1
Corintios 12:9-10 (RV60)
Los Dones de Poder son tres, dones de sanidades,
milagros y fe y tienen como función impartir de manera sobrenatural poder a la iglesia para que se hagan señales y
prodigios a favor de sus santos y por ello se le conoce a este grupo con el
título de las manos de Dios en la iglesia. Los Dones de Poder son menos frecuentes en la
Iglesia debido a su mismo carácter milagroso ya que si se ejercitarán
frecuentemente estos dejarían de ser de carácter milagros (una alteración de
las leyes físicas y químicas) para volverse rutina diaria. Los dones de poder
siempre van acompañados de un don de revelación, por tanto, no operan a
voluntad del que posee, sino es Dios el que le revela cuándo utilizarlo. Los dones
de poder son:
1.
Dones de sanidades.
2.
Operación de milagro.
3. Don de fe.
Dones de Poder |
Dones de Sanidades.
Los dones de Sanidades, del griego iama (ἴαμα), son aquellos
por los cuales Dios cura un cuerpo
enfermo de manera sobrenatural, y sin la intervención de ningún medio. Se cree
que se habla en plural como dones de sanidades, ya que existe un don para sanar
cada enfermedad y no un don para todas las enfermedades. La operación de estos
dones de sanidades son diferentes a la promesa de poner manos sobre los
enfermos y estos sanaran: “pondrán sus manos sobre los enfermos, y éstos recobrarán la
salud”, (Marcos 16:18b, NVI), ya que también puede ocurrir una
sanidad por la oración de los creyentes o la combinación de la oración con los
medicamentos “¿Está enfermo algunos de ustedes? Haga llamar a
los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite
(una de las medicinas más conocidas en la antigüedad) en el nombre del Señor. La oración de fe sanará
al enfermo... oren los unos por otros, para que sean sanados...”,
(Santiago 5:14-15, 16, NVI). Veamos algún ejemplo de estos dones en la Biblia:
Ejemplo 1:
“Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino
también a los santos que habitaban en Lida. Y halló allí a uno que se llamaba
Eneas, que hacía ocho años que estaba en
cama, pues era paralítico. Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana;
levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó”.
Hechos 9:32-34 (RV60)
Las palabras
de Pedro diciendo:” Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama” denotan
que el apóstol sabía a través del Espíritu Santo que este hombre sanaría. Esta
señal sirvió para llamar la atención de los habitantes en Lida y Sarón y se
convirtieran al Señor.
Ejemplo 2:
“Había en Damasco un discípulo llamado Ananías, a
quien el Señor llamó en una visión. – ¡Ananía!– Aquí estoy Señor–. –Anda, ve a la casa de Judas, en la
calle llamada Derecha, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha
visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que entra y pone las manos
sobre él para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: –Señor, he oído
hablar mucho de ese hombre y de todo el mal que ha causado a tus santos en
Jerusalén... –Ve– insistió el Señor–, porque ese hombre es mi instrumento
escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como
al pueblo de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.
Ananías se fue y, cuando llegó a la casa, le impuso las manos a Saulo y le
dijo: Hermana Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me ha
enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Al instante
cayó de los ojos de Saulo algo como escamas, y recobró la vista...”
Hechos 9:10-13, 15-18a (NVI)
Este
ejemplo muestra como antes de que ocurriera el don de sanidad de la ceguera de
Saulo fue precedido por un don de revelación donde el Señor le ordeno a Ananías
que le impusiera las manos sin ningún temor.
Ejemplo 3:
“Y cierto hombre de Listra estaba sentado,
imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este
oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para
ser sanado, dijo a gran voz: levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y
anduvo”.
Hechos 14:8-10 (RV60)
Las
palabras: y
viendo que tenía fe para ser sanado nos sugieren que Pablo vio a través
de un don de revelación que este hombre tenía suficiente fe para ser sanado.
Don de Milagros.
La
palabra milagro viene del griego dúnamis
(δύναμις) que significa poder.
Este es aquel don por el cual Dios altera una ley natural para realizar a
través del creyente que lo posee una señal o prodigio. Es importante
diferenciar entre un milagro que Dios operara a un don de milagros. En el caso
de un milagro la señal o portento es realizada sin la intervención de un
hombre, como por ejemplo cuando Dios libero a Pedro de la cárcel con la ayuda
de un ángel. Un don de milagro opera a través de un hombre que es usado como
instrumento por medio del cual fluye el poder del Espíritu Santo para que se
realice el milagro. Veamos algunos ejemplos de esto en la Biblia.
Ejemplo 1:
“Había entonces en Jope una discípula llamada
Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en
limosnas que hacía. Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después
de lavada, la pusieron en una sala. Y como Lida estaba cerca de Jope, los
discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle:
No tardes en venir a nosotros. Levantándose entonces Pedro, fue con ellos, y
cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rogaron todas las viudas,
llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba
con ellas. Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y
volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver
a Pedro, se incorporó”.
Hechos 9:36-40 (RV60)
En este ejemplo encontramos al
apóstol Pedro que se encontraba en Lida pero al enterarse por los discípulos de
Jope que Dorcas una miembro de su
comunidad cristiana había muerto decidió ir a ellos con el fin de consolarlos,
ya que ella había hecho mucho bien a la iglesia del Señor: Había entonces en
Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta
abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. Y aconteció que en aquellos
días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala. Y como Lida
estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron
dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros. Al llegar
hasta el lugar donde se encontraba el cuerpo de Dorcas, Pedro oró y en ese
momento opero el don de milagros al resucitarla: Pedro se puso de
rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió
los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó.
Ejemplo 2:
“Pero
les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando
apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del
Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de
toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de
trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor
está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E
inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor,
buscaba quien le condujese de la mano”.
Hechos
13:8-11 (RV60)
Aquí encontramos a Elimas, un
mago, que influía negativamente en el procónsul con el fin de que no creyera al
mensaje del evangelio que se le había predicado. Ante la oposición de Elimas,
Pablo lleno del Espíritu Santo reprendió al enemigo del evangelio diciéndole
que el Señor estaba contra él y que quedaría ciego, lo cual ocurrió en el
momento operando allí un don de milagros: E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y
andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano.
Ejemplo 3:
“Un
joven llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana, comenzó a dormirse
mientras Pablo alargaba su discurso. Cuando se quedó profundamente dormido, se
cayó desde el tercer piso y lo recogieron muerto. Pablo bajó, se echó sobre el
joven y lo abrazó: ¡No se alarmen! –les dijo–. ¡Está vivo!... Al joven se lo llevaron
vivo a su casa, para consuelo de todos”.
Hechos
20:9-10, 12 (NVI)
En este pasaje encontramos el
caso de Eutico, el discípulo que se encontraba sentado en una ventana pero al
dormirse mientras Pablo predicaba el mensaje del evangelio, cayó y murió debido
a los golpes. Al ocurrir este terrible accidente el apóstol Pablo se acercó al
joven, se echó sobre él y lo abrazo afirmando: ¡No se alarmen! –les dijo–. ¡Está vivo!
Como resultado, Eutico resucito de entre los muertos operando así un don de
milagro en medio de ellos: Al joven se lo llevaron vivo a su casa, para consuelo de
todos.
Don de Fe.
La palabra fe viene
del griego pístis (πίστις) y es una operación sobrenatural que sostiene una confianza en Dios en
situaciones que al parecer humano son imposibles de sobrellevar. Existe una
diferencia entre el don de fe y la fe común del cristiano. Cuando nos
convertimos al Señor se nos otorga una fe suficiente para creer y ser salvos, la
cual también nos ayuda a depender de su divina providencia aun en medio de las
más difíciles dificultades: “Ahora bien, la fe
es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve”, (Hebreos
11:1, NVI). Sin embargo, cuando hablamos del don de la fe, esta es una fe
extraordinaria que ayuda a sobreponerse a situaciones realmente imposibles de
vencer por los medios humanos: “Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra
tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más
allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de
conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para
que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”,
(12 Corintios 1:8-9, RV60). Jesús hablo del poder de la fe a tal punto que aun
podía trasladar montes a la mar: “Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de
cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el
mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que
diga le será hecho”, (Marcos 11:22-23, RV60). Veamos un ejemplo de este don:
“Y no apareciendo ni el sol ni estrellas por muchos
días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda
esperanza de salvarnos. Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos
puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones,
haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y
pérdida. Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna
pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha
estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo,
no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te da
concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen
ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho”.
Hechos 27:20-25 (RV60)
Aquí vemos la ocasión cuando
Pablo sufrió un naufragio cuando era transportado por los soldados romanos a Roma
con el fin de que compadeciera delante
del Cesar. Debido a la cantidad de días que habían pasado perdidos en el mar y
las condiciones climatológicas presentes la tripulación había perdido la
esperanza de vivir, pero Pablo recibió una revelación en la cual Dios le
confirmó que vivirían ya que él debía testificar en Roma el evangelio. Si nos
damos cuenta la visita del ángel y la promesa de Dios lleno de gran confianza
el corazón de Pablo para que no desmallara y fue así que operó en él el don de
fe en su persona.
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