ellos tenían tres horas al día para orar sin importar donde estuvieran. Las horas de la oración eran la hora tercera (9:00 AM), la hora sexta (12:00 PM) y la novena (3:00 PM), por eso el salmista declaraba: “Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz”, (Salmo 55:17), también encontramos que Daniel tenía la costumbre de orar 3 veces al día: “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes”, (Daniel 6:10), y al parecer los discípulos continuaron con la costumbre después de pentecostés: “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración”, (Hechos 3:1). Los musulmanes tienen esta misma costumbre. La intención de esta práctica era crear la buena costumbre de buscar a Dios, sin embargo, llego a convertirse en algo monótono, se practicaba no de corazón sincero sino como robots programados para tal cosa. También se desarrolló la creencia que la oración podía ser eficaz solo si se realizaba en ciertos lugares específicos como el Templo y las sinagogas. Esto causo el problema de pensar que Dios estaba confinado solo a ciertos lugares. Finalmente los judíos tenían la costumbre de alargar sus oraciones, creyendo que por ser más largas y elocuentes Dios las escucharía.

oracion
Jesús y la oración

La manera incorrecta de Orar


“Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”.
Mateo 6:5


                   Una vez más Jesús hace referencia a la manera incorrecta de hacer cosas correctas. La oración siempre ha sido clave en la vida piadosa, sin embargo, los líderes religiosos de los tiempos de Jesús lo hacían solo para impresionar a los demás. Entre los gentiles existía la costumbre de hacer largas oraciones con voz a cuello donde solían referirse a sus dioses con toda clase de títulos y halagos con el fin de llamar su atención. De igual forma los fariseos y escribas solían hacer elocuentes oraciones en voz alta con el fin de que los demás los escucharan y los alabaran por su gran retórica. Nuestro Señor lo dice de la siguiente forma: porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres. En la parábola del fariseo y el publicano Jesús ofrece un buen ejemplo de cómo eran las oraciones de ellos: “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano”, (Lucas 18:11-12). Estos métodos de oraciones públicas caían en la ostentación. Los Fariseos solían ponerse en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles y hacer sus oraciones en voz fuerte para que la gente los admirara por sus elocuentes palabras y gran piedad. Al final Jesús dijo que los tales: ya tienen su recompensa.




La manera correcta de orar


“Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”.
Mateo 6:6-8

                     Contraria a la práctica de los fariseos de realizar oraciones públicas Jesús exhorta a sus discípulos a orar a Dios en secreto. En estos versículos Jesús no está condenando en si el realizar una oración pública, sino más bien la intensión por la cual se hacía: el ser visto por los hombres. La verdadera oración tiene que nacer de un corazón necesitado que busca tener un momento de comunión y comunicación con Dios. Jesús les advierte: Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. En la Biblia encontramos ejemplo de cómo los gentiles solían hacer largas y vanas repeticiones con el fin de ganar la atención de sus dioses. Por ejemplo, cuando Elías desafío a los profetas de Baal en el monte Carmelo ellos hicieron largas repeticiones invocando a su dios desde la mañana hasta el medio día: “Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho”, (1 Reyes 18:26). También en el libro de los Hechos leemos cómo la muchedumbre exaltó el nombre de su diosa por casi dos horas cuando su culto se vio amenazado por la predicación del evangelio en Éfeso: “Pero cuando le conocieron que era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!”, (Hechos 19:34). Sin embargo, Jesús aclara que Dios no se impresiona por elocuentes palabrerías ya que esta es la actitud de los hipócritas, lo que se espera en la oración es un corazón humillado que busque sinceramente su presencia y reconozca que solo en Él se encuentra su refugio.

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”.
Salmo 19:34

Muchos han cuestionado el significado de las palabras: porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. ¿Significa esto que no debemos pedir porque Él ya sabe lo que necesitamos? La oración no pretende cambiar la voluntad de Dios, sino más bien conformarnos a la voluntad de Dios. Más que cambiar las cosas la oración pretende cambiar al hombre para que éste se amolde de una mejor manera a la voluntad divina. La oración lejos de querer torcerle el brazo a Dios tiene como objetivo asirse de su mano ayudadora.

La oración del padre nuestro


“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria,  por todos los siglos. Amén”.
Mateo 6:9-13

               La oración del Padre Nuestro se ha llegado a considerar una oración modelo que tiene como objeto servir de ejemplo de los elementos básico que deben poseer nuestras oraciones y no para usarla de manera supersticiosa ni como repetidos rezos, lo cual el Señor condena. De acuerdo con los padres de la iglesia occidental y la Iglesia Luterana las peticiones que esta oración tiene son siete; mientras que los padres de la iglesia oriental, la iglesia Reformada y los teólogos de West-minster, son solamente seis, considerándose las últimas dos como una. En nuestro caso las estudiaremos como siete. Es importante también reconocer que existen otros pasajes bíblicos donde se nos enseña también a cómo orar. Por ejemplo Juan 14:13; 16:26 nos enseñan que debemos orar en el nombre de Jesús; 1 Timoteo 2:1-2 enseña a incluir a todo hombre y gobernantes en nuestras oraciones; también 1 Tesalonicenses 5:17 nos enseña a orar sin cesar, Santiago 1:5; 5:16, nos enseña a pedir sabiduría, confesar nuestras ofensas y orar unos por otros, etc. Veamos cada una de las siete peticiones que encontramos en el Padre Nuestro las cuales van precedidas de una invocación.

Padre nuestro que estás en los cielos


                  Jesús nos enseña que toda oración debe iniciar exaltando y santificando su nombre. Realmente la primera parte: “Padre nuestro que estás en los cielos”, es una invocación al Dios verdadero, mientras que la segunda: “santificado sea tu nombre” es la primera petición, lo que nos enseña que antes de poner cualquier petición delante de Dios, debemos presentarnos delante de Él con reverencia y exaltándolo. En todo país cuando una persona visita al presidente o rey se tiene que someter a un gran protocolo. Las personas sin que nadie se lo diga generalmente visten sus mejores vestidos, los celulares son desactivados y si tienen que hablar con el mandatario preparan un discurso con las palabras más apropiadas para el momento y antes de pedirle cualquier cosa, el discurso inicia con un saludo y alago. Ahora si todo esto se hace con un hombre de la tierra cuanto más no se hará con el Rey de reyes y Señor de señores.  Por ese motivo Jesús nos dice que antes de realizar cualquier petición delante de Dios, debemos adorar y exaltar su nombre.De acuerdo con el testimonio unánime de los cuatro evangelios, Jesús llamaba Padre a Dios siendo el evangelio según Marcos el que casi no usa este título. Jesús enseñaba a sus discípulos a llamar a Dios Padre lo cual no era un concepto ajeno en el Antiguo Testamento (Véase Deuteronomio 32:6; Salmo 103:13; Isaías 63:16; Jeremías 3:4, Jeremías 3:19; Malaquías 1:6; Malaquías 2:10), pero no llego a desarrollarse en la magnitud de cómo Jesús lo presenta. Para los judíos Dios era visto como un Ser Santo, Justo y temido por sus grandes juicios. La invocación de Padre tiene un doble significado. Por un lado nos muestra el lado amoroso  y compasivo de Dios al presentarlo como Padre nuestro, pero también nos enseña que es un Ser glorioso al que debemos temer y reverenciar por su gran santidad y gloria al estar sentado en su trono en los cielos. El concepto de Padre no es exclusivo del judaísmo o el cristianismo. De hecho en la antigüedad los paganos solían atribuir paternidad y maternidad a algunas deidades que ellos adoraban, sin embargo, nunca llegaron a igualar la santidad, amor y justicia del Dios verdadero ya que eran dioses egoístas, amantes de los placeres como sus adoradores y que estaban en constantes luchas los unos con los otros. Según sus mitologías algunos de sus deidades en ocasiones se unían en relaciones sexuales con los humanos engendrando así semidioses. Ahora bien, el hecho de que aquí se le llame Padre nuestro no significa que Dios es Padre de toda la humanidad, sino solamente de aquellos que han nacido del Espíritu Santo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”, (Juan 1:12-13). Por tanto el creyente puede acercarse a Dios en plena confianza consiente de que su Padre le ama y escucha.

Santificado sea tu nombre


                  Seguido de la invocación la primera petición tiene que ver con santificar su Nombre. Pero, ¿Qué significa esto? No olvidemos que cuando la Biblia habla del nombre de una persona se refiere a las características del carácter que lo identifican, por ejemplo, Dios cambio el nombre de Abram (padre exaltado) por el de Abraham (padre de multitudes) haciendo referencia a lo que haría en su vida, hacerlo padre de una gran nación; y así tenemos otros ejemplos, como Jacob (usurpador) a Israel (el que lucha con Dios y los hombre y vence); Simeón a Pedro (roca), Saulo a Pablo (pequeño), etc. Por lo tal cuando Jesús dice santificado sea tu Nombre, lo que realmente quiere decir es santificado sea la persona de Dios. La palabra santidad significa “ser separado de”, por tanto al pedir que su Nombre sea santificado lo que pedimos es que su Nombre sea tratado y reconocido de manera diferente a los dioses o ídolos de esta tierra.

                Para los judíos el Nombre de Dios era tan reverenciado que muchas veces ni siquiera se atrevían a mencionarlo, de igual forma había un mandamiento que prohibía tomar en vano el Nombre de Dios: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.”, (Éxodo 20:7). Por tanto, si bien es cierto que Dios es nuestro Padre y tenemos la confianza de acercarnos a Él, también debemos guardar un temor reverente a su presencia ya que es un Dios excelso en santidad. También nosotros santificamos su nombre cuando testificamos con nuestra conducta una vida piadosa delante de los hombres. Para que su nombre sea santificado nuestro testimonio tiene que ser tal que Dios tiene que ser glorificado cuando los hombres vean la obra que Él ha realizado en nuestras vidas. La verdadera adoración y exaltación de su nombre está en nuestra manera de vivir ya que nosotros somos sus cartas leídas.

“Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”.
2 Corintios 3:2-3
               
Por tanto, cuando oramos santificado sea tu nombre, no solo debemos esperar que su nombre sea exaltado entre las naciones, sino también debemos pedirle a Dios la sabiduría y capacidad de vivir rectamente en este mundo de pecado  a tal punto que su nombre no sea blasfemado por nuestra causa: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”, (Efesios 4:1).

Venga tu reino


                  La segunda petición de la oración modelo es: Venga tu reino. En los Evangelios las palabras el reino de Dios y el reino de los cielos se usan indistintamente y se refiere al gobierno soberano, glorioso y poderoso de nuestro Señor. El concepto del reino de Dios no es exclusivo del Nuevo Testamento, de hecho en el libro del profeta Daniel se hace mención de un reino eterno que se establecerá en esta tierra, y el profeta Isaías nos da más detalles en cuanto a dicho reino mesiánico. Por tanto, para los judíos no era un tema nuevo, al contrario ellos vivían esperando el establecimiento del reino de Dios en esta tierra. Por ejemplo, José de Arimatea, un miembro del sanedrín la Biblia declara que él esperaba el reino de los cielos: “José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús”, (Marcos 15:43); también el malhechor moribundo que murió clavado a la par de Jesús en la cruz le suplico que se acordara de él cuando viniera en su reino: “Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”, (Lucas 23:42); Jesús enseñaba acerca del reino de Dios: “y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos  se ha acercado”, (Mateo 3:2); sus parábolas trataban acerca del reino de Dios. También en las cartas del Nuevo Testamento los apóstoles hablaron acerca del reino de Dios (Romanos 14:17, 1 Corintios 4:20; 6:9; 15:50, Gálatas 5:21, Colosenses 4:12, etc.) , el reino de su amado Hijo (Colosenses 1:13), su reino celestial (2 Timoteo 4:18), su reino inconmovible (Hebreos 12:28), el reino de Cristo (Efesios 5:5), y el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 1:11).

                Muchos confunden el reino de Dios con la iglesia, sin embargo son dos conceptos diferentes aunque la iglesia tiene parte en este reino glorioso. Muchos creen que este reino comenzó cuando la profecía de Joel del derramamiento del Espíritu Santo se hizo realidad en el día de Pentecostés (Joel 2:28-29; Hechos 2:1-13). La palabra griega que aquí se traduce como reino es basileía (βασιλεία) e involucra tres aspectos importantes: el territorio sobre el cual el rey reina; la dignidad real, su majestad y gloria; y el ejercicio de su poder soberano, o su reinado efectivo. Por tanto, podemos decir que la petición de venga tu reino se orienta más a la tercera, ya que si bien es cierto su reino esta entre los creyentes, no ha llegado a la consumación completa la cual iniciara cuando Jesús venga en gloria en su segunda venida y establezca su reino de mil años. En nuestras peticiones nunca debe faltar aquella que exprese nuestro anhelo porque Dios establezca su reino entre nosotros, por eso el Señor en el libro de Apocalipsis en su último capítulo alienta a los cristianos a mantenerse santos y preparados, esperando ardientemente su segunda venida: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente… El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús”. (Apocalipsis 22:17, 20).

Hágase tu voluntad


                   Llegamos a la tercera petición: Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Si observamos las primeras tres peticiones están relacionadas con los intereses de Dios y por otro lado las tres en sí forman un solo anhelo: Establecer de forma absoluta el reino glorioso de Dios. La petición involucra a que sea la voluntad de Dios y no la nuestra propia la que se cumpla, tal y como Jesús nos enseñó cuando en el Getsemaní se sometió a la voluntad de Dios y no a la suya propia: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”, (Lucas 22:42). Definitivamente esta petición tan sencilla es una de las cuales los cristianos más fallamos. Usualmente amamos hacer las cosas a nuestra manera, pero por eso debemos orar: Hágase tu voluntad. Por ello la Biblia nos exhorta a conocerla: “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”, (Efesios 4:17), lo cual implica una completa transformación de nuestra mente: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”, (Romanos 12:2). También su eterna voluntad para nuestra vida es nuestra santificación: “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación”, (1 Tesalonicenses 4:3).  Si bien es cierto, todas estas son verdades en cuanto a la voluntad de Dios para nuestras vidas, también esta petición tiene un trasfondo escatológico que mira al establecimiento de su reino en esta tierra. La tres peticiones miran a aquel tiempo donde finalmente su nombre será santificado por los hombres, su reino vendrá a establecerse con poder y gloria, y su voluntad se hará aquí en el tierra así como lo es en los cielos.

Danos el pan de cada día


              Rápidamente llegamos a la cuarta petición de esta oración modelo. Pasamos de pedir los intereses de Dios a los nuestros propios, de pedir por las cosas espirituales y eternas a las terrenales y necesarias para vivir. La expresión: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy denota la total dependencia del ser humano de que Dios provea a sus necesidades diarias. En los antiguos tiempos el pan era considerado un producto básico para el mantenimiento de la vida del ser humano, por tanto lo que aquí se pide es que el Padre Celestial provea todo lo necesario para la subsistencia humana, como vestuario, alimento, techo, etc. La petición es clara al decir que esta provisión debe ser diaria, no mensual, anual o semanal, ni siquiera se pide por el pan de mañana. Esto enseña que a diario pidamos que su misericordia y provisión llenen nuestras necesidades básicas. Este concepto no es nuevo en la Biblia, de hecho lo vemos en el libro de Éxodo cuando dio proveyó el maná y les pidió que cada día recogieran solo lo necesario a excepción del sexto día que recogían el doble debido al Sabbat, y cuando recogían más de lo necesario, el maná criaba gusanos y hedía.

“y lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer. Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. Más ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés… Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán”.
Éxodo 16:18-20, 35

                También vemos el concepto de la provisión de cada día cuando Elías visito a la viuda de Sarepta donde la Escritura dice que nunca se agotó el aceite y la harina y siempre hubo sustento para el profeta, la viuda y su hijo aun cuando ni siquiera el rey de Israel Acab tenía para alimentar a sus caballos por causa de la sequía de 3 años.
“Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías”.
1 Reyes 17:14-16

Por tanto, nosotros sus hijos debemos pedir que cada día Dios nos provea de lo necesario para vivir, posiblemente no todos seremos ricos, pero de algo podemos estar seguros, Dios proveerá cada día con seguridad y como el salmista declararemos: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”, (Salmo 23:1).

Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden


             La quinta petición es tan importante como la de pedir a diario nuestro pan y está relacionada con la salud espiritual y moral. La petición es: perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. El estudio del griego nos puede ayudar a acercarnos a su verdadera interpretación. Por un lado la palabra deuda proviene del griego ofeílema (ὀφείλημα), que literalmente significa alguien que está endeudado. Jesús utiliza esta palabra de deudas para referirse a pecados porque en el arameo la palabra que se utilizaba tanto para pecado como para deuda era la misma ya que para los judíos nuestros pecados eran una deuda moral y espiritual que adquiríamos con nuestro Señor. Por otro lado se encuentra la palabra perdónanos que proviene del griego afíemi (ἀφίημι) que puede traducirse como perdonar, abandonar, echar fuera, salir, dejar, remitir, y en este sentido se refiere a una clase de perdón que echa fuera todos nuestros pecados para no ser más recordados, el perdón perfecto. Por ende, en nuestras oraciones debemos pedir por el perdón de todos nuestros pecados. En el Antiguo Testamento vamos a encontrar Salmos donde se pide el perdón de Dios (Salmo 25:7; 32:1-5; 38:1-22; 51:1-12; y 130:1-4), también encontramos la confesión de pecados en algunas oraciones modelos, como la del profeta Daniel (Daniel 9:4-16), la de Nehemías (Nehemías 1:5-11) y Esdras (Esdras 9:3-15). En el Nuevo Testamento también se nos exhorta a pedir perdón por nuestras trasgresiones:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”.
1 Juan 1:9-10

                Ahora bien, la oración añade algo más y es que seamos perdonados como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Jesús espera que nosotros sepamos perdonar a todos aquellos que nos ofenden, de lo contrario como podremos clamar por perdón si nosotros guardamos odio en contra de alguien que nos ofendió. Con respecto a esto, Jesús relato la parábola de los dos deudores (Mateo 18:23-35), donde uno debía 10, 000 talentos y como no podía pagar su señor ordeno quitarle su mujer, hijos y todo lo que tenía para pagar su deuda, pero éste se postro delante de su señor y le suplico y se le perdono su deuda por misericordia. Luego pasado los días este encontró a un consiervo que le debía 100 denarios, y le rogaba que le tuviera paciencia para que le pudiera pagar, pero el siervo malo no quiso y lo echo en la cárcel. Esto molesto a los demás consiervos y le contaron a su señor y este molesto porque el siervo malo no mostro la misma misericordia lo entrego al verdugo. Esta parábola expresa que así como Dios perdono nuestras ofensas, así también nosotros debemos perdonar a los que nos ofenden. Nuestra condición espiritual se ilustra en esta parábola por aquel que fue perdonado de una deuda de 10,000 talentos. Para tener una mejor idea de lo que representa esta cantidad consideremos lo siguiente:  los impuestos anuales pagados por Judea, Galilea, Idumea, Samaria y Perea sumaban como 800 talentos. Un esclavo, joven y fuerte, valía un talento. Dice el libro 2 Crónicas 25:6 que Amasías “tomó a sueldo por cien talentos de plata, a cien mil hombres valientes”. Todo el oro en el arca del pacto valía menos de 30 talentos (Éxodo 38:24). El punto es que era una cantidad que jamás podía pagar. Así es la deuda que el hombre debe a Dios. Es una "cantidad" que simplemente no podía y no puede pagar. Su única esperanza es que Dios le perdone la deuda.

Finalmente, evaluemos el punto de otorgar el perdón. La oración pide que Dios nos perdone como nosotros perdonamos a los demás; pero, ¿cuándo es que debemos perdonar? ¿A todos los que nos ofenden? Veamos como lo enseña la Biblia. En el evangelio según Lucas dice: “Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale”, (Lucas 17:3), es decir, el perdón se debe otorgar cuando el que ha ofendido se arrepiente. Esta parte en la Biblia muchas veces es mal utilizada por las personas que dañan a otros diciéndoles a sus ofendidos que deben perdonar porque así dice la Biblia, y por tanto tienen que seguir aguantando. Pero esto no es así. El perdón se le otorga a alguien que se arrepiente, y el arrepentimiento trae un cambio en la actitud, pensamientos y sentimientos. En Mateo se nos ofrece otro ejemplo de cómo y cuándo se otorga:

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”.
Mateo 18:15-17 

                Las palabras “has ganado a tu hermano" significan que la persona se arrepintió, pero si no lo hace se tiene que confrontar con testigos y luego con la iglesia, y si aun así no acepta su culpa, se tiene que tener por gentil y publicano, es decir, alejarse de él y no recibirlo entre los hermanos. Por tanto, si alguien nos causa daño o nos ofende, podemos amonestarla por tal cosa, si ésta lo acepta y se arrepiente, le perdonamos y lo ganamos para que este en paz con Dios; pero si no, no le podemos otorgar el perdón y deberíamos solo alejarnos del tal; pero qué significa esto. Debemos odiarlo. En ninguna manera. Debemos guardar nuestro corazón de toda raíz de odio. Solamente debemos esperar en Dios que Él pagara a cada uno según su obra.

“Porque él pagará al hombre según su obra, y le retribuirá conforme a su camino”.
Job 34:11

“Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo”.
Hebreos 10:30

“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”.
Romanos 12:19

No nos metas en tentación


                    La sexta petición está relacionada con la quinta. Después de pedir que Dios perdone nuestros pecados Jesús nos enseña a pedirle que nos ayude a no pecar al decir: no nos metas en tentaciónEstas palabras han dado mucho que comentar en cuanto a la pregunta ¿es Dios el que tienta al hombre? Para poder responder a esta interrogante podemos evaluar el significado etimológico de la palabra griega que aquí se traduce como tentación para tener una mejor idea. La palabra tentación se traduce de peirasmós (πειρασμός) la cual tiene un doble significado. Por un lado, cuando se refiere a Satanás la palabra usualmente se traduce como tentación, pero cuando se usa en referencia a Dios se traduce prueba. La Biblia es clara al decirnos que Dios jamás tienta a nadie, sino es una obra del diablo que seduce nuestra vieja naturaleza para que pequemos.

“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.
Santiago 1:13-15

                Sin embargo, también es cierto que Dios permite que el diablo tiente a los justos con el objetivo de probarlos, tal y como lo hizo con Abraham cuando le pidió que sacrificara a su hijo: “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham…” (Génesis 22:1); probó también a Job (Job 2), el mismo Jesús fue probado: “Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas”, (Lucas 22:28); el apóstol Pablo fue probado: “sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos”, (Hechos 20:19); y en general todos los cristianos somos y seremos probados por Dios.

“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”.
1 Pedro 1:6-7

                Ahora bien, el versículo anterior de 1 Pedro 1:7 nos dice la razón por la cual somos probados: para que nuestra fe crezca Toda prueba de parte de Dios tiene como objetivo moldearnos y hacernos mejores cristianos cada día, por eso alguien dijo en cierta ocasión que las pruebas sacan lo mejor de nosotros mismos, pero las tentaciones lo peor.

“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”.
Santiago 1:12

                No obstante, debemos estar claros que también Dios permitirá que el diablo nos tiente y podemos caer en sus trampas, por ello debemos orar: no nos metas en tentación. Uno de los nombres que recibe es el Tentador, y ha estado tentando a la humanidad desde el principio. Tentó a Eva en el Huerto del Edén (Génesis 3:1), tentó a David a censar al pueblo (1 Crónicas 21:2), tentó a los ángeles caídos para que abandonaran su propia morada (Judas 6) el Apóstol Pablo envió a Timoteo a Tesalónica temiendo que “hubiera tentado el tentador” a los cristianos de ese lugar” (1 Tesalonicenses 3:5). Por tanto, debemos siempre orar a Dios que nos de la fuerza y nos ayude para que cuando la tentación venga a nosotros la podamos vencer, por ello Jesús alentó a sus discípulos a orar ya que el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.

“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”.
Mateo 26:41

                La oración es un elemento clave en la vida del creyente que nos ayudará a resistir al diablo, si lo hacemos así podremos estar seguros que junto con la tentación siempre vendrá la salida.

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.
1 Corintios 10:13

Más líbranos del mal


             Llegamos a la séptima y última petición de esta oración modelo: mas líbranos del mal. Muchos la han considerado como parte de la sexta, sin embargo, la conjunción "más" denota su carácter individual. Por otro lado la sexta es concluyente al solo pedir que seamos librados de las tentaciones, una parte del mal, mientras que la séptima pide la liberación de todo el mal: enfermedades, escasez económica, ataque de hombres malos, el diablo o cualquier tipo de tragedia. Los cristianos sabemos que vivimos en un mundo dañado por el pecado y lleno de maldad por tal motivo en nuestras oraciones debemos pedir por la protección divina. El apóstol Pablo solía pedirle a Dios que lo guardara de toda obra mala: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”, (2 Timoteo 4:18); también decía que Dios tiene poder de librarnos del poder de las tinieblas: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”, (Colosenses 1:13); y de igual forma el autor de la carta a los Hebreos dice que Dios nos puede liberar del poder del diablo: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”, (Hebreos 2:14-15). En general, a través de la oración podemos pedir que seamos librados de todo mal que nos dañe y nos aleje de Dios.

Doxología final


Al final de la oración encontramos la doxología final de la oración del Padre Nuestro: porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria,  por todos los siglos. Amén. Esta solemne parte literaria de adoración a Dios parece haber sido agregada al texto original, ya que no se encuentra en los textos más antiguos. Por ejemplo la Vulgata Latina, obra del cuarto siglo D.C. del erudito Jerónimo no la considera, esto teniendo en cuenta que el autor era considerado un crítico muy reverencial y conservador como también competente e imparcial. Muchos creen que fue agregada por motivo a litúrgicos, como una forma de finalizar la oración glorificando a Dios. Otros consideran que fue inspirada de una oración que aparece en 1 Crónicas: “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos”, (1 Crónicas 29:11).  Sea como sea nos enseña que así como nuestras oraciones deben iniciar adorando y magnificando el nombre de nuestro Dios, deben terminar de igual manera. Así finaliza una oración muy diferente a las judías. No tan extensa y que expresa de manera sencilla la forma de como Dios desea que los hijos del Reino vivan, por eso Tertuliano, un padre de la iglesia primitiva la llamo: “el resumen de todo el evangelio”.

10 comentarios:

  1. Este comentario bíblico me ha servido para prepara una enseñanza a la congregación.
    Que Dios les siga bendiciendo grandemente.

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  2. Muchass gracias, por el tiempo que se tomó para explicar cada petición, que Dios le siga dando sabiduria y lo bendiga

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  3. Hermosa reflexión y muy idificante. Dios siga revelando a su corazón toda verdad para que muchos podamos ser intruidos por su palabra.. nuestro padre Dios siga bendiciendo su vida..

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  4. Muchas gracias una gran reflexión Dios le diga dando sabiduría y su palabra sea revelada cada dia en su corazón y a si pueda ayudar a muchos a quellos no han llegado al conocimiento pleno de Dios lo siga bendiciendo nuestro Dios altísimo en el nombre de Jesús

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  5. Gracias por esta hermosa y excelente explicación de la palabra de Dios. Bendiciones!!!

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  6. Bien, esta excelente ya que nos ayuda a ser educados y con reverencia bendecir y enaltecer el nombre de Jehova, orar para cada necesidad.

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  7. Muy excelente reflexión de sabiduría que solo viene el señor el señor los siga usando para la gloria de su nombre y para instruir a su pueblo que hoy más que nunca necesitamos palabra que venga del cielo no filosofías huecas

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  8. Excelente explicación, muchas gracias!

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  9. Muchas gracias por esa gran explicación

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  10. excelente analisis de tan bella forma de como comunicarnos con nuestro Padre celestial.

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