“Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada
aguda de dos filos dice esto: Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está
el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en
los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora
Satanás. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que
retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los
hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer
fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas,
la que yo aborrezco. Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y
pelearé contra ellos con la espada de mi boca. El que tiene oído, oiga lo que
el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido,
y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre
nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.
Apocalipsis
2:12-17
Pérgamo está situada alrededor de 80
kilómetros al norte de Esmirna y 32 kilómetros desde Pérgamo hasta el mar Egeo.
La palabra griega pergamum significa fortaleza. La ciudad estaba edificada
sobre un monte con la forma de cono. La cumbre del monte estaba a unos 350
metros de altura sobre la tierra que lo rodeaba. Pérgamo no podría llegar nunca
a tener la importancia comercial de Éfeso o de Esmirna, pero como centro
cultural las sobrepasaba a ambas. Era famosa por su biblioteca, que contenía no
menos de 200, 000 rollos de pergamino, y era solo superada por la biblioteca de
Alejandría. Es interesante advertir que la palabra pergamino se deriva
de Pérgamo. Pérgamo era el
centro administrativo de Asia, lo cual quería decir que era el centro del culto
del césar para toda la provincia, de tal forma que, así como Roma era la
capital del imperio para occidente, Pérgamo era la capital del imperio para
oriente. Fue durante los siglos III y II a.C, cuando lo tenía todo: una rica
industria de manufacturas de pergamino, una buena situación geográfica dentro
de la ruta del comercio marítimo del Mediterráneo y unas infraestructuras
suficientemente amplias como para acoger a los artistas helenos que buscaban
nuevos horizontes donde desarrollar su arte más allá del estilo clásico.
Pérgamo ansiaba ser la nueva Atenas de Pericles. La parte más alta de Pérgamo
estaba destinada a la vida religiosa, residencial y militar. Filetero la
consagró a la diosa Atenea, la victoriosa diosa guerrera cuyo santuario ocupó
el centro de su explanada. En sus alrededores levantó su palacio, así como las
diferentes dependencias donde vivirían los soldados. La joya más preciada de
Pérgamo, la biblioteca, fue obra de Atalo I, el tercer rey de la dinastía. Los
atálidas eran bibliógrafos y siempre habían mostrado una gran preocupación por
la cultura. Este hecho los llevó a coleccionar más de 200.000 títulos, muchos
de ellos de la época de Eumenes II, que años más tarde Marco Antonio se
llevaría como regalo de bodas a Cleopatra. La mayoría de los textos fueron
copiados en pergaminos, creando así una gran industria de exportación. En la
siguiente figura podemos ver la pintura sobre la acrópolis de Pérgamo realizada
por Friedrich von Thiersch en 1882. En ella se puede observar cómo era la
ciudad en su época de máximo esplendor. Entre los edificios que sobresalen se
encuentra el afamado altar de Zeus, que ocupa la inmensidad de la explanada; el
santuario de Atenea, la diosa de la ciudad; y la biblioteca, la segunda más
importante del mundo antiguo después de la de Alejandría.
La antigua acrópolis de Pérgamo |
El trono de Satanás.
“Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada
aguda de dos filos dice esto: Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está
el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en
los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora
Satanás”.
Apocalipsis
2:12-13
Altar pagano en Pérgamo dedicado a los dioses |
En su mensaje a la iglesia de Pérgamo Jesús le dice que se encuentra
ubicada en el trono de Satanás, pero ¿por qué le llama el trono de Satanás? La
razón es porque Pérgamo era el centro de cinco cultos paganos. En primer lugar,
a 244 metros de la montaña rocosa estaba situado un altar a Zeus que era la
mayor divinidad que se adoraba entre los dioses griegos. El altar parecía un
gran trono y el humo de los sacrificios que se le ofrecía subía durante todo el
día, día tras día. En segundo lugar, estaba el culto a Atenea, diosa griega de
la sabiduría tenía un templo a la par del altar de Zeus. En tercer lugar, Dionisio,
dios del vino y las bacanales, tenía un templo con sacerdotisas que no eran más
que prostitutas. En cuarto lugar, Esculapio, dios griego de la salud cuyo símbolo
era una serpiente enroscada en una vara. Serpientes no venenosas se deslizaban
por todo el templo y las personas enfermas de todas partes venían a Pérgamo a
dormir a las afueras del templo con la esperanza de ser sanados. Finalmente,
estaba el culto a los césares. César era adorado como un dios en Pérgamo. Al
menos una vez al año cada ciudadano tenía que adorar al César como dios. Era
por esta gran idolatría que ser cristiano en Pérgamo era muy difícil, sin
embargo, el Señor los elogia por retener su nombre y no negar su fe aun cuando uno
de sus compañeros llamado Antipas fue martirizado por causa de su fe: pero
retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi
testigo fiel fue muerto entre vosotros. De acuerdo a la tradición se nos dice que Antipas
fue uno de los discípulos de Juan y obispo de Pérgamo, y Tertuliano nos relata
que fue asado lentamente encerrado en un toro de bronce durante el reinado del
emperador Domiciano. El Señor lo menciona por su nombre y lo llama su testigo
fiel.
Los enemigos de la iglesia están dentro de ella.
“Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que
retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los
hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer
fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas,
la que yo aborrezco”.
Apocalipsis
2:14-15
Ruinas de la antigua Acrópolis de Pérgamo |
La iglesia se había defendido bien de sus enemigos externos como el
paganismo, sin embargo, no habían advertido la presencia de un enemigo interno
que los estaba influyendo negativamente y por ello Jesús los amonesta: Pero
tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina
de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a
comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también
tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. Primeramente, Jesús los amonesta por retener la
doctrina de Balaam. Balaam fue el profeta que se vendió por codicia a las
riquezas y aconsejó a Balac cómo llevar a los Israelitas al pecado para
alejarlos de Dios: “He aquí, por consejo de
Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Jehová
en lo tocante a Baal-peor, por lo que hubo mortandad en la congregación de
Jehová”, (Números
31:16). Es muy posiblemente que en la iglesia de Pérgamo existían
ministros codiciosos de ganancias deshonestas que estaba permitiendo que el
pecado entrara a la iglesia, de tal forma que los creyentes participaban de las
fiestas paganas y cometían pecados sexuales, pero estos ministros no los
amonestaban porque solamente les interesaba su salario. La segunda amonestación
era referente a tolerar la doctrina de los nicolaítas la cual, como ya vimos
anteriormente, enseñaba a sus ministros a tener señorío sobre los demás
miembros. Entonces, ambas doctrinas se habían introducido silenciosamente en la
iglesia provocando que sus ministros fueran contaminados con este espíritu de
superioridad religiosa y deseos de enriquecerse a través del ministerio
permitiendo al mismo tiempo que la inmundicia entrase en la iglesia. El apóstol
Pedro en su segunda carta nos describe muy bien el carácter de estos ministros
falsos y corruptos: “Y mayormente a aquellos que,
siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el
señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades
superiores, mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia,
no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor. Pero éstos,
hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos
para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, recibiendo el
galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada
día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aún mientras comen con vosotros,
se recrean en sus errores. Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de
pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la
codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han
extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de
la maldad, y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga,
hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta”, (2 Pedro
210-16). Definitivamente hoy en día podemos ver como estas doctrinas diabólicas
como la de Balaam y la de los nicolaítas se han introducido dentro de la
iglesia, pero cada uno de nosotros tiene que estar alerta para mantener la
pureza dentro de nuestras congregaciones.
Cada creyente debe vivir de acuerdo a la Biblia.
“Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada
aguda de dos filos dice esto: … Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a
ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Apocalipsis
2:12, 16-17
Existían dos clases de
gobernantes en el imperio romano, los que tenían el poder para matar con espada
y los que no. Jesús se presenta como el que tiene la espada aguda de dos filos,
lista para ejecutar juicio en contra de sus enemigos, y esto nos dice que tiene
la autoridad y toda potestad para ejercer autoridad. La espada de dos filos es
una alusión a su palabra, la Biblia la cual es un arma que por un lado puede
salvar a todo aquel que creen en ella, o bien confirma su terrible estado de
condenación. La iglesia de Pérgamo estaba pecando al permitir que estas dos
doctrinas de demonios entrasen entre ellos, sin embargo, Dios desea que cada
uno de nosotros ame la sana doctrina. Cuán
importante es mantenernos en la sana doctrina, y por ello Pablo insistía
constantemente en la importancia de esto: “Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina”,
(Tito 2:1). La exposición de la sana doctrina es sumamente importante porque
solo así se le puede hacer frente a las herejías que Satanás quiere introducir
entre el pueblo de Dios: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que
juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que
prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye,
reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no
sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón
de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias”,
(2 Timoteo 4:1-3). La iglesia debe ser celosa en cuanto a mantener la sana
doctrina, no puede tolerar el introducir nuevas doctrinas que la desvíen de la
fe. El Señor le advierte que se arrepientan por haberse apartado de la sana
doctrina o vendrá pronto a pelear contra todos los herejes: arrepiéntete; pues
si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.
La promesa.
“Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le
daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual
ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.
Apocalipsis
2:17
En esta carta, el Cristo Resucitado
promete dos cosas a las personas que obtengan la victoria: la primera es
participar del maná escondido. Aquí tenemos una bonita promesa con un trasfondo
histórico que ha estado guardo en la mente de los judíos. Cuando los israelitas
no tenían comida en el desierto, Dios les dio a comer maná. Fue durante su
peregrinar en el desierto y ante sus constantes quejas que Dios decidió
alimentarlos de codornices y de una especia de pan que descendía del cielo: “Venida la tarde, subieron codornices que cubrieron el
campamento; y por la mañana descendió rocío en derredor del campamento. Y
cuando el rocío cesó de descender, he aquí sobre la faz del desierto una cosa
menuda, redonda, menuda como una escarcha sobre la tierra. Y viéndolo los hijos
de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto? porque no sabían qué era.
Entonces Moisés les dijo: Es el pan que Jehová os da para comer”,
(Éxodo 16:13-15). Dios les dio indicaciones explicitas en cuanto a la forma de
cómo tenían que recoger este pan al cual llamaron maná: “Esto es lo que Jehová ha mandado: Recoged de
él cada uno según lo que pudiere comer; un gomer por cabeza, conforme al número
de vuestras personas, tomaréis cada uno para los que están en su tienda. Y los
hijos de Israel lo hicieron así; y recogieron unos más, otros menos; y lo medían
por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había
recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer. Y les dijo
Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. Más ellos no obedecieron a
Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y
hedió; y se enojó contra ellos Moisés. Y lo recogían cada mañana, cada uno
según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía”,
(Éxodo 16:16-21). Y en el sexto día se recogía el doble porque durante el día
de reposo no se hacía nada: “En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos
gomeres para cada uno; y todos los príncipes de la congregación vinieron y se
lo hicieron saber a Moisés. Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana
es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de
cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os
sobrare, guardadlo para mañana. Y ellos lo guardaron hasta la mañana, según lo
que Moisés había mandado, y no se agusanó, ni hedió”, (Éxodo
16:22-24). Después que Josué pasó con Israel el Jordán rumbo a conquistar
la tierra de Canaán la provisión de maná cesó: “Y el maná cesó el día siguiente, desde que
comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más
tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel
año”, (Josué 5:12). Para recordar este fantástico milagro Dios ordenó
que una vasija llena de maná se pusiera en el arca, y se dejó allí en la
presencia de Dios en el Lugar Santísimo del Tabernáculo y posteriormente en el
Templo que Salomón construyó: “Y dijo Moisés a Aarón: Toma una vasija y pon en ella un
gomer de maná, y ponlo delante de Jehová, para que sea guardado para vuestros descendientes”,
(Éxodo 16:33). A principios del siglo VI a C., el templo que había
construido Salomón fue destruido; y los rabinos transmitieron la leyenda de
que, cuando sucedió aquello, Jeremías escondió la vasija del maná en una grieta
del Monte Sinaí, y que, cuando viniera el Mesías, Jeremías volvería y restituiría
la vasija del maná. Para un judío, “comer
del maná escondido” significaba gozar de las bendiciones de la era
mesiánica; y para un cristiano, ser parte del reino de Dios ya que Jesús es el pan
que descendió del cielo: “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene,
nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”,
(Juan 6:35).
Israel recoge maná del cielo |
La segunda
promesa que Cristo les hace a los fieles de Pérgamo es que les dará una
piedrecita blanca que contenga su nombre nuevo. Este es un pasaje al que se le han
dado innumerables interpretaciones ya que, en el mundo antiguo, una piedrecita
blanca podía querer decir muchas cosas. Según una leyenda rabínica, durante la
peregrinación por el desierto caían piedras preciosas del cielo juntamente con
el maná. La piedra blanca podría representar sencillamente los preciosos dones que
Dios otorga a su pueblo. En el mundo antiguo se usaban piedras de colores para
hacer las cuentas en las calculadoras de la época. Esto querría decir que los
cristianos son contados en el número de los fieles. En los tribunales antiguos
se usaban piedrecitas negras y blancas para registrar el veredicto de los
jurados; las blancas, para inocente, y las negras, para culpable. Esto querría
decir que el cristiano es declarado inocente ante Dios gracias a la obra de
Jesucristo. Aquí hay otra interpretación que es la más probable. Una de las
costumbres más corrientes del mundo antiguo era llevar amuletos o reliquias,
que podían estar hechos de piedras o metales preciosos, pero que a menudo no
eran más que piedrecitas en las que estaba escrito el nombre sagrado; el saber
el nombre de ese dios era tener un cierto poder sobre él, poder llamarle en
ayuda propia en momentos de dificultad y tener dominio sobre los demonios.
Tales amuletos se creían que eran doblemente eficaces si nadie más que el
propietario sabía el nombre que estaba escrito en él. Muy probablemente lo que
Juan quiere decir es: “Tus amigos paganos
llevan amuletos con inscripciones supersticiosas que creen que los pueden
mantener a salvo. Vosotros no necesitáis nada de eso: vosotros estáis a salvo
en la vida y en la muerte porque conocéis el Nombre que es sobre todo nombre, y
conocéis al Dios verdadero, y de igual forma esto los conoce y tiene sus nombres
escritos en estas piedrecitas”.
MUY BUEN MATERIAL, MUCHAS GRACIAS. MANANA ENSENO ESTA CLASE EN MI GRUPO DE CONEXION Y ES UNA INFORMACION MUY UTIL.
ResponderBorrarHola bendiciones buenos días, muchas gracias por esta valiosa información, pude entender cosas q no sabía aunque había leído el pasaje ya otras veces antes.
ResponderBorrarBendiciones
Excelente muchas gracias
ResponderBorrarExcelente, doctrina
ResponderBorrarMuy buena enseñanza , gracias
ResponderBorrarEs realmente está la iglesia de Cristo o es alguna denominacion?
ResponderBorrarExcelente material
ResponderBorrarGracias,muy edificante enseñanza
ResponderBorrarMuchas gracias por compartir, ha sido de mucha edificación.
ResponderBorrar