“Y he
aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y
piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre
él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte
antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo.
Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él
conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios,
diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu
palabra; porque han visto mis ojos tu
salvación, la cual has preparado en
presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de
tu pueblo Israel”.
Lucas 2:25-32
INTRODUCCIÓN
“Es
la mejor exposición que han visto mis ojos fuera de mi país”, fueron las
palabras de Faruq Hosni, ministro de Cultura de Egipto que expreso y fueron
publicadas un 28 de Febrero del 2008 por los medios noticiosos de la Jornada.
Sorprendido por la exhibición de la diosa Isis y la serpiente emplumada en un
museo mexicano, Faruq se impresiono de tal manera que dijo: “Es la mejor exposición que han visto mis ojos fuera de mi país”. Semejante
exclamación nos hace reflexionar acerca de lo mejor que nuestros ojos hayan
tenido la oportunidad de apreciar, sin embargo, hace más de 2000 años un
anciano tuvo la oportunidad de presenciar la más grande y maravilloso de toda
su vida: la salvación de Dios.
¿Han visto tus ojos la salvación? |
I.
UN HOMBRE PIADOSO EN UNA SOCIEDAD
DECADENTE.
“Y he
aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y
piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre
él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte
antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo…”
Lucas nos habla acerca de un anciano
llamado Simeón, el cual presentaba grandes virtudes en un mundo decadente muy
contrarias a la de los líderes religiosos de su tiempo:
1. Simeón era un hombre justo: vivía
de acuerdo a la palabra de Dios alejado del pecado.
2.
Era
un hombre piadoso: es decir, devoto de Dios, sus acciones eran conforme a todo
lo que contribuye a su crecimiento espiritual.
3.
Vivía
esperando el cumplimiento de su promesa: esperaba la consolación de Israel.
4. El Espíritu Santo estaba con él.
Por tanto, vivía en constante comunión con su Dios.
A pesar de que este anciano era
piadoso y devoto de Dios, él no podía morir ya que anhelaba ver con sus propios
ojos la consolación de Israel. De igual forma, todo hombre y mujer deben
anhelar ver con sus propios ojos la consolación de Dios antes que la muerte los
sorprenda. A Simeón se le había revelado que lo vería antes de morir: Y le había sido
revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al
Ungido del Señor. Fue así como el Espíritu Santo lo movió a ir al
Templo ese día, porque había llegado el momento de que Simeón conociera a su
Señor.
II.
LA SALVACIÓN QUE TODO HOMBRE DEBE
VER ANTES DE MORIR.
“Y cuando
los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al
rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora,
Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación…”
El deseo de Dios es presentar a
su Hijo Jesús a todo ser humano para que a través de Él encontremos la
consolación de nuestra alma al recibir el perdón de nuestros pecados. Sin
embargo, esto se tiene que hacer antes de morir. Muchos piensan que no es
necesario recibir a Jesús como el Señor de sus vidas, pero se equivocan. Aquí
vemos a un noble anciano piadoso al cual le faltaba una cosa antes de morir:
ver con sus propios ojos al Ungido del Señor, y por eso el Espíritu Santo lo
llevo ese día al Templo, así como también lo hace con nosotros cada vez que nos
lleva a un lugar donde se nos presenta a través de su palabra el plan de
salvación el cual debemos aceptar antes de morir.
Cuando Simeón lo vio en el Templo su
corazón se alegró y tomándolo en sus brazos lo bendijo y exclamo este cántico: Ahora, Señor,
despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación…
Ahora Simeón sabía que podía morir
en paz ya que sus ojos habían visto su salvación. De la misma manera nosotros
debemos preocuparnos por ver la salvación de nuestras almas antes que muramos,
y esta se encuentra en Cristo Jesús.
III.
ESTA SALVACIÓN ES PARA TODOS LOS
HOMBRES.
… la cual
has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los
gentiles, y gloria de tu pueblo Israel…
La buena noticia es que esta
salvación que Simeón experimento es no solo para los judíos, sino para todos
los hombres y mujeres de todas partes del mundo.
“Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Juan 3:16
Dios muestra su gran amor a toda la
humanidad a través del hecho de haber enviado a su hijo Jesús a morir por
nuestros pecados, sin embargo su muerte es efectiva únicamente para los que en
Él creen.
CONCLUSIÓN
Como Simeón debemos buscar
conocer a Cristo antes de morir, porque sin Él solo nos espera la condenación
eterna. Como Simeón, el Espíritu Santo nos brindara la oportunidad de
contemplar el plan de salvación para nuestra vida y cuando esto pase no debemos
desaprovecharla.
Buen día, amigo. Este comentario es bueno . Y lo digo así porque continuamos con la costumbre de decir:"solo para los que creen". Efesios 1 Revela que la Salvación es para todos, creyentes y no creyentes.
ResponderBorrarNo es para los que no creen. Eso si es un hecho.
BorrarAMEN AMEN
ResponderBorrarPero el que no cree ...no es salvo porque a rehusado creer en el señor Jesús...ahora bien si el hombre cree en el hijo de Dios y cree de todo corazón y confieza con su boca que Jesús es el señor será salvo.
ResponderBorrarAmén así es
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