“Edom dice: <<Aunque nos han hecho pedazos, reconstruiremos sobre las ruinas>>. Pero el Señor Todopoderoso dice: <<Ustedes podrán reconstruir, pero yo derribaré. Serán llamados territorio malvado, pueblo contra el cual siempre estará indignado el Señor>>. Ustedes lo verán con sus propios ojos y dirán: ¡Se ha engrandecido el Señor aún más allá de las fronteras de Israel!”
Malaquías 1:4-5
INTRODUCCIÓN
Toda vida se
fundamenta bajo un cimiento. Edom era una
nación descendiente de Esaú, que se caracterizaba por la incredulidad y
confianza en sí mismo que tenía su descendiente. Esaú era un hombre impulsivo y
amaba cazar en el campo. Siendo el hijo mayor de Isaac, era el heredero de la
promesa que Dios le había hecho a Abraham y que éste había heredado a su hijo
Isaac. Sin embargo, Esaú siempre se caracterizó por no valorar las cosas
espirituales. Un día que llego del campo muy hambriento y agotado la Biblia
dice que “por un
plato de comida vendió sus derechos de hijo mayor” (Hebreos 12:16) a su hermano Jacob replicando “Me estoy muriendo
de hambre... ¿de qué me sirven los derechos de primogénito?” (Génesis
25:32). En su arrebatada decisión perdió lo que Dios le ofrecía para su vida y
nunca lo volvió a recuperar, “aunque con lágrimas buscó la bendición”. (Hebreos
12:17), y a partir de ese momento se le comenzó a llamar en las Escrituras con
el nombre de Edom (אֱדֹם), que significa rojo, porque
decidió cambiar su primogenitura por un guiso rojo. En estos versículos de Malaquías
se nos enseñan una verdad importante: El fundamento seguro bajo el cual debemos
construir nuestra vida es Dios. A diferencia de Israel, Edom había sido
maldecida por Dios; y aunque ellos decían dentro si: <<Aunque nos han hecho pedazos,
reconstruiremos sobre las ruinas>>, sus intentos iban a ser en
vano ya que el Todopoderoso había decretado juicio contra aquella ciudad: Pero el Señor Todopoderoso
dice: <<Ustedes podrán reconstruir, pero yo derribaré. Serán llamados
territorio malvado, pueblo contra el cual siempre estará indignado el
Señor>>. No es la primera vez que esto ocurre. Ciudades
importantes en el Medio Oriente como Babilonia (Jeremías 50; 51 e Isaías 13; 21;
47) o Tiro (Ezequiel 26.1–21; Isaías 23; Amós 1:9–10; Joel 3:4–6; y Zacarías 9:3–4)
fueron castigadas por su maldad y condenadas a su total ruina sin posibilidad
de volver a ser edificadas, y así continúan hasta el día de hoy.
Ruinas de Babilonia |
Veamos en mayor detalle en que
consistió el pecado de Edom para ser el objeto de la ira de Dios.
UN FUNDAMENTO EQUIVOCADO
“Así dice el Señor omnipotente
acerca de Edom: ¡Te haré insignificante entre las naciones, serás tremendamente
despreciado! Tu carácter soberbio te ha engañado. Como habitas en las
hendiduras de los desfiladeros en la altura de tu morada, te dices a ti mismo:
¿Quién podrá arrojarme a tierra?”
Abdías 1b-3
En el libro del
profeta Abdías el Señor envía una dura reprensión en contra de esta nación: ¡Te haré
insignificante entre las naciones, serás tremendamente despreciado!
Tal pronunciamiento se lo atribuye a su carácter soberbio. La soberbia se
define como un sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un
trato distante o despreciativo hacia ellos. Pero, ¿qué provoco este sentimiento
de superioridad? Posiblemente su poderosa ciudad. La nación de se extendía en
forma rectangular, desde el mar Muerto y el arroyo de Zered, en el norte hasta
Elat y ezión-geber por el golfo de Acaba, en el sur, incluyendo ambos lados del
Arabá que medía aproximadamente 167 kilómetros de largo y hasta 67 kilómetros
de ancho rodeado por un lugar montañoso escarpado cuyos picos sobrepasan los
1500 metros. La capital de su reino se llamaba Sela (o Petra, en su equivalente
griego) la cual era una ciudad amurallada, y hasta cierto sentido la
consideraban inconquistable. Vasta observarla para quedar asombrando de su gran
belleza e imponente grandeza.
Sela (Petra) capital de Edom |
Construida entre inmensos
despeñaderos los cuales servían como fortalezas naturales, Sela era
prácticamente inconquistable. Se podía penetrar a Sela a través de una
hendidura de una milla de longitud en la roca. Este pasadizo es tan estrecho en
algunas partes que uno puede tocar ambas paredes simultáneamente.
Hendiduras que conducen a Sela |
Por su posición geográfica y su
magnífica capital, ellos se creían inconquistables y con gran poder: Como habitas en las
hendiduras de los desfiladeros en la altura de tu morada, te dices a ti mismo:
¿Quién podrá arrojarme a tierra? Pero su pecado no quedo allí, su
desprecio hacia sus hermanos, los israelitas, se hizo cada vez más grande a tal
punto que colaboraron con Nabucodonosor, rey de Babilonia, en sitiar y destruir
la ciudad de Jerusalén: “Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y
serás cortado para siempre”, (Abdías 10). Después del cautiverio los
edomitas invadieron el sur de Judá y se establecieron allí dándosele el nombre
de Idumea. No obstante, Dios les demostró que
aquello en lo cual habían puesto su confianza no era suficiente para
sostenerlos en el día malo: “¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros
escondidos fueron buscados. Todos tus
aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban
en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo
debajo de ti; no hay en ello entendimiento. ¿No haré que perezcan en aquel día,
dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú?”,
(Abdías 6-8). La historia confirma esta profecía ya que en el siglo 3 a.C. lo
nabateos invadieron la tierra de Edom incluyendo su hermosa capital, luego en
el año 165 a.C. los edomitas restantes fueron obligados por los Macabeos a
convertirse en judíos, imponiéndoles la circuncisión y con la llegada de los
romanos Idumea y los edomitas desaparecieron de la historia. Todo esto nos confirma que si
nuestros proyectos y aun nuestra propia vida no están fundamentados en la
gracia de Dios, solo estaremos parados en tierra movediza. Hoy muchas personas confían
en sus riquezas o en el poder que han logrado adquirir, pero lo cierto es que
la única garantía de nuestra vida es Cristo. Como Edom, nuestras fortalezas
pueden derrumbarse.
“Si el SEÑOR no edifica la
casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el SEÑOR no cuida la ciudad, en vano
hacen guardia los vigilantes”.
Salmo 127:1
EL FUNDAMENTO MÁS SEGURO
“No será por la fuerza ni por ningún
poder, sino por mi Espíritu dice el Señor Todopoderoso”.
Zacarías 4:6b
Una vida dependiente del
Espíritu Santo es una vida de éxito, una persona que tome decisiones bajo la
influencia de las Sagradas Escrituras tiene la garantía que su pie jamás
tropezará. Una persona que decida confiar plenamente en Jesús jamás será defraudada.
La confianza en Cristo Jesús es el fundamento más seguro en la vida.
“Bendito el hombre que confía
en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al
agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor,
y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca
deja de dar fruto”.
Jeremías 17:7-8
Cualquier
proyecto en la vida debe estar acorde a los principios bíblicos y realizarse
dependiendo de Dios. El hombre que confía en el Señor es
comparado en la Biblia con la imagen de un árbol que ha sido firmemente
plantado junto a fuentes abundantes de agua donde es bien regado. Todo lo
concerniente al árbol es valioso y
productivo, así mismo, los justos son valiosos y productivos para Dios,
personas en la que encuentra placer. Aunque la vida del justo no estará libre
de pruebas y adversidades, Dios traerá fruto y bendición en las dificultades. Edom
confió en sus propias fuerzas y esto lo llevo a la derrota total; sin embargo,
la confianza del cristiano debe estar depositada en la providencia de Dios. Jesús
lo declaro de esta manera: “Yo soy la vid verdadera y ustedes son las ramas. El que
permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden
ustedes hacer nada”. (Juan 15:5).
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