Apocalipsis
2:8-11
Si era inevitable que Éfeso ocupara el
primer lugar en la lista de las Siete Iglesias, era igualmente natural que
Esmirna, su gran rival, ocupara el segundo. Esmirna estaba a unos 56 kilómetros
al norte de Éfeso, y en el griego la palabra Esmirna significa mirra. De todas
las ciudades de Asia, Esmirna era la más encantadora. Se la llamaba el adorno
de Asia, la corona de Asia y la flor de Asia. Añadía al encanto de Esmirna que el viento del
Oeste siempre soplaba por sus calles. “El viento -decía Arístides- sopla por toda
la ciudad refrescándola como si fuera un soto de árboles”. Esmirna
estaba maravillosamente situada. Se encontraba al final de la carretera que
cruzaba Frigia y Lidia y se dirigía al lejano Oriente, y controlaba el comercio
del rico valle del Hermo. Era inevitable que fuera una ciudad comercial. La
misma ciudad estaba al final de un largo brazo de mar que acababa en un pequeño
puerto encerrado en la tierra y en el corazón de la ciudad. Era el más seguro
de todos los puertos y el más conveniente; y tenía la ventaja adicional de que
en tiempo de guerra se podía cerrar fácilmente mediante una cadena de lado a
lado de la boca. Era apropiado el que en las monedas de Esmirna se representara
un barco mercante dispuesto a hacerse a la Mar. De las 7 iglesias mencionadas
en Apocalipsis 2 y 3, es la única que sobrevive hoy bajo el nombre de Izmir en
Turquía.
Su historia no tenía poco que ver con la belleza de Esmirna, porque era una de las pocas ciudades del mundo planificadas a propósito. Se había fundado como una colonia griega allá por el año 1,000 a C. Alrededor del año 600 a C. le había sobrevenido una desgracia, porque los lidios la habían asaltado por el Este y destruido. Quedó prácticamente convertida en una serie de aldeas durante cuatrocientos años, hasta que la reedificó Lisímaco como un conjunto bien planificado. Se construyó con calles amplias y rectas. Estrabón habla de la belleza de sus calles, la excelencia de su pavimentación y los grandes bloques rectangulares de su construcción. La más famosa de sus calles era la Calle del Oro, que empezaba en el templo de Zeus y acababa en el templo de Cibeles. Daba la vuelta al pie de la colina del Pago; y, si los edificios que coronaban el Pago eran la corona de Esmirna, la calle del Oro era el collar que rodeaba el cuello de la colina. En las palabras de Jesús donde se identifica a la iglesia de Esmirna encontramos un eco de la historia de la misma ciudad ya que se hace llamar: el que estuvo muerto y vivió, y eso era un eco de la experiencia de la misma Esmirna. Esmirna tenía otras credenciales de grandeza aparte de su ciudad. Era una ciudad libre, y sabía lo que era la lealtad. Mucho antes de que Roma llegara a ser la indiscutible señora del mundo, Esmirna le había dado su voto, y nunca le había fallado en su lealtad. Cicerón llamaba a Esmirna “una de nuestras más antiguas y fieles aliadas”. Tal era la reverencia que sentía Esmirna por Roma que ya hacia 195 a C. fue la primera ciudad del mundo que erigió un templo a la diosa Roma y en el año 26 d. C., cuando las ciudades de Asia Menor se disputaban el honor de edificar un templo a la divinidad de Tiberio, fue elegida Esmirna aun por encima de la misma Éfeso.
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Actual Izmir en Turquía, antigua Esmirna |
Su historia no tenía poco que ver con la belleza de Esmirna, porque era una de las pocas ciudades del mundo planificadas a propósito. Se había fundado como una colonia griega allá por el año 1,000 a C. Alrededor del año 600 a C. le había sobrevenido una desgracia, porque los lidios la habían asaltado por el Este y destruido. Quedó prácticamente convertida en una serie de aldeas durante cuatrocientos años, hasta que la reedificó Lisímaco como un conjunto bien planificado. Se construyó con calles amplias y rectas. Estrabón habla de la belleza de sus calles, la excelencia de su pavimentación y los grandes bloques rectangulares de su construcción. La más famosa de sus calles era la Calle del Oro, que empezaba en el templo de Zeus y acababa en el templo de Cibeles. Daba la vuelta al pie de la colina del Pago; y, si los edificios que coronaban el Pago eran la corona de Esmirna, la calle del Oro era el collar que rodeaba el cuello de la colina. En las palabras de Jesús donde se identifica a la iglesia de Esmirna encontramos un eco de la historia de la misma ciudad ya que se hace llamar: el que estuvo muerto y vivió, y eso era un eco de la experiencia de la misma Esmirna. Esmirna tenía otras credenciales de grandeza aparte de su ciudad. Era una ciudad libre, y sabía lo que era la lealtad. Mucho antes de que Roma llegara a ser la indiscutible señora del mundo, Esmirna le había dado su voto, y nunca le había fallado en su lealtad. Cicerón llamaba a Esmirna “una de nuestras más antiguas y fieles aliadas”. Tal era la reverencia que sentía Esmirna por Roma que ya hacia 195 a C. fue la primera ciudad del mundo que erigió un templo a la diosa Roma y en el año 26 d. C., cuando las ciudades de Asia Menor se disputaban el honor de edificar un templo a la divinidad de Tiberio, fue elegida Esmirna aun por encima de la misma Éfeso.
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Esmirna |
No solo era grande Esmirna en comercio,
belleza y eminencia política y religiosa; sino también era una ciudad en la que florecía la
cultura. Así es que Esmirna tenía un estadio en el que se celebraban juegos
atléticos famosos todos los años; una biblioteca pública imponente; un odeón
que era el hogar de la música, y un teatro que era uno de los más grandes de
Asia Menor. En particular, Esmirna era una de las ciudades que pretendían ser
la cuna de Homero; tenía un edificio en su memoria llamado el Homerión, y ponía
la efigie de Homero en sus monedas. Esta era una atribución tan discutida como
la de ser la cuna de Cervantes en España. De igual manera había una serie de
templos con una arquitectura magnífica dedicados a los dioses Cibeles, Zeus,
Apolo, Némesis, Afrodita, y Esculapio.
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Homero autor de las obras: La Iliada y la Odisea |
La persecución.
“Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres
rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino
sinagoga de Satanás”.
Apocalipsis
2:9
El Señor se identifica
con los sufrimientos de la iglesia de Esmirna, y ésta al igual que la de
Filadelfia son las únicas a las que Jesús no les hace ningún reproche. Si consideramos el texto que
traduce la RV60, es de elogiar que la iglesia de Esmirna tenga obras que agradan
al Señor aun en medio de sus tribulaciones: Yo conozco tus obras, y tu tribulación. Muchas
veces podemos desistir en el servicio a Dios debido a las tribulaciones, pero
esta iglesia es un verdadero ejemplo de perseverancia aun en medio de las
pruebas. Los
manuscritos antiguos más fieles omiten las palabras tus obras, por lo que la lectura
correcta sería: Yo
conozco tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los
que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. Aquí
se identifican las tres pruebas por las cuales atravesaba la iglesia de
Esmirna: Primero pasaba por tribulación, del griego zlípsis (θλίψις) que
literalmente se traduce como estar presionado por una carga. El testimonio de
los cristianos en Esmirna había producido una presión sobre sus vidas. En
segundo lugar, ellos sufrían porque eran pobres (del griego ptojeía - πτωχεία -). En el griego hay dos palabras para referirse a la pobreza. La primera
es penía, que se refiere a las
personas que no son ricos, pero logran sobrevivir a través del esfuerzo de sus
manos. La otra palabra que se traduce como pobre y aparece en este texto es zlípsis que describe a una persona extremadamente
necesitada. La tercera razón de la prueba de esta iglesia venía de parte de los
judíos. Una y otra vez vemos en Hechos de los Apóstoles como los judíos se
oponían al cristianismo, por ejemplo en Antioquía (“Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas
y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución
contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites”, Hechos 13:5);
Iconio (“Mas
los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles
contra los hermanos”, Hechos 14:2); Listra (“Entonces vinieron
unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y
habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que
estaba muerto”, Hechos 19:19), y Tesalónica (“Entonces los judíos que no
creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y
juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón,
procuraban sacarlos al pueblo”, Hechos 17:5). Por tanto,
no es difícil creer que también en Esmirna se opusieron a la iglesia de Cristo.
A estos judíos el Señor los llama sinagoga de Satanás que literalmente significa “lugar
de reunión del adversario”.
No temer las tribulaciones que vendrán.
“No temas en nada lo que vas a
padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que
seáis probados, y tendréis tribulación por diez días…”.
Apocalipsis 2:10
A esta iglesia,
el Señor advirtió que las pruebas, en vez de pasar, empeorarían. Entre los mártires de
Esmirna tenemos al obispo Policarpo el cual fue uno de los
discípulos de San Juan. Conoció el evangelio en los años tempranos de su vida,
y se consagró de todo corazón a pastorear la iglesia de Esmirna, en la que
actuó durante muchos años. Era venerado de todos, no sólo por sus canas, sino
también por la piedad manifiesta en su vida, y el espíritu cristiano que
animaba todos sus actos. En el año 167 la persecución se levantó violenta
contra las iglesias de toda la región de Esmirna y Policarpo acusado por los judíos fue capturado. Cuando
Policarpo se vio frente a sus perseguidores, comprendió que su fin estaba
cerca, y dijo: “Hágase la voluntad de Dios”.
Pidió que diesen de comer y beber a los soldados que habían venido a prenderle,
pidiendo a ellos solamente que le permitiesen pasar una hora en oración con su
Dios, pero su corazón estaba tan lleno de gracia que durante dos horas continuas habló
con su Padre celestial, pidiendo de él la fuerza que necesitaba para sufrir el
martirio. Los paganos estaban conmovidos ante la actitud del noble varón de
Dios. Al comparecer delante del procónsul, éste le dijo que tuviese compasión
de su edad avanzada, que jurase por el emperador y que diese pruebas de
arrepentimiento, uniéndose a los gritos de la multitud que clamaba: “Afuera con los impíos”.
Policarpo miró serenamente a la multitud, y, señalándolas con un ademán
resuelto, dijo, “Afuera con los impíos”. El procónsul
entonces le dice: “Jura, maldice a Cristo, y te
pongo en libertad”.
El anciano le respondió: “Ochenta y seis años lo he
servido y Él no me ha hecho sino bien, ¿cómo puedo maldecir, a mi Señor y
Salvador?”. Finalmente fue condenado a morir quemado ante la
insistencia de los judíos, fue atado en la estaca y al encenderse la hoguera,
las llamas rodearon su cuerpo, como un arco, sin tocarlo; entonces dieron orden
al verdugo que lo traspasara con su espada, con lo que manó mucha sangre que
apago el fuego. Así sufrió martirio Policarpo obispo de Esmirna.
La Biblia
declara que habrá tribulación para los creyentes: “Y también todos los que quieren vivir
piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”, (2 Timoteo 3:12).
Durante su primer viaje misionero Pablo y Bernabé fundaron varias en Iconio,
Derbe y Antioquía y durante este periodo animaron a los cristianos a perseverar
en medio de las tribulaciones: “Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a
que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios”, (Hechos 14:22). Sin
embargo, Jesús nos exhorta a confiar en Él ya que si bien es cierto tendremos
aflicciones en este mundo; pero ya Él ha vencido el mundo: “Estas cosas os he hablado para que en mí
tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al
mundo”, (Juan 16:33). Jesús advirtió que la persecución seguiría por
10 días. Algunos eruditos bíblicos creen que estos diez días son literalmente
10 días reales de tribulación; sin embargo, hay otros que creen que estos 10
días representan 10 períodos de la historia de la iglesia bajo 10 emperadores
tiranos, donde no se incluye a Nerón porque el reino antes que Juan escribiera
el Apocalipsis.
EMPERADOR
ROMANO
|
TIEMPO
(D.C.)
|
CARACTERÍSTICAS
DEL EMPERADOR
|
1.
Domiciano
|
81-
96
|
Ordenó
que lo adoraran como al dios Júpiter. Bajo su persecución Juan fue exilado y
enviado a la isla de Patmos. Allí Juan escribió Apocalipsis.
|
2.
Trajano
|
98-117
|
Declaró
ilegal la fe cristiana y persiguió a la Iglesia. La tradición dice que
Ignacio, un discípulo de Pedro, fue despedazado en un foso de leones durante
ese tiempo.
|
3.
Adriano
|
117-138
|
Persiguió
a los cristianos.
|
4.
Marco Aurelio
|
161-180
|
Este
malvado gobernador martirizó a muchos cristianos, incluso a Policarpo, que
era discípulo de Juan y de Justino.
|
5.
Séptimo Severo
|
193-211
|
Estableció
una ley estricta en contra del esparcimiento del cristianismo. Como
resultado, el padre de Orígenes, famoso teólogo africano, fue decapitado.
|
6.
Maximino
|
235-237
|
Asesinaba
a cristianos y los enterraba en grupos de 50 a 60.
|
7.
Decio
|
249-253
|
Este
emperador trató de destruir la iglesia por medio de la persecución. Murió
joven.
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8.
Valeriano
|
257-260
|
Persiguió
a la iglesia. Cipriano, que era un autor cristiano bien conocido, y el obispo
de Cartago fueron martirizados durante esos años.
|
9.
Aureliano
|
270-275
|
Causó
mucho sufrimiento a la iglesia.
|
10.
Diocleciano
|
284-305
|
Este
malvado césar promulgó leyes para destruir todas las iglesias y quemar todas las
copias de la Biblia. Mató a cuanto cristiano pudo encontrar. Luego levantó un
gran monumento diciendo que había enterrado al cristianismo. Sin embargo, 25
años después de su muerte, el cristianismo se convirtió en la religión de
Roma.
|
La promesa.
“… Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere,
no sufrirá daño de la segunda muerte”.
Apocalipsis
2:10-11
Esmirna tenía una calle de
mármol y números edificios hermosos de los cuales sus ciudadanos se sentían
orgullosos y los consideraban las coronas de Esmirna. Los ciudadanos estaban
orgullosos de sus coronas perecederas, sin embargo, Jesús les prometió una
corona permanente de vida. Una y otra vez se menciona en el Nuevo Testamento la
corona del cristiano. Aquí y en Santiago 1:12 se menciona la corona de la
vida. Pablo habla de la corona de la integridad (2 Timoteo 4:8), y de la
corona que enorgullecerse (1 Tesalonicenses
2:19). Pedro menciona la corona de la gloria (1 Pedro 5:4). Pablo contrasta
la corona inmortal del cristiano con la corona perecedera de laurel que era el
premio del vencedor en los juegos atléticos (1 Corintios 9:25), y Pedro menciona
otra vez la corona imperecedera de la gloria (1 Pedro 5:4). En griego hay dos
palabras para corona: diádéma, que es la corona real, y stéfanos, que
conlleva las ideas de gozo y de victoria. La palabra que aquí aparece y se traduce como corona es stefanos, y
nos hace la referencia a la recompensa que tendrán aquellos mártires que sufran
por el testimonio de su fe. El que venciere Dios le promete que no sufrirá la segunda
muerte, esto es el ser juzgado por Jesús en el Juicio del Gran Trono Blanco y
ser arrojado al lago de juego. La batalla se vence a través de la fe y ésta es únicamente
para aquellos que verdaderamente experimente el nuevo nacimiento. En medio de
su mensaje el Señor nos exhorta a ponerle atención a sus palabras: El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias, estas palabras aparecen en cada uno los mensajes de las 7 iglesias
por lo que debemos poner toda atención a cada uno de estos mensajes porque
hablan a nuestro corazón.
,de haber leido este estudio quedo agradecida a Dios y a usted.
ResponderBorrarMe recordo su historia y me ilustró la tribulación que sufrieron a mano principalmente de los emperadores romanos.
ResponderBorrarBendito sea Dios
ResponderBorrarGracias por ese estudio. Que el Señor les siga llenando de mucha sabiduría
ResponderBorrarGloria a Dios Bendito y Alabado Sea, gracias por su estudio.
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